Si vas al supermercado, posiblemente acabes comprando chicles o pilas antes de pasar por caja. Por motivos similares, no es raro acabar comprando algún título de la colección 33 1/3 cuando vas a la librería. Se trata de libros baratos, pequeñitos, de colorines y que hablan sobre discos de referencia. Vaya, que es casi imposible no picar y llevarte al menos uno a casa. Por desgracia para nosotros, no todos los títulos han sido traducidos al castellano y algunos de ellos sólo se pueden conseguir por internet.
Mi introducción a Pink FLoyd
Declararse fan de una banda como Pink Floyd es un tema ciertamente peliagudo. Cuando se trata de bandas sumamente conocidas, siempre va a haber alguien con más conocimientos que tu sobre ellos, o va a disponer de más material difícil de conseguir. O incluso se habrá tatuado alguno de sus logos.
Tampoco sé hasta qué punto puedo permitirme el decir que han sido una influencia para mi, puesto que ni hago música ni son una banda de mi época, y mucho menos cuando el Piper vio la luz. El caso es que sí, lo han sido y lo siguen siendo cada vez que escucho el disco.
Hasta hace unos cuantos años, lo único que conocía de Pink Floyd eran los típicos temas de siempre: que si Wish You Where Here, que si Another Break in The Wall…
Mi interés por la banda se despertó oficialmente tras ver el documental “A Technicolor Dream” que se proyectó en el Inedit hace ya unas cuantas ediciones. Trata sobre toda la escena contracultural que se dio en Londres en los años 60, y allí estaban los Floyd volviendo loca a la gente.
Mucho de lo que se cuenta en el documental aparece también reflejado en el libro, pero creo que es extremadamente importante conocer el contexto histórico para entender la importancia de este disco, independientemente de que guste o no.
The Piper At the Gates of Dawn, por John Cavanagh
El libro nos desgrana cada uno de los temas del disco y su historia a través de las letras, de entrevistas a un montón de personajes (recomiendo leer el libro con un bloc de notas cerca para poder ir apuntando tantísimas referencias) y de las propias reflexiones del autor.
La manera en que Cavanagh aborda el disco hace que su lectura resulte interesante incluso para los que no hacemos música. Ésto también se debe al hecho de que el Piper no es un disco hecho por virtuosos ( en varias ocasiones se habla sobre que en realidad apenas sabían tocar sus instrumentos) si no por gente excepcionalmente creativa. Una creatividad experimentada desde ángulos prácticamente opuestos a la vez que complementarios a juzgar por las aportaciones de Syd Barrett y de Roger Waters.
Foto: Bob Klose
Te guste o no, Piper está hecho para analizarlo no desde la técnica sino desde la experiencia que te produce escucharlo.
“Si no tomabas ácido te llevaba a un lugar que seguramente te parecía mejor que el mundo en el que estabas. O bien estabas ahí fuera en el cosmos, flotando, mirando alrededor maravillándote [...], o bien te encontrabas corriendo por campos de flores sin modificaciones genéticas”
Ésta es la parte que encuentro más inspiradora del libro y del disco. Pink Floyd hicieron un disco con lo que les salía de dentro y a partir de lo que sabían hacer. A veces resulta raro y retorcido, otras inocente y sin pretensiones. ¿De cuántos discos se puede decir lo mismo hoy en día?
Puede que los tiempos hayan cambiado, que ya no nos sorprendan las mismas cosas y que hayamos dejado de buscar esa especie de trascendencia colectiva; pero merece la pena redescubrir este disco una y otra vez y entender por qué Pink Floyd fueron los únicos capaces de abrir tantas puertas, y no sólo musicales.