Revista Regiones del Mundo

32. Cuando El Viento Se Levanta...

Por Lagunamov @Lagunamoc
Cuando recorremos un camino por primera vez, nos parece mucho más largo que cuando ya nos es conocido.
La Montaña Mágica
Estaba sólo con mis pensamientos andando por la carretera hacia la salida de Bariloche. El sol se mostraba empático conmigo y no apretaba todavía con fuerza. Hacia frío, pero no corria nada de viento. Quedaba mucho día por delante, iba a ser el más largo que iba a vivir en Argentina.
32. Cuando El Viento Se Levanta...
Dejé atrás los edificios de la ciudad, la estación de bus, el lago, Charlotte... Cuanto más andaba más me desvinculaba de lo que había vivido en esa semi colonia suiza. Era doloroso, pero con cada paso que daba hacia delante mi mente se sentía más segura de lo que había hecho.
Llegué al aeropuerto sin que nadie parase, tampoco lo había intentado. Quería dejar Bariloche lentamente, sin prisas, dando a mi corazón el tiempo necesario para que volviese a creer en mi y mis convicciones. Finalmente, tras casi una hora de caminata, ya estaba en las afueras, ahora si que no habia vuelta atrás.
Tocaba ir hacia el norte, siguiendo en paralelo a los andes. Tenia que llegar hasta San Rafael, provincia de Mendoza, a muchisimos kilómetros de donde estaba, me esperaban al día siguiente, asi que dejé la mochila en el suelo y levanté el dedo. No tardó mucho en parar un coche,  había dos jóvenes en él. Al escucharme hablar, se rieron y me dijeron:
-Lo que nos faltaba, un gallego (yo ya pasaba de explicar que no era gallego, sino catalán, no lo entendían).
Me preguntaron hacia donde iba y etc. Ellos no se dirigian hacia mi destino, ni muchos menos, solamente iban hacia la comisaria cercana al control policial de la salida de Bariloche a renovar el DNI, a unos 30 km de donde me situaba. Eran simpáticos y estaban muy metidos en la lucha social, al escuchar que era licenciado en Filosofia se alegraron y me empezaron a dar su visión sobre la política del pais. Fueron los únicos que me encontré en Argentina que apoyaban a la presidenta, cosa que me ayudó a tener una perspectiva más global sobre lo que ocurría en el gobierno.
32. Cuando El Viento Se Levanta...
Me dejaron en un puente que iba directo al control, me pidieron la dirección del blog y se fueron pitándome con la bocina. Volví a cargar con mi querida mochila y andé unos metros hasta los de gendarmeria (policia de aduanas). Mientras me acercaba, un policia me vio y  se puso en mi trayectoria. Me pidió la documentacion y me preguntó:
-Naciste el 10 de Diciembre de 1989?
-Sí, tengo 24 años aunque con la barba no lo parezca - Le respondí.
-Jeje, tranquilo tienes el aspecto. Yo también nací el 10 de Diciembre del año 89 y parezco mayor, a qué si?
Fue gracioso el encontrarme a una persona que habia nacido exactamente el mismo dia que yo, a él también le hizo gracia y empezó a darme conversación durante un rato. Al finalizar esta, le pregunté si podia hacer dedo allí y me dijo que si, así que él volvió a su trabajo y yo a retar otra vez a la suerte. Pasaron más o menos 20 minutos hasta que un coche paró. Lo hizo a unos 10 metros de mí, yo pensé que a lo mejor habia parado por otras razones y no me acerqué. Entonces empezó a pitar y a dar marcha atrás. Ahora si que si, era la señal de que habían parado para llevarme.


32. Cuando El Viento Se Levanta...
Fui corriendo hasta él, saludé y me subi. Era una pareja joven, de mi edad más o menos. Al saludarme noté un acento muy familiar, eran franceses (solamente hay franceses viajando o qué), cosa que me recordó a la mujer que había dejado atrás.
