Revista Salud y Bienestar

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Por Jagonzalez

El pasado 20 de marzo se celebró una manifestación de fisioterapeutas. Solo el hecho es ya noticiable en el ámbito de la profesión. Las motivaciones para la convocatoria eran además bastante obvias ante los males que padece la Fisioterapia.

No sabemos las expectativas de los que hicieron el llamamiento pero creemos que se vieron superadas. Por los vídeos que hemos visto en redes sociales los fisioterapeutas, un grupo profesional minoritario por su cuantía relativa entre las profesiones sanitarias, se hicieron notar. Eran visibles, ocuparon incluso el emblemático espacio de la Puerta del Sol de Madrid, como pudimos observar con cierta envidia de colega. Tal vez si no hubiera coincidido con otras movilizaciones mucho más mediáticas su alcance noticiario hubiera adquirido relevancia para público y prensa.

Desde aquí nosotros hemos hablado, directa o indirectamente, de las desfavorables condiciones laborales a las que se enfrenta la profesión. Nos parece hasta curioso que en Fisioterapia, ¿merece la pena?, escrito de hace 12 años, aludiéramos ya a algunos  de los problemas que hacen necesaria la protesta. Resumiendo mucho, podemos listar los salarios, las condiciones de los convenios y de los puestos de trabajo (jornadas parciales y/o partidas, falsos autónomos), el intrusismo, la excesiva oferta formativa, los costes de la formación posgrado, la falta de autonomía y de especialidades o la escasa oferta de empleo público.

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La pertinaz situación, con o sin crisis, sin barrunto de que pueda mejorar, nos aboca a frustración, desmotivación, deseos o incluso necesidad de abandonar la profesión. Así de dramático para multitud de colegas y familias, tanto que para muchos la Fisioterapia no merece la pena. 

Hecha la manifestación, con éxito en los parámetros de la profesión, nos planteamos la trascendencia de la misma. Protestar, reclamar, pedir, reprochar, indignarse, rebelarse es lo mínimo que deberíamos hacer para logar transformaciones. Pero todo eso tiene que llegar a los que toman decisiones. Sentirnos unidos, identificados con un colectivo, nos anima e impulsa, es, para nosotros, un elemento favorecedor. Pero de lo que se trata es de modificar las condiciones materiales. Salarios, jornadas laborales, posibilidades de conciliación,  formación, limitación de profesionales egresados, aumento de oferta pública de empleo. Todo eso exige una interlocución, tacto y contactos políticos y sindicales, sinergias con otras profesiones aliadas y alineadas con nuestras demandas, cierta capacidad de presión, demostración de la rentabilidad y potencialidad en distintos ámbitos, estudios científicos. 

Desde este humildísimo púlpito nos parece útil, necesario el “movimiento profesional”, la inquietud. Pero hay que pensar en todo lo demás que haría que algunos o muchos de los objetivos y ambiciones se puedan materializar. Eso implica buscar apoyos internos y externos, colaborar con las estructuras y organizaciones existentes, desde la crítica constructiva, obrar con “inteligencia política”. Esta convocatoria ha azuzado a muchos colegas, seguro que los colegios profesionales han estado atentos más de lo que muchos piensan, esperemos que tomen nota. Pero hay que ser conscientes de que no es fácil, que otros antes que nosotros trabajaron y trabajan por una mejor Fisioterapia.

Tengamos miras, esta savia nueva que acudió a Madrid desde todo el Estado, ha de servirnos de ejemplo y de impulso para un cambio que implica replanteamientos también desde empresas, universidades, colegios profesionales, administraciones y gestores. Ojalá sea un primer paso, más bien un paso más, y que no sea el remedo de otros movimientos cuya ilusión hemos visto languidecer y desvanecerse. Ánimo.

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