Revista Espiritualidad

334.- "Después de haber recorrido el mundo entero en busca de la felicidad, te das cuenta de que estaba en la puerta de tu casa."

Por Ignacionovo
334.- Autor: Proverbio africano. “La crisis está haciendo que muchos ejecutivos se cuestionen si son felices en el trabajo”. Este es el titular de la noticia que hace poco llamó mi atención. Resulta que muchos directivos, según contaba el cuerpo de texto de la información, están comenzando a cuestionarse si son felices en su trabajo; si realmente se sienten realizados; si de verdad les compensa un estilo de vida que no les permite tener tiempo para la familia, vivir la infancia de sus hijos o disfrutar tranquilamente con sus amigos de las cosas que más les gustan.
La reflexión aludía, sobre todo, a las personas que han sobrepasado los cuarenta años y a las que parece no compensar ya los sacrificios que años antes si que estaban dispuestos a realizar, en pos de labrarse una carrera exitosa o acumular renombre y riqueza.
Lo curioso es que también se afirmaba, que es justo a partir de los cuarenta cuando las prioridades cambian y se comienza a buscar sentido a la vida. Una especie de Rubicón sólo capaz de cruzarse cuando las personas se desprenden del miedo y del temor a fracasar y empiezan a ser libres, para crear su propio destino a través de un nuevo (y más sincero) horizonte para sus vidas.
Impecable, y más vale tarde que nunca, pero si recapitulamos:  hay mucha gente que pasa la mitad de su vida haciendo las cosas de una determinada manera que no les acaba del todo de convencer, empeñándose con denuedo en construir lo que entonces parece esencial para ellos, prescindiendo de vivir y de todo lo que conlleva el hecho de vivir plenamente, abandonando prioridades (que por algo se llaman prioridades) y así, hasta que un buen día deciden que ya no vale la pena y se proponen cambiar radicalmente su estilo de vida.
Quiero más bien pensar, que ello se debe a que sólo cuando tienes una red de seguridad bien tejida (o cuando no queda más remedio), es cuando te planteas la posibilidad de asomarte al abismo de la incertidumbre. Y será entonces, pero no antes.
Loa valores que uno entiende que debe defender a la hora de construir y desarrollar su propia vida, no creo que aparezcan como por arte de ensalmo a una determinada edad, tal como si un despertador los desperezase. Están ahí desde hace mucho tiempo (¿desde siempre?) y no se debería llegar nunca, entiendo, a la fase de agotamiento o de frustración para intentar cambiar las cosas si no nos gustan o, lo que es más grave, si sabemos que no nos van a gustar tampoco en diez años que pasen.
La crisis económica y sus exigencias tal vez desencadene pensamientos de cambio, porque la mala coyuntura aviva la presión, pero si desde siempre hemos sido conscientes interiormente de cómo nos gustaría vivir y de qué hacer con nuestra vida, no esperemos a tener ésta resuelta… porque la vida jamás se resuelve del todo. Pensemos ahora en lo qué tenemos que hacer, para que un buen día no nos levantemos deprimidos pensando que hemos desperdiciado no sé cuántos años en hacer algo que nunca nos gustó.
Reflexión final: El saber popular dice, y dice bien, que sólo hay algo irremediable, y ya sabes qué cosa es. A todo lo demás se le puede poner siempre remedio.
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