Iban hacia San Martín de los Andes, a 2-3 horas de Bariloche, y habian alquilado ese coche para hacerse el camino mientras paraban en los lagos que hay entre las dos ciudades, la conocida ruta de los lagos. San Martin estaba dentro de la ruta que debía seguir, la ruta 40, asi que acepté ir con ellos todo el camino si no les importaba. Ellos estaban encantados de tener algo de compañía y solamente me pusieron de condición el parar 5 minutos en cada lago, cosa que hice encantado.
Esa mañana vi lagos de todos los tipos. Lagos cuyas aguas eran más azules que las del mismisimo océano, lagos en los que se reflejaba el cielo y era difícil distinguir qué parte era la del agua y cuál era la real, lagos en los que podias apreciar el fondo gracias a sus aguas cristalinas... Tuve mucha suerte con esos dos franchutes, el haber subido con ellos me permitió ver esas maravillas de la naturaleza, si hubiese subido en otro coche, seguramente no os estaría contando lo mismo.
Al pasar por un pueblo que estaba enmedio, vieron a una persona que iba con una mochila y me dijeron:
-Lo siento, pero tenemos que parar un momento.
Frenaron de golpe y se hicieron a un lado, conocían al mochilero, era otro francés que había compartido con ellos hostal en Bariloche. El tipo subió, se sentó a mi lado y empezó a hablarme en francés. Entonces, los anfitriones le dijeron que yo era de Barcelona y empezamos a hablar en inglés.


32. Cuando El Viento Se Levanta...

Los tres eran meros turistas, estaban de vacaciones visitando Argentina y en dos semanas tenían que volver a su país natal. Se sorprendieron mucho al saber que iba a dedo y que habia llegado hasta allí desde Ushuaia, les interesaba mucho lo que tenía que contar e incluso hubo un momento en el coche en el que solamente hablaba yo. Ellos movían la cabeza, se reían (cuando tocaba) o flipaban escuchándome.Me sentí como un súper aventurero a lo Indiana Jones. Me subieron bastante el ego.
Éramos cuatro en el coche y todavia teníamos hora y media de camino hasta San Martín. Con tan buena compañía se pasó rápido el tiempo, el coche funcionaba cómo quería y nos reíamos de eso,  a parte de hablar de mi aventura también hablamos de Argentina, de los partidos políticos en Francia, de Europa... Además, me intentaron enseñar algo de francés (el idioma), pero no hubo mucha suerte.
Me dejaron en San Martín y me despedí de ellos con un abrazo y un Bon Voyage dicho con el acento que me habían intentado enseñar. El pueblo era muy pequeño y no tenía mucho tránsito, asi que decidi recorrérmelo de punta a punta andando para hacer dedo en su salida, donde la ruta 40 me llevaría hasta el norte.
San Martín de los Andes era precioso, un pueblo lleno de cabañas de maderas a las orillas de un gran lago. Tardé una 1 hora en cruzarlo. En el cártel de la salida me planté otra vez para ver si alguien decidía llevarme.
32. Cuando El Viento Se Levanta...
Paró una camioneta y me dijo que subiese. El conductor era un tipo de unos 50 años que se dedicaba a transportar medicamentos. Iba hacia Neuquén, la última ciudad de la Patagonia Argentina y que me dejaba muy cerca (6-8 horas) de mi destino final.
En seguido me cogió confianza y empezó a bromear. Siempre que me hablaba de alguien acababa la frase con menudo hijo de puta. Cuando se cruzaba con una chica bajaba la ventanilla y le gritaba algún piropo.
-Yo ya estoy viejo, solamente te miran a tí- Me dijo bromeando.
Me estuvo explicando que estaba felizmente casado con su mujer, que se habia separado unas cuantas veces pero que a su pareja actual la conocia desde la infancia y siempre había estado enamorado de ella, incluso habían estado juntos de jóvenes pero la vida les habia separado. Le gustaba hablar de ello, parecia que se desahogaba.
