Segundo tiempo, 22 minutos de juego y en el estadio Diego A. Maradona, muchos hinchas desencantados. Leonel Nuñez, nada mas ni nada menos, acababa de marcar su segundo tanto en el encuentro e Independiente le ganaba 3-1 a Argentinos. Impensado, pero real.
Las noticias llegaban a oídos de los simpatizantes de Estudiantes y por ende, a los de los jugadores, incapaces a esa altura de la tarde, de quebrar a un Central que jugaba con un hombre más desde los 31 minutos de la primera parte. La desesperación “Pincha” se podía sentir. Estaba a un gol de ser campeón y parecía estar lejos de anotarlo.
Mientras tanto en La Paternal, el elenco de Claudio Borghi lucia desconcertado, a merced de un Independiente que lo perdonaba una y otra vez. Nada hacia prever una remontada de local.
No obstante, Gallego conspiraba contra las aspiraciones de su equipo y sustituía a la figura indiscutible de la cancha: Leonel Nuñez. Ingresaba Valles e Independiente comenzaba a replegarse contra su propio arco.
Pavlovich descontaba, al anotar de cabeza, un minutos después del cambio y el Argentinos desvastado, al cual el encuentro se le había venido encima sin que fuera capaz de resolverlo, comenzaba a revivir. Se conectaba al respirador artificial y los que emprendían la retirada, volvían.
Se jugaban 73 minutos y mientras tanto en el Centenario de Quilmes, Estudiantes seguía empatando. El milagro, entonces, seguía siendo posible. Lo sabían los hinchas y también los jugadores. Desde las tribunas y desde el campo, se empujaba, arrinconando todos juntos a un “Rojo” ya a esa altura sobrepasado.
Los minutos se escapaban como agua entre los dedos y la igualdad esperada no llegaba. Hasta que Sabia, tras una serie de rebotes, la colgaba de un ángulo para vencer a Gabbarini. Las tribunas hervían, el 3-3 ya era un milagro.
Terminaba sin goles el duelo entre Estudiantes y Central y las cosas quedaban iguales. No estaba nada mal para Argentinos, tampoco para un Estudiantes que no se imaginaba el final de la tarde.
En tiempo de descuento, Matías Caruzzo marcaba, previo desvío en Tuzzio, el gol de la victoria. El éxtasis era total. Argentinos ganaba y quedaba como unico líder, mientras en el estadio de Quilmes lo hinchas del “Pincha”, incrédulos, intentaban digerirlo.
Del 1-3 al 4-3 en solo 25 minutos. A puro corazón y para quedar a solo un paso del titulo. Ni el mejor director de cine hubiera sido capaz de idear semejante guión.