Revista Coaching

301.- "Si vives cada día de tu vida como si fuera el último, algún día realmente tendrás razón."

Por Ignacionovo
Autor: Steve Jobs. ¿Sabes quién es Steve Jobs? Probablemente si eres propietario de un teléfono Iphone, de un ordenador Macintosh, de un Ipod o de un flamante Ipad, no te tenga que explicar quién es el ‘mago’ que está detrás de todos estos celebres artilugios.
Señalemos que en la actualidad es el Presidente de la compañía Apple; empresa que fundó junto a un socio, allá en los años 70 y cuya capitalización bursátil hoy en día, es equivalente al valor de la de Microsoft y Yahoo! juntas, por ejemplo.
En los años 90, abandonó la compañía por desavenencias internas, para volver a ella doce años después y cambiar la vida cotidiana de mucha gente con sus ideas.
Hoy, dentro de la serie de “Pensamientos insuperables”, he querido recuperar parte del discurso que Steve Jobs dio en la Universidad de Stanford, durante la apertura del curso académico de 2005. Ha sido visto más de medio millón de veces en Youtube y lo tenéis, al menos en su primera parte, en el video de la frase del día (extenso, pero inolvidable)
Un fragmento de ese discurso, me hizo pensar en aquellas cosas que te ocurren en la vida y que de momento no entiendes de ninguna de las maneras cómo encajan en ella y que sin embargo, pasado el tiempo, te das cuenta de para qué y por qué estuvieron ahí. Pues eso…
STEVE JOBS (Universidad de Stanford 2005)
Y mucho de aquello con lo que tropecé más adelante como consecuencia de hacerle caso a mi curiosidad e intuición, resultó no tener precio después.
Déjenme darles un ejemplo: Reed College, en aquel momento de mi juventud, ofrecía quizás el mejor aprendizaje de caligrafía del país. En toda la ciudad universitaria cada cartel, cada etiqueta en cada cajón, era caligrafiado a mano de una manera bellísima. Dado que había abandonado los estudios y no tenía que asistir a las clases normales, decidí tomar un curso de caligrafía para aprender cómo se hacía eso. Aprendí acerca de los tipos de letra con trazos de pie, cómo variar la cantidad de espacio entre diferentes combinaciones de letras, todo aquello que hace que la admirable tipografía sea grandiosa. Era hermoso, histórico, artísticamente sutil de un modo que la ciencia no puede captar, y yo lo consideraba fascinante.
De nada de esto albergaba siquiera la más mínima esperanza de que fuera de alguna aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer ordenador Macintosh, todo aquello volvió a mi mente. Y lo volcamos todo en el Mac. Era el primer ordenador con una bellísima tipografía. De no haber asistido a ese único curso universitario, el Mac no hubiera tenido nunca tipos de letras múltiples o fuentes espaciadas proporcionalmente. Y dado que Windows simplemente copió a Mac, es posible que ningún ordenador personal las hubiera tenido. En resumen, de haber proseguido mis estudios universitarios, no hubiera asistido a ese curso de caligrafía, y las computadoras personales no tendrían la maravillosa tipografía que tienen.
Por supuesto que era imposible haber unido los diferentes puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en la universidad. Pero fue muy, muy claro al mirar para atrás diez años más tarde.
No, no se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; se pueden unir únicamente mirando hacia atrás. Así que deben confiar que de alguna manera los puntos se unirán en el futuro. Deben confiar en algo: sus agallas, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Este enfoque no me ha traicionado nunca, e hizo toda la diferencia de mi vida.

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