Revista Regiones del Mundo

36. Miedo y Asco en Santiago

Por Lagunamov @Lagunamoc
Estoy nerviosísimo; tan nervioso que casi no puedo sostener el lápiz en mi mano temblorosa. Creo que es el nerviosismo que sólo un hombre libre puede sentir, un hombre libre que inicia un largo viaje cuyo final es incierto.
Esperanza, Primavera EternaRita Hayworth y la Redención de Shawshank

-No consta que hayas cruzado la frontera chico - dijo el detective de la policia internacional mientras miraba mi pasaporte- ¿Cómo sé que no me mientes? El de la foto del no pareces ni tú. (¿Cuánto te puede cambiar una coletita?)
36. Miedo y Asco en Santiago
Se levantó de su silla, salió del despacho de esa comisaria de Santiago y me dejó sólo. Yo no sabía qué más decirle. Mi pasaporte no tenía sello y la explicación que le daba parecia no creérsela. Los narcotraficantes habían mermado la confianza de los carabineros hacia los extranjeros.
Al cabo de unos minutos, el detective volvió y me pidió que le siguiera.
-A ver, cuéntame cómo llegaste hasta aquí.
Intenté hacer memoría y contarle todo lo ocurrido. No iba a ser difícil, me habían pasado muchas cosas significativas desde mi partida de Argentina...
3 días antes
Con dolores en la cara por las quemaduras que me había provocado el sol por hacer a dedo tanto tiempo, yo estaba felizmente sentado en el camión mientras cruzábamos el último túnel argentino. No me había tenido que rendir, había conseguido hacerme más de 5000 km a dedo sin tener que pagar un bus.
Había sido duro pero había valido la pena, los largos trayectos no se me hicieron ni duros ni aburridos gracias a esas almas caritativas que se habían cruzado conmigo en la carretera. Y todo lo que me había pasado era solamente el principio del periplo, si Argentina me había brindado tal rica experiencia no podía esperar a lo que Chile me tenía que ofrecer. Además, iba a volver a hacer de profesor, esta vez en una ONG, cosa que me ilusionaba muchísimo.
El túnel se acabó y la luz del día me sacó de mis pensamientos. Un edificio apareció detrás de este. Era la aduana chilena y eso significaba que mi pasaporte iba a ser sellado. El camionero se bajó del camión y me indicó por donde tenía que ir. Me dijo que me esperaría en la salida, en territorio chileno.36. Miedo y Asco en Santiago
Recuerdo que , al bajar del vehículo, tuve mucho frío. La noche se estaba levantando y los rayos del astro diurno estaban dejando de calentar nuestro planeta.
-Espero que este no sea el eterno verano del que me hablaban - pensé.
Iba en manga corta, pero no me puse ninguna chaqueta, eso me hubiese quitado tiempo (la había puesto en la parte más inferior de la mochila ) y no quería que mi chófer se fuese sin mí, por mucho que me hubiese dicho que me iba a esperar, yo no me fiaba ni un pelo de un hombre con tantas amantes, así que entré rápidamente en la estructura. Si engañaba a su esposa, ¿qué le podía impedir engañar a un completo desconocido?
Crucé unas vallas hasta que llegué a una gran sala con varios mostradores. Estaba repleta de gente, colas y colas la inundaban.
Me acerqué a un mostrador y pregunté qué tenía que hacer para cruzar la frontera a pie. Al darse cuenta de que no era camionero, sino extranjero, me derivaron a la policia internacional. Un chaval joven me pidió el pasaporte, rellenó algo en el ordenador y me lo devolvió.
-Ve con este papel al escáner y estarás listo.- Me dijo.
-No me tienes que sellar el pasaporte? - Respondí extrañado.
-No, no hace falta...
Esto último me dejó mosca y, tras varios intentos, desistí, fuí hacia los escáneres y pasé la mochila por uno de ellos. Al final de la cinta, un guardia me la registró.
-Hemos detectado algo orgánico, llevas comida flaco?
-No, que yo recuerde.
El agente me hizo sacar todo de la mochila hasta que dimos con lo que era. Un tarro pequeño de miel que Ana me dio como recuerdo de Arriba la Luna.
-Lo siento, pero esto se queda aquí, rellena este papel para declararlo.
Me jodió que me quitaran la miel, pero bueno, cosas que pasan. Me devolvieron la mochila, me sellaron un papel y fuí hacia la salida. En esta, una chica me detuvo y me pidió el documento, al ver que estaba en orden levantó la barrera y me dejó pasar.
