Revista Coaching

302.- “La oportunidad se deja alcanzar sólo por los que la persiguen”.

Por Ignacionovo
Autor: Anónimo. Siento y me disculpo, por dedicar al fútbol en esta semana de julio alguna que otra entrada del blog. No por el hecho de que no vaya a encontrar una audiencia estimable que lo aprecie, que seguro, pero si por compasión hacia aquellos que ajenos al delirio que desata, estén soportando al límite de la saturación y estoicamente desde hace semanas, todo lo que gira en torno al campeonato mundial.
La buena noticia es que entramos en la semana decisiva y al final de ella, habrá un campeón.
Por lo que respecta a España, estamos viviendo el torneo de manera vehemente y entregados por completo a un grupo de futbolistas que han sido capaces de conquistarnos no sólo con su juego, sino también, y principalmente, con su humildad, comedimiento, saber estar y espíritu de equipo. Y esto es lo que les hace grandes, más incluso que el virtuosismo futbolístico que despliegan: la capacidad para saber ganar sin estrépito y compartir globalmente los éxitos.
Este comportamiento no se entrena, porque como dijo Heywood Hale: El deporte no construye el carácter. Lo revela.
España está ante una oportunidad histórica de conquistar su particular Santo Grial. Hay que saber de la implantación del futbol en nuestro país, de su arraigo -sin competencia alguna con otros deportes-, del incesante caudal de información que genera todos los días del año y también conocer nuestro desencuentro histórico con las grandes citas (en las que pocas veces hicimos algo) para explicar lo que está viviendo el país.
Décadas y décadas de observar y soportar con pesadumbre, como otros grandes equipos iban acaparando la atención y conquistando los títulos, mientras nosotros éramos incapaces de superar las barreras de siempre.
Hace dos años, aquello cambió. Se ganó el campeonato de Europa y de repente, todas nuestras limitaciones parecieron derrumbarse al fin. Abatimos el muro psicológico que nos impedía triunfar y rompimos con una tendencia negativa que iba camino de ser eterna. Ya no eran los árbitros, la mala suerte, el cruel destino, lo que nos privaba de la victoria. El equipo supo sobreponerse por una vez a todo aquello y demostrar que centrarse en las excusas, que a modo de coartada encontramos para justificar los fracasos, es siempre la peor manera de enfrentar cualquier revés.
Tal vez nos ha costado demasiados años entenderlo o tal vez antes no había tantos y tan buenos jugadores como ahora. Sea como sea, una vez se logran romper las cadenas mentales que nos impiden progresar, es difícil volver atrás. La confianza de haberlo hecho una vez, nos pone en situación de repetirlo y aunque se pierda de nuevo ya sabremos para siempre -lección aprendida- que si una vez lo hicimos, podremos volver a hacerlo.
Reflexión final: El miércoles, Alemania. Un formidable rival, pero tengo el pálpito de que la mejor agua está por llover.

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