El Tiempo Recobrado
Es curioso como la desaparición de un trozo de plástico puede arruinar todo un viaje. Estaba enfrente de la casa de la moneda sentado en un banco, pensativo y planeando mis siguientes pasos. Sin dinero no podía hacer nada, ni comer, ni dormir, ni viajar... El periplo estaba en el filo de la navaja. Cualquier paso en falso y llegaría a su fin.
Encima, la recuperación de mi VISA parecía imposible, un carabinero me había dicho que las tarjetas extranjeras las destruían al momento. Ilegal y sin dinero, genial Teo.
¿Qué podía hacer? Tenía la mente hecha un cacao, pensando en todas las variables posibles que me podían permitir salir de esa situación. Ninguna era viable. Estaba completamente perdido.
¿Es bonita la esperanza, verdad? Es capaz de ahuyentar hasta al más poderoso de los miedos y ha sido clave en la historia de la humanidad. Logra que una simple persona cambie el mundo y mueva montañas. Otros, en mi situación, habrían desesperado, pero no sé el porqué pero sabía que todo iba a salir bien. La esperanza siempre me acompañaba en el viaje y, así fue, encontré una solución temporal.
En uno de esos instantes en donde la incertidumbre reinaba en mi cabeza recordé algo, un as en la manga que me podía salvar el pellejo. En Barcelona, gracias a mi afición a los videojuegos, me saqué una tarjeta de débito para hacer compras digitales en amazon y en esas tiendas que todo buen friki conoce. Pues bien, tenia esa tarjeta conmigo de casualidad.
Fuí al cajero corriendo, metí la tarjeta y...meh, no funcionaba, no la aceptaba. No tiré la toalla y pensé que a lo mejor no podía sacar dinero con ella, pero si pagar. Fuí a un McDonalds cercano, pedí una cheeseburger, pasé la tarjeta por la máquina y...tachán. Compra aceptada. Estaba salvado, al menos durante ese fin de semana, para que luego digan que los videojuegos no sirven para nada.
Aunque estaba claro que con esa tarjeta no iba a ninguna parte. ¿Qué haría después? Era de débito y no la aceptaban todas partes, además, uno no puede vivir pagando con tarjeta en el resto de sudamérica. No podía abandonar mi verdadera tarjeta y, por eso, ideé plantarme el lunes a una hora temprana en el banco e interceptar al primer trabajador que pasase. Si eso fallaba ya pensaria en otro plan. Siempre con esperanza.
Tras eso contacté con mi siguiente voluntariado para que me esperasen el lunes por la tarde (en Maitencillo, a un par de horas de Santiago). Me confirmaron y ya pude dedicar el fin de semana a mí mismo.
Se dio la casualidad de que Luca, el italiano que conocí en Puerto Madryn, había vuelto dos días antes a Chile para quedarse a vivir. Así que quedé con él por la tarde y aproveché para renovar vestuario y cenar algo de comida buena. Estuvimos recordando viejos tiempos, hablando de Juan, de Puerto Madryn y etc. Qué risas nos echamos!
Por la noche, ya en el hostel e investigando qué podía hacer con esa media tarjeta, empecé a ser consciente de que el dinero volaba y que tenía que conseguir alguna fuente de ingresos si quería llegar hasta Alaska sin gastarme todo (y no volver a España sin un duro). Cogí el mapa del mundo y tracé mi ruta entera. Mierda, había sido irrealista, por mucha esperanza que tuviese, con lo que tenía planeado gastar podía llegar como máximo hasta la mitad del viaje (Costa Rica). Pero, a partir de ahí qué podría hacer?
No me convencía mucho lo que llevaba haciendo hasta ese momento de escribir artículos, me cortaba mucho las alas y pagaban una miseria. Aunque tampoco quería convertirme en ese tipo de persona que ahorra hasta el más misero céntimo y deja de hacer cosas para llegar a su destino.
Así que decidí no preocuparme por ello e ir hasta Costa Rica con lo que tenía, haciendo lo que me apetecía y no privándome de nada (con cabeza, no penséis que me iba gastando todo en barcos y putas) una vez allí ya me las apañaría, ya buscaría trabajo o me volvería a Barcelona para conseguir más dinero y continuar la otra mitad del viaje.