32. Cuando El Viento Se Levanta...-Ahora que estoy con ella, lo que más me pesa es haberme perdido tanto tiempo sin estar a su lado, cuando quieres a alguien quieres haber vivido con esa persona todos sus momentos importantes, y yo me he perdido tantos por tonto... (Por qué siempre me tienen que tocar estos culebrones? Luego una amiga me dice que he convertido el blog en salsa rosa, pero es que no puedo evitarlo, me tocan estos románticos de la carretera).
Cuando acabó de explicarme eso, nos quedamos unos 5 minutos pensativos, reflexionando sobre nuestras historias... La verde vegetación de Bariloche se acabó y entramos en el desierto. Con este cambio de paisaje, se volvió a animar y me contó que había llevado a mochileros de todas las partes. Argentinos que le daban conversación, japoneses que estaban 3 horas sin hablar, franceses que se enganchaban con un cordón a la parte de atrás y dejaban que sus patines hicieran el resto...
Por la tarde, a la hora de la merienda,  paramos en un pueblecito y me invitó a una Coca Cola, la primera que probaba en muchas semanas (y meses). Me supo a gloria, creédme, cuando lleváis tiempo sin probar algo, cuando lo conseguís, vuestra lengua trabaja junto a vuestra mente para darle un potenciador x100 al sabor de la cosa.
Al acabar de hidratarnos, volvimos a retomar el trayecto. Ya quedaba poco para Neuquén...y se notaba. Las carreteras empezaron a estar más asfaltadas y más ordenadas. Todo indicaba que nos acercábamos a una gran ciudad.
32. Cuando El Viento Se Levanta...
-Te dejaré cerca de la salida que lleva hacia Mendoza (provincia donde se sitúa San Rafael), pero ten cuidado, Neuquén no es cómo en los otros sitios que has hecho dedo, aquí la gente es desconfiada y peligrosa.- Me advirtió.
Los paisajes desérticos dejaron el paso a edificios, a luces, a cárteles, a casinos, a restaurantes fast-foods, al bullicio de la gente. El tráfico era denso y las aceras estaban llenas de peatones. Me preguntaba a mí mismo como sería el hacer dedo en una gran ciudad, nunca lo había hecho antes y podía ser más problemático, pues el carácter de una persona de ciudad no es el mismo que el de una de pueblo, somos más cerrados a la hora de ayudar a alguien.
Aparcamos en un casino:
-Este es el final chico. Me esperan mi mujer y mi suegra para jugar unas cuantas fichas en el casino, la salida de la ciudad está justo ahí, recuerda que tienes que ir en dirección a la Pampa. Si vas siempre hacia el norte llegarás a donde te esperan. Mucha suerte y no mueras en tu camino hasta Alaska, eres una gran persona. Ten mi número por si te pasa algo- Me dijo mientras se despedía.
-No llevo móvil ni nada, pero gracias por todo, tú tambien eres un gran persona, espero que te vaya muy bien con la mujer de tu vida, tenéis mucho tiempo por recuperar- Le respondí.
Nos dimos un abrazo de hombres, esos que cuando acaban van acompañados de un gran dolor de hombros, y me fuí por donde me había indicado. 
La luna no salió esa noche, las afueras de Neuquén estaban muy oscuras y solamente veia gracias a los faroles que había en ambos lados de la carretera, todo lo demás estaba invadido por una profunda oscuridad. El tiempo pasaba y pasaba y no paraba nadie, era cierto, la gente de ciudad era diferente, más desconfiada y menos empática con los mochileros. Fue en el sitio que más tardaron en recogerme.
2,3, 4 horas, no sé cuanto estuve allí pero se hizo eterno. Supe que se estaba haciendo tarde cuando me di cuenta que, a unos metros, unas chicas con minifalda se pararon en una esquina y empezaron a enseñar sus "atributos" a los coches que pasaban. Eran prostitutas.