Ya había cruzado la frontera, pero me preocupaba el no tener el sello en el pasaporte al final de la cadena de procesos.Estaba planteándome el volver cuando vi a mi camión arrancar, así que empecé a correr hasta él hasta que el camionero me vio y paró.
-Estabas tardando demasiado gallego, mi mujer me espera para cenar jeje.
-No me han sellado el pasaporte. ¿Es normal? - pregunté para salir de dudas.
-No, siempre sellan, pero ve a la embajada de tu país en Santiago y arréglalo, no tenemos tiempo.
No me quería ir sin mi sello, pero mi conductor arrancó y se adentró en la bajada de los Andes. Así que no me quedó más remedio que adentrarme en tierras chilenas con lo que suponía no tener sellado el pasaporte: ser un ilegal.
La luna ya había salido y no se veí nada en la carretera. No tenía ninguna idea sobre el tramo del camino en el que estábamos hasta que a mi compañero le dio por abrir la boca. Y ojalá no lo hubiese hecho.
-Tienes máquina de fotos? Ahora bajaremos por los caracoles, un lugar hermoso pero donde mucha gente muere, si te falla el freno estás perdido, adiós.
Fijé mi mirada y noté que una especie de curvas muy cerradas estaban en frente nuestro. Al girar por una de ellas, miré por la ventana y vi que estábamos al borde de un precipicio. La carretera no tenía vallas ni ningún tipo de seguridad, si calculabas mal la distancia o simplemente fallaba algo chao chao. Una caída desde arriba de la cordillera pondría fin a tu vida.
Los demonios, esas criaturas que la religión cristiana creó, en algún punto de su vida, para tener una figura opuesta al bien y que castigara a aquellos que pecaban, se me aparecieron mientras bajaba por aquellos caracoles. Empecé a temer por mi vida.36. Miedo y Asco en Santiago
El camión hacia cosas raras, las luces no le funcionaban en la que era una de las noches más oscuras que había vivido hasta entonces y el conductor tenía que parar de vez en cuando porque el motor se calentaba o algo por el estilo.
-Tengo que tener cuidado, el otro día me quedé sin frenos abajo y gracias a que había un tramo de emergencia pude parar, sino no lo hubiese contado. - Me dijo como si nada.
Estaba nervioso y tenía que centrar mi mente en algo durante esa hora que iba a durar la bajada si no quería pasarlo mal. Saqué la tablet y puse el emulador de ds para resolver algún puzzle del Profesor Layton.
Con el juego del estudio Level 5 se me pasó más rápido el tiempo y desconecté. Podríamos haber volcado o habernos salido de la carretera, pero habría muerto inmerso intentando resolver los rompecabezas que la historia me proponía.
Pero cómo podéis imaginar, tuve suerte y el camión llegó vivito y coleando a las faldas de la montaña. Ya a salvo y con los andes en la espalda, el camionero empezó a darme conversación y dejé de jugar.
-Mira que minas me cojo gallego.
Sacó el móvil y me enseñó fotos de chicas desnudas, en algunas, incluso salía él con ellas. Surrealista.-Están buenas eh?La verdad es que no eran de mi tipo, así que no dije nada. Al ver que no le bailaba la canción, guardó el móvil y se enfadó.
-Apuesto a que no te coges a ninguna así. Te voy a contar el truco para hacerlo. Yo antes no me comía nada, pero mi primera mujer me dejó y empecé a tratar mal a las minas, como si no valiesen nada, a hacerles daño, entonces todas vinieron a mí. En el fondo les gusta eso, que las traten mal, son todas unas putas, pórtate bien con ellas y les darás igual, pórtate mal y solamente pensarán en ti. - Me dijo.
Su discurso me pareció tan triste que mi cara se lo debió de reflejar claramente. Tengo un problema (o no) y es que la gente nota si me caen bien o mal, no intento disimular que me gustan si no lo hacen y este camionero se dio cuenta de que yo no era de los suyos. Se calló durante el resto del trayecto.
No puedo aprobar a alguien con ese pensamiento tan machista y salvaje. Además, ya hay suficientes historias tristes en el mundo como para convertir tu vida en una de ellas porque alguien te hizo daño (y me gustaría haberle preguntado qué pasó, porque en las rupturas los dos siempre tienen algo de culpa...)