Cuando estaba inmerso en esas preocupaciones tan mundanas, alguien entró en la habitación del hostel. Enchegué la luz y esta iluminó a un hombre de unos 30 años de edad, el cual poseía los rasgos característicos de lo apolineo.
Se presentó, era suizo y llevaba 3 meses viajando. Su primer país fue Argentina y, al parecer, iba a quedarse pero no le gustó.
-Por qué no te ha gustado Argentina? - le pregunté.
-Las argentinas son muy dominantes, no me gusta ese tipo de mujer, ¿qué tal las chilenas? Vengo a Chile a ver si son diferentes y me saco pareja.
Cuando me dijo eso casi me partí de risa. Había conocido a viajeros de todas las clases: aquellos que viajaban para pasarlo bien, aquellos que lo hacían para conocer mundo, aquellos que lo hacían para crecer... Pero nunca había conocido hasta entonces a uno que viajara con el fin de conocer chicas. Vale, no os voy a engañar, se conocen a muchas, pero si viajas por eso es que tienes un problema y más si buscas una relación seria con ellas.
Aunque no me sorprendió. Con el tiempo vas aprendiendo que hay personas que son así, que el motor que les mueve es encontrar a alguien con quien estar, que no saben estar solas y siempre van buscando pareja. Pero esto suele ser la manifestación de carencias realmente importantes. ¿Por qué?
Si estás bien contigo mismo no buscas pareja urgentemente, te quieres, te aguantas y puedes estar sólo perfectamente esperando que llegue la persona ideal y que todo sea más natural. No vas a buscarla, vas a encontrarla.
Si, en cambio, tienes problemas con tu persona, buscarás irremediablemente lo que te falta a ti en otro individuo para completarte y hacer más llevaderas esas carencias.
Dicho de otro modo, si un animal tiene hambre mirará de encontrar desesperadamente algo de comer para apaciguar ese dolor, si no está muerto de hambre esperará y elegirá aquella comida que más le convenga y más le guste.
Ahora bien, en cuál de estas dos formas creéis que yace el verdadero amor (si, yo creo en esas cosas)? En un ser completo que elige su acompañante por pura voluntad y sentimiento o en un ser dependiente que elige solamente para no sentirse vacío y así tener alguien que le haga más llevadera su existencia? Creo que está claro.
Aunque el tipo era un poco extraño, me fuí con él a tomar algo y pasamos un rato agradable compartiendo anécdotas. Al día siguiente tocó hacer turismo y me apunté al tour gratuito de Santiago. Nos estuvieron explicando la historia de la ciudad mientras nos enseñaban los sitios emblemáticos de esta.
Un punto a remarcar de esta visita fue que, al contrario de la opinión popular, el guía echó pestes de Salvador Allende, cosa que no entendí. Según él, con Allende el país iba fatal, su política no funcionaba y era un soñador que no tenía los pies en el suelo. Pero, de acuerdo con mis conocimientos, el estado que Allende propuso no salió a flote por culpa de los EEUU, que hicieron un bloqueo y aislaron a Chile del mundo por miedo a que el comunismo les ganara la Guerra Fría. Luego vino Pinochet y bla bla... Así que me dejaron un poco mosca esas difamaciones.
Aún con esta clase de comentarios, el tio creo que lo hizo muy bien y le di una buena propina (con el poco efectivo que tenia) . Además, en el tour iba una ex-alumna mía con la familia y fue gracioso el escuchar "filo, filo" cuando llegué.Por la noche volví a quedar con Luca y cenamos por el Barrio de Bellavista.
Ya era Lunes y había llegado la hora de la verdad. Tenía que arreglar el tema del pasaporte y recuperar mi tarjeta. A las 8:45 me presenté en el banco, estaba cerrado todavía. A los 10 minutos se iluminó su interior y empecé a golpear la puerta como un desesperado. Salió el guardia y me pidió explicaciones.
-¿Qué haces joven?
-Esta máquina se tragó mi tarjeta y tengo que recuperarla.
-Mala suerte, hasta el miércoles no hay mantenimiento - me dijo mientras volvía a cerrar la puerta.
Puse un pie de por medio de manera instintiva y le dije que quería hablar con el jefe.
