Revista Coaching

367.- "Un amigo es aquel al que no le importa estar a tu lado cuando lloras y ponerte el hombro sin miedo a encoger por tus lágrimas."

Por Ignacionovo
367.- Autor: Anónimo. De repente la vida se precipita, desmoronándose a tu alrededor todo aquello que creías sólidamente arraigado. Las certezas que te sostenían, se vuelven incógnitas en apenas un suspiro. El dolor, que tal vez no asome por pudor a tu rostro, se queda a vivir en ti. La energía deja de fluir y desaparece por completo y si ya no te quedan fuerzas ni para levantarte, mucho menos para intentar remontar.
Las causas de todo esto pueden ser diversas: desde la pérdida de un ser querido, hasta el desplome de tu sueño más anhelado. Desde una antigua amistad que se quiebra, hasta una situación económica desesperada. Desde un problema de salud, hasta la constatación de la completa falta de expectativas y la situación de enorme vació que ello conlleva. Cualquier suceso, y lo que es peor, en cualquier momento, puede sumirnos en la más absoluta desolación.
Tratamos de ser fuertes, y tal vez llegamos a pensar -ingenuamente- que por nosotros mismos podemos superar la situación, dándonos de bruces con la terca y sabia realidad que nos dice que en esos momentos necesitamos el apoyo de los que nos quieren incondicionalmente, para hallar el consuelo preciso capaz de curar las heridas del alma.
Nunca, por fuerte que uno sea o se considere, es deseable intentar salir solo de las situaciones mas angustiosas de la vida. Jamás debemos prescindir del apoyo, la comprensión y la solidaridad de los demás.
En los momentos más bajos necesitamos que nos digan que saldremos de ese mal trance; quizá con cicatrices inolvidables, pero mejor preparados. Y necesitamos también que nos conforten y nos acaricien el corazón y nos digan que no somos culpables o que somos mejores de lo que creemos y pensamos, y que por muy fuerte que sea el ciclón y por muy hondo y real que sea el dolor o muy grande la desesperación, siempre se puede salir adelante y que, de hecho, estamos obligados a salir adelante. Y necesitamos oír de alguien que nos quiere, que nunca tenemos que dejar de luchar, porque si nos faltan los ánimos o las fuerzas o las ganas, ellos nos darán los suyos y se quedarán con nosotros los días o los años que hagan falta hasta que el tiempo amaine...
Cuando era pequeño mi madre me preguntó cuál creía que era la parte más importante del cuerpo.
Yo pensaba que el sonido es trascendental, ya que te permite aprender y a la vez comprender mejor todo cuanto nos rodea. Y entonces le dije:
- ¡Mis oídos!
-No, dijo ella. Muchas personas son sordas y a pesar de ello, construyen -con más esfuerzo que el resto de nosotros- una vida feliz...


Pasó un tiempo y mi madre volvió a preguntar. Yo ya había pensado bastante al respecto y creí haber dado con la respuesta adecuada.
La visión es muy importante para todos. Nos permite contemplar el mundo y sin ella, no sabríamos cómo es éste en realidad.
- ¡Mama, la parte más importante de nuestro cuerpo son los ojos!
Ella me miró y me dijo:
- Todavía no tienes la respuesta precisa. También hay muchas personas que son ciegas y que con afán de superación, han conseguido hacerse una idea bastante aproximada del mundo y han podido, pese a todo, procurarse una vida feliz.


Siempre creí que era apenas un juego entre nosotros dos. Pero el día en que murió mi abuelo y ante mi dolor, ella me dijo:
- Hoy es el día en el que necesitas aprender por fin la lección. Creí que cuando te preguntaba, me dirías que el corazón, porque, obviamente, sin él no podemos vivir y porque se dice que es en el corazón donde residen los sentimientos. Pensé también que me dirías el cerebro, porque sin cerebro tampoco es viable la vida... pero la parte más importante del cuerpo son tus hombros.


Intrigado, pregunté: - ¿Porque sostienen mi cabeza?
- No, respondió, es porque ellos son el único lugar en el que podrás amparar y acoger a los que quieres, cuando estén tristes y lloren. Les podrás entregar tu corazón y les podrás dedicar los mejores pensamientos de tu cerebro, pero cuando la vida les duela y quieran consuelo, sólo tus hombros podrán dárselo y ni siquiera todas las palabras que seas capaz de pronunciar lograrían el mismo efecto... y creeme si te digo que todos necesitamos de un hombro para llorar en algún momento de nuestra vida.
Reflexión final: que tus hombros estén siempre cuando alguien los necesite, porque cualquiera podrá olvidar lo que dices, porque olvidarán sin duda lo que hagas, pero nunca olvidarán lo que les hiciste sentir.

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