Revista Coaching

313.- “Sólo un hombre que sabe lo que se siente al ser derrotado, puede llegar hasta el fondo de su alma y sacar a la onza extra de potencia que se necesita para ganar cuando la partida está pareja.”

Por Ignacionovo
Autor: Muhammad Ali. ¿Qué es aquello que nos hace dar un plus de esfuerzo para continuar tras un empeño, cuando pensamos que nuestras fuerzas están ya inequívocamente agotadas? ¿La voluntad, la resistencia, la convicción, la fe...?
Cada cual tiene su propio arsenal de recursos, pero uno de ellos -y bastante motivador por cierto-, podría ser el recuerdo de la dolorosa experiencia de un fracaso previo y el deseo de no volver a tener que experimentar la amargura o el abatimiento que prodce una derrota.
Nuestros límites están encerrados y acotados en el pensamiento de lo que creemos que son; sin embargo, todos nos hemos encontrado en alguna circunstancia en la que consideramos que no íbamos a ser capaces de aguantar más tal o cual situación, porque ya dimos cuanto nos era posible, y conseguimos -sacando fuerzas de no se sabe muy dónde- resistir y dar todavía un poco más.
Por lo tanto, la conclusión es que conservamos dentro de nosotros una reserva de fuerza desconocida o disimulada, a la que sólo recurrimos en momentos muy concretos y cuando el afán es muy claro.
Una buena decisión sería aprovechar esa fuerza latente a diario, y no sólo como recurso y estímulo en los momentos límite.
Si no nos pedimos habitualmente aquello que no podemos hacer, nunca haremos todo lo que podemos. Porque lo aprendido, lo asumido, lo experimentado, está ya amortizado y sólo podemos esperar crecer a expensas de lo que aún no hemos intentado y por tanto, aún no hemos conseguido.
Pedirnos un imposible cada día podría ser un muy buen entrenamiento. Porque si nos introducimos en la dinámica de intentar la conquista de imposibles, cualquier esfuerzo (por continuado y repetido) nos resultara liviano con el hábito, como dijo ya hace siglos el historiador romano Tito Livio.
Todo ello, para que cuando llegue el momento, que llegará, de pedirnos un poco más, no tengamos que extraer la fuerza de depósitos ocultos, sino de una potencia bien conocida y entrenada.
Reflexión final: ... y que no nos sirva de excusa aquella expresión tan gastada de: “Hice todo lo posible”. Podrá confortarnos, pero no resuelve nada. “Tienes que lograr hacer lo que es necesario.” (Winston Churchill.)
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