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240. El espíritu del samurái

Publicado el 18 mayo 2023 por Cabronidas @CabronidasXXI

Down viajaba en un vagón de metro, junto con un puñado de seres que no evidenciaban síndrome alguno, pero que, más o menos, eran pensantes como él. Se empapaba de música mediante unos auriculares, indiferente a todo cuanto le rodeaba. Lo mismo que el resto de pasajeros respecto a él, y respecto a ti y a mí, si viajáramos en ese vagón y de pronto convulsionáramos por un ataque cardíaco o epiléptico; o fuéramos víctimas de robo o agresión.

Ya sabes, esa conducta colectiva de nuestra sociedad ejemplar, en la que nadie repara en nadie, a no ser para engrosar los egos de naftalina y mierda seca que pueblan las redes sociales.

De súbito, Down empezó a cantar a viva voz el tema que horadaba su cerebro: "¡SA-SA-SA-SA-SA! ¡SAMURÁI SPIRIT!", "¡SA-SA-SA-SA-SA! ¡SAMURÁI SPIRIT!", y toda la concurrencia del vagón fue arrancada de cuajo de sus pensamientos más íntimos y estúpidos, preguntándose con perplejidad qué coño estaba pasando.

Entonces, afloró el murmullo y las miradas de reojo entre el quinteto de viejas, que se removieron en sus asientos y se alisaron la ropa en un gesto inconsciente de rechazo: "Ay, pobre, qué lástima", "ay, no sé qué haría si mi nieto estuviera así". También entre el exaltado grupito unisex de adolescentes un poco drogados, un poco borrachos -quizá sólo un poco indeseables-, haciendo honor a su comportamiento, con las acepciones que utilizaban en su sentido más puro y primitivo: "Jajaja, menudo retrasado", "hostia, qué subnormal, jajaja, no controla", "joder, cómo berrea el mongólico, jajaja".

Y Down seguía, muy concentrado en sí mismo, más allá del bien y del mal, más allá de cualquier cosa más grande que todos nosotros, con su cristalina inocencia: "¡SA-SA-SA-SA-SA! ¡SAMURÁI SPIRIT!", "¡SA-SA-SA-SA-SA! ¡SAMURÁI SPIRIT!". La reacción continuó en un par de parejas heterosexuales de mediana edad, muy quietas y recatadas, que sólo se metían en sus asuntos porque meterse en los ajenos es de mala educación: "Ay, cómo se pasan", "ay, qué pena. Si el pobre es un ejemplo de integración y superación", "ay, qué hacemos. Llamemos a seguridad, ay".

Pero nadie hizo nada, salvo registrar en el móvil esos momentos tan nuestros, para compartirlos con el mundo, que es lo importante. Después de otra sentida repetición de aquel estribillo, Down se calló de forma tan abrupta a como había empezado, justo cuando una melódica voz femenina -que parecía necesitar en todas sus oquedades erógenas una erección ruda y viril- anunciaba la proximidad de la siguiente estación.

Entonces, el joven Down se quitó los auriculares y hurgó en la bolsa deportiva que tenía en su regazo, mientras que el resto de civilizados pasajeros, se situaban en zonas estratégicas cercanas a la puerta, sin ocultar la necesidad genética de ser el primero; de pisar la cabeza del otro porque sí; de ganar y salir victorioso en la tramposa carrera de ratas que es la existencia del ser humano.

Pero ninguno de aquellos seres pensantes con prisa llegó a salir, pues Down desenvainó un largo filo plateado, que blandió en todas direcciones cortando el aire, y todo lo que encontraba en su mortal trayectoria, propiciando un doloroso coro de alaridos desgarradores; de súplicas desesperadas a Dios y a la Virgen, y de agónicas maldiciones a él, a sus padres, y a las sorpresas de esta puta vida maravillosa.

Cuando hubo acabado, el vagón parecía el matadero de un carnicero endiosado.

Una de aquellas víctimas propiciatorias aún respiraba, y por encima del semblante satisfecho y relajado de Down, creyó ver la imagen difusa de un guerrero samurái que envainaba su katana con un gesto característico y solemne, al tiempo que Down hacia lo mismo y se colocaba los auriculares. Vio a Down sortear varios miembros amputados y unos cuantos cadáveres, y lo sintió pasar por encima suyo, dirección al mundo de la superficie. Después, con su último estertor empapado en sangre, aún tuvo tiempo de oír a Down entonar su canción favorita mientras se alejaba:

"¡SA-SA-SA-SA-SA! ¡SAMURÁI SPIRIT!"

"¡SA-SA-SA-SA-SA! ¡SAMURÁI SPIRIT!"


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