Autor: Gilbert Keith Chesterton. La frase de hoy puede resultar un poco áspera, sin duda, pero que nadie la interprete como una especie de acusación velada hacía aquellos que no consiguen, por más que se empeñen, encontrar un atractivo a su tarea diaria.
En la vida, siendo sinceros, tenemos que enfrentarnos a menudo con situaciones que no nos gustan especialmente, por no decir que incluso nos pueden resultar odiosas. Ocupaciones laborales tendentes a cubrir una necesidad económica y que, desde luego y si nos dieran a elegir, descartaríamos hacer.
Es algo habitual estar abocados a hacer un trabajo que no nos complace a cambio de un sueldo para vivir. Nada que objetar, porque todo el mundo lo hizo, lo hace o lo hará. El problema reside en que la dedicación a esa tarea tenga carácter eterno y por tanto, cada día se convierta en una especie de tortura insoportable en la que durante ocho horas, sufrimos la condena que nos ha correspondido (no sé en qué juzgado). Y que así, se nos vayan pasando los días y la vida mirando permanentemente el reloj en busca de la hora de la liberación.
Siempre hay que intentar dedicarse a hacer lo que uno ama. Si no es posible de momento, eso no implica que mientras tanto no vayamos dando pequeños pasos, en la forma en que se crea conveniente, para alcanzar el objetivo. Tiempo hay para planificar y ponerse a ello, aparte de las horas estrictamente dedicadas a lo que te da de comer.
Cuando uno está francamente a disgusto con una situación y no hace nada para cambiarla, es posible garantizar que nada cambiará, porque esperar soluciones mágicas puede ser gratificamente para airear el cerebro, pero un martirio para la lógica de cómo las cosas ocurren.
Dar pasos, por un lado, que nos lleven a dónde queremos y por el otro, tratar de cambiar la perspectiva del lugar en el que estamos, porque no sabemos cuánto tiempo permaneceremos ahí. Hay que procurar interesarse por lo que uno hace, aunque no le guste. Ya sé que es duro, pero hay que ser capaces de encontrar agua hasta en el más árido de los desiertos.
Si ponemos atención e interés, podemos encontrar satisfacciones casi en cualquier parte y se trata, no ya de encerrarnos cada día en una cárcel y soportar la sentencia amargados, sino lograr sacar partido incluso de las peores situaciones, mientras, eso si, nos ponemos en marcha para cambiar de escenario.
Reflexión final: En la vida trata de no hacer nada para salir del paso. Todo lo que merece tu tiempo, hazlo bien. Entrégate a la tarea más pequeña con entusiasmo y procura de que la calidad de lo que hagas, por pequeño o aburrido que resulte, sea siempre superior. Cuando esa inercia te conduzca a hacer lo que de verdad te gusta, nada ni nadie podrá contigo.
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LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 20 septiembre a las 23:23
Sí, es una pena que tanta gente pasa la tercera parte del día en un trabajo rutinario que no le gusta y otro tercio que duerme, cuando podría revalorizar el trabajo que realiza y hacerlo más interesante. Solo hace falta curiosidad y pensar cómo podría hacer que su puesto sea más agradable y proponerlo a su jefe. Esto es parte de la innovación de la que tanto se habla. Innovar no es solo investigar en un laboratorio. Y también: el que aporta ideas buenas a la empresa tiene más probabilidad de ascender que uno que solo espera la hora de salida.