Fue raro y a la vez gracioso. Cuando un coche disminuía su velocidad no sabía si era por ellas o por mí., y si pasaba un camión, los camioneros empezaban a pitar y a hacer luces a las chicas.
Ninguno de los dos teníamos suerte, ni ellas ni yo conseguíamos ser los pasajeros de los vehículos que por ahí circulaban. Una de las chicas se aburrió y vino a hablar conmigo. Era rubia, piel blanca, minifalda (con el frío que hacía...) y no llevaba nada arriba.
-Flaco, qué haces aquí con tanto frío?
-Quiero ir a San Rafael haciendo dedo, pero está siendo una mala noche para ambos verdad? -Le respondí.
-Mendoza está muy lejos, estás loquito. Últimamente nadie para por aquí por mí, menos por ti, no creo que lo consigas. Con suerte tengo 3 clientes por noche, pero si puedo te ayudaré. Intentaré que te lleven hasta el pueblo cercano, ahí te será más fácil en la rotonda. Muchos camiones del paro (huelga) están esperando ahí para volver a sus casas.
-Muchas gracias. - Le dije agradecido.
-De nada flaco, pareces simpático.
En 30 minutos tuvo suerte y paró a alguien, luego vinieron a por mí y me llevaron unos 15 minutos hasta la rotonda. La situación fue un poco incómoda, pues el conductor no esperaba tener un bulto en el coche que no fuese el de su entrepierna, pero supongo que la prostituta le dijo algo (convincente) para que me subiera.
En la rotonda le dí las gracias, me bajé y ellos fueron a hacer lo suyo. Allí no espere mucho, unos 10 minutos y menos mal, porque los huesos se me estaban congelando.
Los siguientes afortunados en llevarme fueron unos misioneros jesuítas (si, empezaba a pensar que nadie era normal en Argentina) que iban a un pueblo cercano. Me estuvieron haciendo preguntas sobre lo que había estudiado y sobre mi viaje.
-Teo que va hacia Alaska y es filósofo, menudo personaje nos hemos encontrado jaajajaj. - Bromearon los dos.
-Lo peor de todo es que tiene aspecto de que va a llegar - Dijo el conductor.
Yo bromeé sobre que llegaría si no me secuestraban por el camino y se rieron.
-Jajaja, ten mucho cuidado pero yo apostaría por ti, llegarás. Se te nota (tengo tatuado en la cara un mapa por lo visto).
Es bueno que la gente te apoye de esta manera. En aquel momento no había encontrado a nadie todavía que dudara sobre si iba a ser capaz de alcanzar mi destino y, eso,me subía mucho el ánimo.

32. Cuando El Viento Se Levanta...

Les apunté la dirección del blog y del facebook cuando me lo pidieron (aunque no me encontraron creo) y me dejaron en un control policial. Ahí, un coche me llevó a unos 10 kilómetros, a una rotonda en la que había una gasolinera.
Bajé a comprar algo de chocolate para calentarme y volví a hacer dedo. Era muy tarde, cerca de la 1 am y la carretera estaba desierta. Pero tuve suerte, el primer coche que me vio paró. Fue una parada rara, tardía, al verme no paró inmediatamente, sino a los 5 metros, entonces retrocedió a toda pastilla hacia donde yo estaba, lo tuve que esquivar para que no me llevara por delante.
Al abrir la puerta de la camioneta, me encontré con un hombre rubio, pelo largo y de unos 40 años de edad. Parecía normal.
-Hola, gracias por parar, a dónde vas? - Le pregunté.
-Yo me voy a la mierda, a Buenos Aires. - Me respondió riéndose.
Para ir a Buenos Aires desde donde estaba era necesario pasar por la Pampa, provincia anterior a Mendoza y que me dejaría muy cerca de San Rafael. Así que me monté, cosa que fue un gravisimo error.