Llegamos a un pueblecito llamado Los Andes y me dijo que me bajara. Le dí las gracias y bajé. Eran las 23:00 y tenía dos opciones:
1- Llegar a Santiago (2 horas) aunque fuese tarde y peligroso (capital de país).
2-Buscar un hostel en Los Andes y partir por la mañana a Santiago.36. Miedo y Asco en Santiago
Cómo ya he dicho varias veces soy un inconsciente y, a los 5 minutos ,sí, ya estaba haciendo dedo a Santiago. Estaba oscuro, no pasaba nadie y yo estaba cansado, pero me veía con ánimos porque no hacía frío!
El único coche que pasó paró. Era una furgoneta y estaba ocupada por un viejecito.
-%&@&€&€-#8 Santiago - Me dijo.
No entendí nada pero escuché Santiago y me monté. Me estuvo hablando y no lo podía entender, posiblemente en chino hubiese captado más cosas. Tardé medio trayecto en adaptarme a su acento chileno.
Efectivamente, iba a Santiago y me iba a dejar en el centro.
-No sé el porqué quieres ir a Santiago joven, es muy peligroso, está lleno de mala gente que se mete pasta base y que te robarán al verte. Yo te dejo allí pero no me hago responsable de lo que te pase.
Menudos ánimos me estaba dando el hombre! Menos mal que no soy una persona caguica, si no hubiese empezado a llorar o a temer por mi llegada a la ciudad.
-Sabes de algún hostel en el centro? - Le pregunté.
-En el centro hay muchos, pero creo que cierran por la noche para que no entren los drogadictos.
La carretera desapareció y entramos en una autopista. La primera que veía en mucho tiempo. Nos unimos a un flujo incesante de coches y seguimos rumbo a Santiago. De pronto, un ruido que provenía de un dispositivo del vehículo me sorprendió.
-Qué ha sido ese ruido?
-Aquí, en Chile, las autopistas son concesionadas, cada vez que escuchas un ruido es que me cobran por usarlas - Me respondió.
Al cabo de un rato, los edificios ocuparon el horizonte y las montañas y lo verde quedaron atrás. Todo mi alrededor me indicaba que estábamos metiendonos en el corazón de una gran urbe. El coche paró en mitad de la autopista y el viejecito me abrió la puerta.
-Suerte muchacho, sube por esa salida y dirígete hacia el centro, está a unos 45 minutos andando. Adiós!
Cerró la puerta y siguió su camino. Subí por la salida y llegué a un parque. Había bastante gente por las calles de la ciudad. Era viernes noche y muchos jóvenes salían en ese momento de las discotecas para volver a sus casas. Me puse en marcha y empecé a preguntar a toda persona que me cruzaba sobre un hostel. Nadie sabía nada.36. Miedo y Asco en Santiago
A la media hora de andar sin rumbo, me encontré con unos carabineros y estos me dijeron que fuese a Avenida Brasil, que allí encontraría muchos. Sacaron un mapa y me indicaron cómo llegar.
-Cuidado con este barrio, no te metas - me advirtió el policía.
Les di las gracias y subí hacia Brasil. No sé en qué punto las casas y los edificios empezaron a tener mal aspecto, ni por qué yo no me dí cuenta de ello. El caso es que debí meterme en el barrio chungo sin ser consciente de ello y, cuando lo noté, ya me salía más a cuenta atravesarlo.
No me pasó nada, pero vi cosas muy duras mientras iba sentado en el tren de la bruja que lo atravesaba. Niños esnifando coca, madres inyectándoles pasta base, gente que se reía al verme, hombres que corrían como si sus almas quisiesen despegarse de sus cuerpos.
Esos individuos habían perdido en el juego en el que la sociedad se perpetúa. Si somos animales que tienen una ilusión, un sueño en el que somos personas, esos yonkis tenían otro muy distinto y más cercano al concepto que tenemos de pesadilla.
Por fin llegué a avenida brasil y, allí, no me costó encontrar un hostel. Hostel Internacional se llamaba mi elegido. Entré, hice el check in y fui hacia mi habitación. Había seis camas pero ninguna estaba ocupada.
Me cambié y fuí a lavarme los dientes. Me puse enfrente del espejo y me reí. Era normal que me doliese la cara, tenía toda las mejillas rojas, las quemaduras eran muy visibles.36. Miedo y Asco en Santiago
Acabé con mi aseo y fui directo a dormir. Estaba muy cansado pero me costó mucho dormirme. Cerraba los ojos y veía esos niños drogándose.
