Autor: George Lois. Un curioso y, por otra parte, excepcional personaje, es el autor de nuestra frase de hoy. Nacido en Nueva York en 1931, ha ejercido de director de arte, diseñador y escritor. Pero George Lois, es sobre todo reconocido por las casi 100 portadas que diseñó para la revista Esquire y que son consideradas entre las imágenes más memorables y provocativas de la historia de la publicidad en cualquier medio.
La declaración completa de la cual parte la cita de hoy, es la siguiente: “Cuando llevaba sólo seis meses instalado en el Bronx, veía el dedo de Dios de la pintura de Miguel Ángel en mi techo. Y bajaba la mano para decirme: ¡George, lleva cuidado¡. Después, mis padres me lo decían. Mis hermanos. Mis camaradas en la guerra de Corea. Mis compañeros de baloncesto. Y todavía aún hoy me lo dicen: ¡George, lleva cuidado¡ ¡Y una m…¡ Si llevas cuidado, nunca harás nada grande en la vida. Tienes que hacer cosas arriesgadas”.
Es comprensible que el afecto que sentimos hacia alguien nos haga recomendarle prudencia, al considerar que el peligro se encuentra en la inseguridad que provoca el intento de hacer cosas nuevas con osadía. Pero, ¿y si el verdadero peligro fuera permanecer quietos y no intentar lo que nos proponemos?, ¿y si quitándole determinada idea de la cabeza a una persona que está convencida, por ejemplo, de emprender un proyecto, le estamos simplemente arruinando su futuro?
Estoy con George Lois. La vida se exprime en toda su extensión, cuando estamos dispuestos a correr riesgos, porque si siempre estamos pendientes de las consecuencias, si siempre estamos, lo que es peor, pendientes del qué dirán, si siempre para dar un paso, debemos estar completamente convencidos primero de la absoluta solidez del suelo que pisamos… nunca haríamos nada distinto u original.
Lógicamente, cuando arriesgamos nuestras posibilidades de equivocarnos crecen exponencialmente. Pero, hay que intentarlo. Siempre hay que intentarlo, aunque sea sólo para apagar esa maldita voz interna a la que podríamos acabar aborreciendo de tanto recordarnos a lo largo de la vida las cosas que nunca intentamos hacer.
Reflexión final: entrada capicúa. Añado una cita al final, que tiene el mismo espíritu de la cita inicial. “Si no quieres correr riesgos en la vida, ya has decidido que no deseas crecer.” (Shirley Hufstedler)… y ser alto tiene muchas ventajas.
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