Cuando reanudó la conducción, el tipo sacó una botella de cerveza y empezó a beber. Intenté darle conversación para ver su estado y era lamentable, estaba súper borracho y hasta se meaba encima.
Además, conducía como un loco. Pero yo no tenía más remedio que quedarme ahí jugándome la vida, estaba enmedio de la nada y tenía miedo de que le sentara mal el decirle que me quería bajar ahí. Así que puse cuatro ojos en la carretera para estar atento por él y poder evitar cualquier imprevisto que sucediese en nuestro camino.
-Gallego,no llevarás drogas no? No quiero problemas en los controles - Me dijo en serio.
- No, no, me preocupas más tú. No llevarás algo no?
-Por supuesto que llevo drogas, soy argentino, mira - me respondió mientras me mostraba una bolsa de coca (o algo similar) de su bolsillo - pero no me van a mirar en la camisa, son unos pelotudos los de gendarmería.
En ese preciso instante, mi mente empezó a elaborar una estrategia para bajarse de ese coche. Me inventé una historia sobre que un amigo mío trabajaba en la siguiente gasolinera y tenía que bajar a verlo. Lo malo era que estábamos en algo parecido a un desierto y no había absolutamente nada, ni pueblos ni gasolineras.
Tuve que estar en ese coche casi dos horas hasta que llegamos a una. Fueron duras, temí bastante por mi vida, de las peores que pasé haciendo dedo. Menos mal que el tipo se creyó mi absurda historia (normal, con lo borracho que iba) y me dejó en la gasolinera que estaba en la entrada de la famosa ruta del desierto.
Bajé rápidamente y le dije un adiós ligero, deseándole buena suerte en su largo camino hasta Buenos Aires (le quedaban 12 horas de carretera borracho).
Cuando volví a la tranquilidad. El frío empezó a penetrar en mi cuerpo y fui consciente de que había llegado a un lugar muy jodido, muy malo para el viajero. La gasolinera estaba vacía, todo estaba oscuro y no pasaba ni Dios. No había ni una triste farola alumbrando un poco el lugar.
Estaba en tierra de nadie enmedio del desierto. Eran las 4 am de una fría madrugada de jueves. Dejé la mochila y empecé a pensar sobre cómo cojones me había metido en tal loca aventura. Me dolían los pies, la cabeza y tenía mucho sueño.  Miré al cielo y contemplé las estrellas para no sentirme tan sólo. Por desgracia,en mi alma y en aquel lugar, el viento empezó a levantarse...
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Para aquellos que estéis leyendo esto. Primero de todo, gracias por todo el apoyo otra vez, se agradece mucho :), es mucho más fácil viajar si tienes a gente a la que le gusta leerte y que te apoya. Nunca os lo podré agradecer lo suficiente.
Segundo, es posible que no pueda publicar hasta dentro de una semana debido a cambios de países. Actualmente voy a empezar el ascenso al Aconcagua y luego haré algo de turismo en Santiago de Chile, así que hasta que no llegue a Maitencillo,mi próximo Helpx, no podré escribir otra vez.
Por último, mi ruta ha ido cambiando bastante, ahora soy más libre y seguramente pasaré por países por los que no tenía planeados pasar en un principio. Por ejemplo, en el norte de Chile ( finales de octubre- principios de noviembre) no pasaré por Antofagasta como había dicho. Después de hacer el voluntariado de profesor, iré a los mares de sal de Bolivia para cruzar por allí a Perú, en vez de hacerlo por el extremo norte de Chile. También pasaré por Ecuador y Colombia, pero sobre eso ya os iré informando.
De hecho, si me sigue yendo todo como hasta ahora y el dinero no se me acaba, llegaré a Alaska más rápido de lo planeado, a finales del año que viene. Si tengo que parar a trabajar, entonces será otra historia, pero por el momento no lo creo, solamente he gastado 300 euros en unos cuantos meses y los artículos como free lance me dan algo para seguir manteniéndome.
Un abrazo y gracias por el apoyo.
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