El ser humano es el único animal que le da un sentido a su vida para poder vivir. El mecanismo de defensa del sistema ha calado tanto en nuestra conciencia colectiva que nos despertamos cada día con el objetivo de cumplir un sueño, una ilusión en la que nosotros somos personas y tenemos que tener un trabajo, una pareja, un hobbie o incluso hacer un deporte.
Sin este sueño, el tejido de lo social no hubiese nacido. Sin todo lo que implica el ser una persona (los sueños, los ideales, los memes, los objetivos comunes, la creencia de vivir una vida, etc) no habría sociedad. Seríamos puros animales que lo único que tendrían en común entre sí sería el tener que comer, correr y follar. No habría habido una sociedad sin una filosofìa conjunta.
Cuando ves cosas como las que ví en ese barrio te das cuenta de que entre ese sueño o ilusión que vivimos y la pesadilla solamente hay una distancia comparable al grosor de una fina hoja de katana, y de que muchos soñamos porque otros están sufriendo, así lo dicta la propia lógica del sistema.
Si somos fichas en un juego lleno de valores, ideales y memes y en el que la casilla final está adornada con un conjunto de letras que forman la palabra persona ¿ En qué momento alguien pierde la partida o se sale del tablero? ¿Cuando una ficha se come a otra?
Hacemos que la gente sueñe pero todos quieren ser ese soñador que tiene el mejor sueño, el que gana la partida. Pero en un juego solamente puede haber un equipo ganador, una o varias fichas que dejen atrás a otras para ganar.
Para ser jefe hay que tener a otras personas que sean subordinadas, para obtener algo alguien te lo tiene que dar y, para que tú ganes, alguien tiene que perder.
Algunos pensaron que todos podíamos ser ganadores, que todos éramos iguales, pero ninguno de esos maestros de ceremonia supieron llevar por buen camino la partida. ¿Por qué? Simplemente no se dieron cuenta de que el problema no estaba en las reglas, sino en que los jugadores eran jugadores, de que en su propia definición se encontraban las ansías de ganar.
Lo peor de todo es que lo que os digo no es nada nuevo, todos lo sabemos, para realizarnos tenemos que pisotear.Si somos conscientes de que para ganar y seguir siendo personas tenemos que hacer que otras personas vivan una pesadilla.¿Por qué no decidimos simplemente no jugar o jugar a otra cosa? ¿Por qué no dejamos de levantarnos diciendo "soy una persona" y lo hacemos diciendo "soy un cylon"?  ¿Porqué creemos que ser una persona es un paso adelante en la evolución y no un paso hacia atrás? A lo mejor, si algún dia decidimos desprendernos de nuestra identidad, el barrio ese de Santiago deja de existir. Quizás nuestra alma está construida sobre los cimientos equivocados...o quizás no.
Con tanta rallada mental mi cabeza se cansó y me dormí. Estaba algo tocado y desconecté pensando si merecía la pena ver tales realidades.
 A la mañana siguiente me levanté y fuí al mostrador a preguntar donde había un banco, por la tarde había quedado con una persona a la que ya conocéis y necesitaba dinero. No había nadie, el dependiente estaba en una silla cercana durmiendo. Traté de despertarle pero no me hacía caso, estaba borracho. Genial Santiago, genial.
Desistí y salí a la calle. Hacía el centro de la ciudad. A las 3 cuadras encontré un banco santander.
-Español! Perfecto. - Pensé.36. Miedo y Asco en Santiago
Metí la tarjeta, introducí el número secreto y saqué un poco de dinero. Acabé la operación y parecía que había algún problema, mi tarjeta salia pero no lo suficiente cómo para poder cogerla. La metí para ver si salía entera. Nada. Al tercer intento el cajero hizo un ruido y mostró un mensaje en su pantalla:
-Su tarjeta ha sido requisada por motivos de seguridad, si es extranjera se destruirá, en caso contrario podrá recogerla en su banco habitual-
Lo que me faltaba! Ilegal y sin dinero en un país extranjero. Me cagué en todo y salí a la calle en busca de ayuda. Las carreteras y las aceras estaban llenas de fichas de jugadores que habían ganado la partida, sus porsches y sus trajes eran los premios que habían recibido.
Mientras tanto, en otra parte de Santiago, los perdedores habían dejado de lado los dados por creer que la pastabase era el comodín que les iba a llevar a la meta de ese duro juego. Cuando, desgraciadamente, estamos obligados a tirar los dados si no queremos ser penalizados por tramposos. &version;

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