Autor: Mark Victor Hansen. "Nosotros controlamos nuestro futuro, nuestro destino. Lo que pensamos se convierte en realidad. Al registrar nuestros sueños y metas en papel, ponemos en movimiento el proceso de llegar a ser la persona que queremos ser. Pongamos nuestro futuro en buenas manos… las nuestras."
En realidad, este sería el texto completo en el que se inscribe la frase de hoy, con la que trato de que todos arranquemos esta semana con la certeza de que nadie mejor que uno mismo para conducir su propio destino.
Estableciendo la analogía correspondiente, también existe un código de circulación 'vital' en el que, al igual que sucede con el código vial más extendido, hay que atenerse a determinadas 'reglas de circulación' si no queremos ser penalizados.
Estas podrían ser algunas de esas reglas:
Respetar la velocidad, por ejemplo. Asunto clave porque la vida tiene su propio ritmo y hay veces que intentamos acelerar y atajar por la vía rápida, poniéndonos en evidente riesgo (a nosotros y a los demás) y no por ello alcanzando lo que deseamos antes, sino incluso nunca.
Obedecer las señales y sobre todo las de peligro. Los semáforos y los Stop están para algo, y detenerse en ellos no significa renunciar; implica estar atentos a lo que ocurre, dejar que la circulación fluya y respetar a aquellos que, eventualmente, tienen preferencia. Siempre llegará el momento en el que nos tengan que ceder el paso a nosotros.
Poner todo el interés en la conducción y evitar las distracciones. Fijando permanentemente la vista en el camino o lo que es lo mismo, en el objetivo, prescindiendo de todo aquello que nos pueda distraer de él.
Preocuparse de conocer la ruta que nos lleva hasta el destino elegido y en caso de equivocarnos de carril y acabar en un callejón sin salida, utilizar un mapa o un Gps que nos marque de nuevo la senda correcta, recordando que no siempre el camino más corto, es el mejor.
Ya voy terminando. Si tenemos la fatalidad de sufrir una avería, pedir ayuda. No resulta traumático contar con apoyo externo, si nosotros solos somos incapaces de resolver el problema y volver a arrancar el coche.
Y al fin, si cometemos errores y como consecuencia de ello la policía nos multa, asumir la equivocación y pagar; no intentando convencer al resto del mundo -como pasa muchas veces- de nuestra inmaculada inocencia y de ser victimas de un cruel e injusto complot.
No olvidemos que la vida sin problemas, sería como conducir por una carretera sin curvas. Demasiado monótono, ¿verdad?
Reflexión final: ... y sobre todo que el cumplimiento estricto de estas reglas básicas no nos impida disfrutar del viaje.
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