Todos los años intento homenajear al género literario menos consumido con un post en el que dejo algún poema de algún poeta que me es especialmente querido. Anteayer me adelanté al Día Mundial con una entrada dedicada a una jovencísima poeta del Amor, Elvira Sastre [quien quiera leer el post y escuchar los poemas de Elvira que allí aparecen puede hacerlo pinchando aquí]. Hoy quiero festejar a la Lírica dejando aquí un poema de un poeta aragonés muy diferente a Elvira pero con una fuerza que arrastra. Este poeta es Manuel Vilas de quien literariamente estoy prendado desde que he leído hace nada su novela "Ordesa" [leer reseña pinchando en el nombre]. Este libro me ha hecho recalar en su poesía y en ella he encontrado bellos poemas. Hay uno que me parece muy adecuado para este mes de marzo. Es un poema que, pienso, me sirve para mostrar mi respeto y admiración por aquello que se celebra los días 8 y 21 del mes en curso: la Mujer y la Poesía.
El poema, que espero que os agrade, es el siguiente:
MUJERES
No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillaje y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.
¡¡Os deseo a todos un muy feliz Día Mundial de la Poesía!!