Revista Cine

36 horas en Bogotá

Publicado el 17 noviembre 2015 por Kike Morey @KikinMorey

Aproveché un nuevo viaje de trabajo para disfrutar de un fin de semana en Bogotá, la capital colombiana que se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos de mayor afluencia turística en América Latina.

Enclavada en medio de la Cordillera de los Andes, la megápolis de más de ocho millones de habitantes cuenta con modernos y enormes edificios en su zona financiera, un pintoresco centro histórico de pasado colonial y amplios espacios naturales a las afueras de la ciudad.

A la manera de la serie "36 horas" del New York Times -que en esta misma semana ha publicado su reportaje sobre Bogotá - les presento mi propia versión de cómo pasar un fin de semana de lo más completo en el sorprendente, caótico y divertido Distrito Capital de Colombia.

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Viernes en la noche: La Zona Rosa

En Bogotá anochece muy pronto. Alrededor de las 6 de la tarde el sol se esconde y deja paso a brillantes iluminaciones que decoran tiendas, bares y restaurantes. Probablemente las más animadas son las que están ubicadas en la Zona Rosa, varias cuadras llenas de comercios y lugares de entretenimiento que se encuentran entre las calles 79 y 85, y las carreras 11 y 15 -en Bogotá es fácil ubicarse con sus direcciones basadas en coordenadas cartesianas-.

Se puede empezar recorriendo alguno de los grandes centros comerciales de lugar, como por ejemplo el Andino, uno de los más variados y en el que siempre me suelo perder debido a sus continuas ampliaciones. Aprovechamos para hacer una pausa y disfrutar de un buen café colombiano en las agradables cafeterías Juan Valdez, la cadena nacional que nada tiene que envidiar al estilo de la global Starbucks -de reciente apertura en la ciudad y con la difícil empresa de competir con el gigante cafetero local-.

Para cenar se puede ir a cualquiera de los muchos restaurantes de la zona, de diferentes ofertas y sabores. Me sorprendió el auge que tiene la cocina peruana en Bogotá. Es posible encontrar buenos ceviches, lomos saltados y piscos sour en diferentes puntos de la ciudad. Pero si algo caracteriza a la Zona Rosa son sus discotecas y pubs, con música para todos los gustos, donde los más divertidos suelen estar repleto de gente durante toda la noche. Para quienes disfruten de la cerveza tirada -el chop o la caña- la Bogotá Beer Company es una excelente opción para probar varios tipos de cervezas artesanales, en un ambiente similar a un pub inglés, con transmisiones deportivas y la música con la que crecimos los que estamos arriba de los treinta.

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Sábado al mediodía: La Candelaria

La Candelaria es como se conoce al barrio en donde se emplaza el centro histórico de la ciudad. En el corazón de Bogotá se encuentran varios edificios gubernamentales, la Catedral y otras iglesias de corte colonial y los principales museos de la capital como los que forman parte de la colección del Banco de la República. Uno de los más visitados en el Museo Botero, un espacio dedicado al artista plástico más universal de Colombia.

Las salas albergan más de 200 obras donadas por el propio Fernando Botero, tanto de su obra -la mayoría creadas en la década de los noventa- como de otros artistas vanguardistas de renombre. Organizado de forma cronológica, la exposición muestra las distintas facetas de la trayectoria de Botero-dibujante, pintor y escultor- en un ambiente muy bien acondicionado, en el que se puede pasar la mañana sin advertir el paso del tiempo. Ver las típicas gordas y gordos de Botero, así como las exuberantes flores y frutos con su particular visión -incluso objetos inanimados como guitarras o casas- demuestran el genio de un artista único.

Seguimos hacia la Plaza de Bolívar, epicentro bogotano rodeado por el Palacio Arzobispal, el Capitolio, la sede de la Alcaldía y el tristemente célebre Palacio de Justicia -lugar que fue objetivo de una acción terrorista en 1985-. Sus más de diez mil metros cuadrados albergan personajes tan vintage como los fotógrafos ambulantes -que a su visión profesional ahora le añaden filtros y marcos decorativos por un módico precio- y las vendedoras de bolsitas con maíz, con las que se alimenta a las miles de palomas en uno de los pocos sitios en donde todavía se las trata con cariño.

