Autor: Stendhal. Ser diferente está penalizado, al menos eso es lo que pienso, y si uno se atiene siempre a las reglas escritas, tendrá garantizada al menos su supervivencia.
La singularidad, y el hecho de no alinearse con lo que se identifica la mayoría. Tratar de hacer las cosas de una forma distinta a como han sido hechas desde siempre. Aventurarse a través nuevos caminos, alejándose de los ya surcados. En definitiva: el pensamiento alternativo, resulta en bastantes casos castigado por los fieles seguidores del pensamiento uniforme (siempre muchos más)
Y sin embargo, la experiencia nos dice que muchos de los que se salieron de la norma establecida, han sido los responsables de los mayores avances y de las más altas cotas de progreso.
Hay una historia bastante ilustrativa para acompañar esta reflexión y cuyos protagonistas son monos. No nos engañemos al respecto que bien podrían ser humanos, ya que el desarrollo de los hechos del experimento se atiene a patrones de conducta bastante extendidos entre nosotros…
Un grupo de científicos introdujo cinco monos en una jaula, en cuyo centro situaron una escalera y, sobre ella, colgados del techo, un buen racimo de plátanos.
Cuando uno de los monos subió la escalera para agarrar los plátanos, los científicos lanzaron un chorro de agua fría sobre los que quedaron en el suelo.
Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban y hasta le agredían para impedirle subir y así evitarse la ducha.
Transcurrido algún tiempo más, ningún mono subía la escalera ya, a pesar de la tentación que suponían los plátanos.
Llegados a ese punto, los científicos sustituyeron a uno de los monos. Lo primero que hizo el nuevo inquilino de la jaula fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros que le pegaron por atreverse a hacerlo.
Después de algunas ‘palizas’ más, el nuevo integrante del grupo renunció a subir la escalera para alcanzar los plátanos. Un segundo mono fue sustituido y ocurrió exactamente lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo en la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se fueron repitiendo los hechos. Finalmente, el cuarto, y último de los veteranos, fue relevado.
Los científicos se quedaron entonces con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca habían recibido un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase alcanzar los plátanos subiendo la escalera.
Si hubieran podido hablar y alguien les hubiera preguntado al respecto de porque ninguno inetntaba alcanzar el racimo de plátanos, la respuesta que hubieran dado para explicar su comportamiento hubiera sido: las cosas siempre se han hecho así..."
Reflexión final: Que no te impidan nunca ser tú mismo.
Revista Coaching
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