Revista Coaching

278.- "El dolor es pasajero, el orgullo es para siempre."

Por Ignacionovo
Autor: Anónimo. Escribo tras haber presenciado un nuevo triunfo de ese extraordinario deportista que es Rafael Nadal. Ayer consiguió ganar por quinta vez en su carrera el campeonato francés de Roland Garros (ya atesora siete trofeos de Grand Slam) y de forma añadida, logró reconquistar el número uno del tenis mundial.
Lo cierto es que para este espacio poco nos importa el despliegue de técnica que hubo de emplear o la potencia de sus golpes o la táctica desarrollada durante el partido. Todo ello forma parte de su bagaje profesional y otros podrán glosar esas virtudes mejor que yo.
Aquí preferimos tratar de aspectos más intangibles. De la fuerza mental que te empuja a querer ser el mejor y no detenerte hasta alcanzar ese propósito y sin dejar de vivir sino por y para esa idea. Del sacrificio continuado para lograr tu sueño y por el que eres capaz de privarte de los placeres más elementales de la vida. De la apremiante necesidad de estar siempre dispuesto a darlo todo, porque con menos no llegarás nunca a lo que te propones...
Nadal es un ejemplo de muchas cosas y es provechoso aprender de quienes dan el mejor ejemplo. Es modesto, y nada puede adornar mejor a un campeón que una corona de modestia. Es luchador, y se emplea con garra no dándose tregua en el esfuerzo. Es respetuoso, y pocas veces se sale del guión que marca el estricto comportamiento deportivo. Sabe estar siempre a la altura de lo que promete, incluso cuando pierde o quizá más cuando alguien le derrota. Y sabe disfrutar sanamente y con alegría de sus éxitos, que es lo que hay que hacer.
Pero si todo esto no resultara suficiente, además posee una de las cualidades más admirables del ser humano: es capaz de levantarse cuando cae.
El año pasado por estas fechas, Nadal se encontraba en uno de los momentos más bajos de su carrera. El dolor físico por una serie de lesiones interminables y el mental por tristes acontecimientos personales, le llevaron a su punto anímico más bajo. Sin embargo, cuando alguien desciende al infierno, o arde o renace. Nadal supo caer, supo sufrir, supo soportar el dolor y se levantó de nuevo para llegar hasta donde llegó ayer. ¡Chapeau!
Reflexión final: La victoria es consecuencia del esfuerzo empleado para conquistarla y esta regla es inmutable tanto en el deporte como en la vida.

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