-Creo que ha llegado, pero no vas a conseguir nada.
Entré y el guardia me llevó ante el director de ese Santander. Era un tipo más o menos joven, con gafas, el pelo corto y trajeado. Le expliqué mi situación y...nada, decía que era imposible recuperarla hasta el miércoles. Pero yo tenía que irme a Maitencillo esa misma tarde!
Le conté toda mi historia y cómo esa tarjeta era mi única manera de sacar dinero. Tras muchas negativas, al final se ablandó y me dijo:
-Venga, voy a intentarlo, pásate a las 15:00 y te daré tu tarjeta. Luego no quiero que me critiques en tus libros o en tus páginas webs.
Me levanté con una sonrisa, le di la mano efusivamente a él y al guardia y me fuí. Una batalla ya estaba ganada, ahora tocaba ir a la embajada española para ver si podían regularizar mi situación. Craso error, allí no tenían ni idea y lo único que hicieron fue poner un sello gigantesco en mi pasaporte indicando que estaba registrado en el censo de españoles en chile.
-Ve a la interpol, allí se ocupan de estas cosas-
Les hice caso y fuí al cuartel de la Interpol. Al llegar, un detective me atendió y me dijo que completara un papel, que iba a comprobar los registros de la frontera y que me iba a poner el sello en el pasaporte.
-Chuta gallego, no sales en los registros, esto nunca me ha pasado, espera que llamo a mi superior- Me dijo mientras se iba corriendo.
Ahí ya empecé a preocuparme más de lo normal, sabía que los incompetentes del paso libertadores me habían jodido de lo lindo. El detective volvió acompañado por otro y me llevaron a una sala. Allí me empezaron a hacer todo tipo de preguntas y les tuve que contar todo mi viaje desde el principio.
Al acabar no sabían qué hacer y vieron en Maitencillo una esperanza para escaquearse y pasarle el muerto a otro.
-Ve a Maitencillo y cuando vayas a salir del país vuelve- me dijeron.
Les hice caso y salí tranquilo (fuí tonto, más adelante veréis que esto me trajo graves problemas y acabé deportado por dos años del país).
Cómo tenía todavía tiempo hasta las 15:00 entré en la catedral buscando un sitio tranquilo y seguro para matar el tiempo. Me senté y escuché la misa que había en ese momento, no paraban de cantar, era todo un show y estaba lleno de espectadores. Qué fácil es ir a misa, tirar una moneda al cepillo de la iglesia y desear que tus hijos tengan comida en vez de levantarse cada día a trabajar y comprar con ese mismo dinero algo que llevarse a la boca.
Antes he alagado a la esperanza y si, es algo digno admirar, pero también tiene cosas malas como las religiones. Sistemas que se aprovechan de la debilidad y de los sueños de las personas para controlarlos y tenerlos como borregos. Porque sí, es mucho más fácil creer que Dios va a ayudarte que despertarse cada mañana y forjar tu propia vida aceptando que esta no va a ser fácil (pero en eso reside la chicha no?)
De repente, escuché un ruido debajo mío y bajé la vista, mi mochila grande no estaba. Me levanté,miré para atrás y vi cómo un chico se la llevaba. Corrí detrás de él y de un empujón casi lo tiré al suelo.
-Oye, devuélveme mi mochila - le dije con una profunda mala leche.
-Ah, perdona, es tuya, pensé que la habías perdido.
-Los cojones,vamos a ver si los carabineros opinan lo mismo.
Al escuchar esta última frase, el tipo dejó la mochila y salió corriendo hacia afuera. Menudo ladrón de pacotilla y vaya excusa más mala me había soltado.
Podéis imaginar que tras todas estas experiencias yo ya estaba harto de Santiago y quería irme lo antes posibles. A las 15:00 me presenté en el banco, el director me dijo que escribía muy bonito y me devolvió la tarjeta.
-Suerte en tu aventura y ten más cuidado con los cajeros-
Volví a darle las gracias y salí corriendo hacia la terminal de bus, estaba ansioso por comprobar si era verdad que la belleza del pacifico te podía hacer olvidar cualquier cosa y vaya si lo hizo, incluso me dio la oportunidad de conocer a una de las mejores personas que conocería en mi vida.
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