Autor: Anónimo. Generalmente soy bastante tenaz con mis ‘obligaciones’, y sacar tiempo de donde escasea, ganas de donde faltan y constancia para terminar cada cosa que empiezo, son tareas que afronto con determinación y con un cierto espíritu de sacrificio (no conozco fórmulas más eficaces, aunque dispuesto estoy a aprender)
Anoche debía de haber escrito la entrada de hoy, pero sencillamente el acudir tarde a la cita habitual, es directa consecuencia de lo difícil que resulta pensar en algo coherente que expresar, en mitad de una tormenta de emociones como la vivida en España tras la conquista de la Copa del Mundo. Los marineros aconsejan abstenerse de tomar cualquier decisión relevante en mitad de la tempestad (sólo aquellas que garantizan la supervivencia) y pensar y actuar únicamente cuando el mar ya esté en calma. Y es lo que intento hacer, para evitar el naufragio en mitad de este temporal de exaltación desbordante.
Algunos sueños se roncan, si. Para los más escépticos, la gran mayoría de los sueños. Pero también hay sueños que se cumplen y que como todas las grandes utopías, se forjan no solo a base de deseo, sino también de la voluntad inquebrantable de hacerlas realidad. El deseo, buen motor, no consigue nada por sí mismo sino añadimos la intención.
La victoria de España es un buen ejemplo para todos aquellos que solo creen cuando ven. Para los que marchitan su esperanza antes de tiempo. Para los que desconfían del poder impulsor de los anhelos y de la capacidad de la mente para perseverar en la lucha sin renuncia, con el fin de alcanzar las metas propuestas.
Si, hasta los sueños algún día se cansan de correr y es cuando se dejan alcanzar. Pero para ello, hay que pasar tal vez toda la vida (en el caso de la selección española hasta dos vidas incluso) tras de ellos y no perderlos de vista en el horizonte jamás, aunque parezcan alejarse y se tornen por momentos inalcanzables. Seguir, seguir y seguir… que algún día la experiencia nos dice, que ese sueño acaba por reventar de tanto correr por delante de nosotros.
Tras el partido, hubo un jugador español, Capdevilla, que dijo una frase que a mi me reconfortó. Al ser preguntado por el trofeo conquistado declaró: “A veces ganan los buenos”.
Y si, me gustaría pensar que siempre es así y que en la vida ganan siempre aquellos que más lo merecen. Los que tienen más talento, los que más se esfuerzan, los que son capaces de luchar contra la adversidad y la superan, los que respetan las reglas del juego y no emplean el juego sucio ni artimañas que les otorguen ventaja, los que saben jugar por el equipo y diluir su ambición personal, los que no traicionan sus valores y aprendieron a perder como imprescindible camino previo para llegar algún día a ganar.
No siempre, lo se, pero a veces si ganan los buenos y cuando lo hacen, todos (da igual de dónde se sea y en lo que se crea) ganamos a la vez, y ello es porque sólo las victorias conseguidas en buena lid y por quienes en verdad las merecen, son las capaces de inspirarnos y de hacernos creer -sin desfallecer- que la vida es justa... aunque veces las apariencias se empeñen en desmentirlo.
Reflexión final: sobre la felicidad… “El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene.” Ralph Waldo Emerson. !Felicidades chicos¡
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