La carrera Séptima es un recorrido imperdible para tener contacto con el modo de vida de parte de la sociedad bogotana. Convertido en un paseo peatonal, es habitual sin embargo cruzarse con varios ciclistas que, como uno, tratan de evitar toparse con los muchos vendedores que a pie de la calzada ofrecen libros, discos, accesorios de moda entre otros artículos. Lo mejor es contemplar a los artistas callejeros que se distribuyen por sus distintas cuadras: desde una adolescente bailando y cantando pop latino con el apoyo de una pista musical, hasta grupos de folklore latinoamericano, pasando por músicos de jazz al estilo de Nueva Orleans, una pareja de bailarines de salsa que se deslizaban en medio del ardiente asfalto y el curioso juego del cuy, en donde se apuesta por acertar a cuál casita entrará el animal. Toda una experiencia.

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Sábado en la noche: El Hogar Encendido en Chía

A una hora de Bogotá se encuentra el municipio de Chía, una localidad que se ha hecho famosa entre los turistas por ser la ubicación matriz de Andrés Carne de Res, el número 42 de la lista de los 50 mejores restaurantes de Latinoamérica del 2015.

El Hogar Encendido es un amplio y acogedor lugar decorado con estética kitsch, donde se mezclan vetustos artilugios, frases populares y una tenue iluminación mediante velas. La carta es un libro con todo tipo de comida: ensaladas, entradas calientes, pescados y mariscos, hamburguesas, carnes a la brasa, comida típica y más. Igual de surtido es el bar con bebidas y cocteles de todas partes del mundo.

Como lo indica su presentación, se trata de un "restaurante, bar, baildero, miradero, conversadero y estadero". Después de cenar, los clientes pueden hacer la digestión, moviendo las caderas, en la pista central de baile. Alegres animadores con disfraz van de mesa en mesa invitando a los concurrentes al jolgorio y el desenfado. Es normal llegar alrededor de las ocho o nueve de la noche para salir a la madrugada o a las primeras horas del día siguiente. Para volver a casa se puede decir al taxista que le espere hasta la hora que uno quiera o pedir uno de los taxis concertados en la misma puerta del restaurante. Incluso se puede contratar a un conductor alternativo que lo dejará en su hotel sano y salvo a pesar de la ingesta alcohólica. Lo tienen todo perfectamente montado.

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Domingo en la mañana: La Catedral de la Sal

Zipaquirá es un municipio agrícola y ganadero que se encuentra a cincuenta kilómetros de la ciudad de Bogotá. Es famosa principalmente por sus minas de sal que han sido explotadas desde la época precolombina hasta nuestros días. Dentro del complejo minero se encuentra "la primera maravilla de Colombia", uno de los lugares más peculiares y sorprendentes del planeta: la Catedral de la Sal.

La nueva catedral se erigió en los noventa, debajo de lo que había sido la primera catedral que fue construida por los propios mineros en los años cincuenta. El recorrido empieza con un túnel que nos lleva a la Vía Crucis, pequeños altares con grandes cruces talladas en la roca y una focalizada iluminación en la que predominan los tonos azules. Al final de la última estación, se encuentra una cúpula, de considerables dimensiones, que nos conecta con las impresionantes naves de la catedral.

La parte central es la de una catedral con todas las de la ley. Enorme, altísimo, con un altar mayor, bancas, espacio para el coro y una inmensa cruz que preside todo el lugar. Dicen que aunque no está considerada como un espacio de culto oficial por la iglesia católica, varias parejas se casan dentro de ella mediante algún rito protocolar. Además de la catedral, se cuenta con stands para la venta de recuerdos y piedras preciosas, salas de proyección y hasta un centro de convenciones para recepciones y conferencias. La visita dura no menos de dos horas y lo habitual es que el taxista que te trae, te espere a la salida del lugar.

Y yo que pensaba que se trataba solo de una pequeña capilla.


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