
Digo ‘peligro’, porque es arriesgado, aparte de absolutamente inútil, plantearse constantemente el porqué no hicimos o si hicimos esto o aquello y que una vez visto como se desarrollaron los acontecimientos después, pensamos hubieses sido mejor hacer lo contrario. Hubiera (condicional) o sea, quizá si o quizá no. Pero lo más importante es que no lo hicimos, así que nos olvidamos de ello y seguimos delante de una vez, que el resto de la vida nos está esperando para evitar más “si hubiera…”
Pensemos, y no por el hecho de conformarnos y consolarnos, sino porque es así, que cuando perdemos una oportunidad, ganamos una lección. Bien podemos equivocarnos en una elección, pero con el resultado ya conocido, al menos ya sabremos lo que hacer la próxima vez que se presente. Será otra oportunidad completamente distinta, porque dos iguales jamás tocan en la misma puerta, pero si lo suficientemente parecida como para que reconozcamos aquello que nos lleva a decir ahora el venenoso: “si hubiera…”
Te voy a contar alguna curiosidad al respecto del más celebre buque de la historia: el Titanic.
Sabías que...* Si el Titanic hubiese chocado de proa contra el Iceberg, se habría podido mantener a flote con tan sólo dos compartimentos inundados, lo que le habría permitido, incluso, seguir navegando. * Si el Titanic hubiera dispuesto de cinco segundos más a la hora de divisar el iceberg, se hubiera evitado la colisión. Con cinco segundos menos, el buque se hubiera estrellado de frente. * Si el primer oficial no hubiese dado la orden de marcha atrás, en conjunto con la de viramiento, el Titanic habría evitado el Iceberg por escaso margen. * Si esa noche hubiese habido viento, o simplemente si los vigías hubiesen tenido prismáticos, es posible que el iceberg hubiese sido avistado antes, evitando la catástrofe.
La concatenación de sucesos fatales, todos desafortunados, que conducen a un desastre se suele conocer como “efecto Titanic”: basta que un eslabón falle para producir la catástrofe.
Reflexión final: Recuerda la historia del Titanic cada vez que te plantees un “si hubiera…” en tu vida. Se trata de mantenerse, pese a todo, a flote y no hundirse con la pesada carga de lo que creíamos deberíamos haber hecho y finalmente no hicimos.
