Además de la postergada Essential killing, hoy también se estrena 35 rhums. La película de Claire Denis pasó por Buenos Aires tres años atrás para participar de la 11a edición del BAFICI. Este jueves regresa con total discreción: de hecho, sólo se proyectará en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín.
Acostumbrados a un cine donde la acción suele ser sinónimo de violencia y/o tragedia, algunos espectadores esperamos que suceda algo terrible en este film, algo que rompa la armonía del vínculo paterno-filial entre Lionel y Joséphine. Sin embargo, la guionista y directora francesa no sólo preserva esta relación sino que busca asignarle un protagonismo inalterable.
Los analistas freudianos encontrarán que Denis describe el fenómeno edípico a la perfección. La convivencia poco habitual entre un padre viudo y su hija adulta sirve de excusa para concentrar en un solo espacio físico (el hogar) la ternura, la comprensión, la atención que se prodigan.
El celo eventual aparece fuera de esas cuatro paredes, cuando Lionel conquista a la dueña de un restaurant o cuando Joséphine le devuelve un beso a Noé. Por lo demás, los protagonistas constituyen una suerte de epicentro alrededor del cual giran vecinos y compañeros de trabajo.
Lo curioso de este amor paterno-filial es que, por un lado, repele posibles intrusiones pero, por el otro, atrae -incluso contagia- a quienes transitan su órbita. De ahí la incondicionalidad de los periféricos Gabrielle y Noé.
35 rhums también propone el fresco de la Francia (o mejor dicho, del París) que los franceses (parisinos) les conceden a los inmigrantes provenientes del Tercer Mundo. De esta otra manera, un poco más allá del departamento, Lionel y Joséphine se preservan de la amenaza xenófoba.
Un guión sugerente (poco verborrágico), actuaciones convincentes (se destacan Alex Descas, Mati Diop, Nicole Dogue y Grégoire Colin) y una buena fotografía son las virtudes principales de este trabajo cinematográfico. Sin dudas, la más grande de todas es la capacidad de demostrar que el cine puede cautivar aún cuando se permite prescindir de la violencia y la tragedia.