Autor: Ricardo Palma Soriano. Saber cuando uno ha de marcharse creo que es una de las evidencias de mayor lucidez y talento del ser humano. Reconocer el momento preciso en el que se ha alcanzado el cénit de una labor y simplemente retirarse para no empañarla, es una demostración de sabiduría infinita que está al alcance de muy pocos.
Lo cierto es que generalmente se tiende a prolongar la actividad hasta su completa degradación, como si abandonar las cosas en su justo tiempo representara un acto de cobardía y una especie de renuncia insoportable.
Esta reflexión viene a cuento por la reciente vuelta a las canchas de un tenista austriaco, varios años retirado, que ha retornado con el afán de recuperar la vieja gloria perdida y cuando ya las circunstancias han cambiado completamente y el vigor físico de antaño, ha dado paso a una madurez saludable, pero insuficiente para enfrentarse a hombres mucho más jóvenes y competitivos.
¿Por qué se cede a la tentación de volver? Quizá porque no se interiorizan los cambios y resulta duro restablecer la normalidad y el cierto anonimato para quien fue durante años el centro de atención y vivió su vida bajo un foco permanente.
El tiempo es juez implacable y sobre todo en aquellas actividades como el deporte, en las que se exige una permanente exhibición de poderío físico. El reloj nunca se detiene y volver atrás el minutero puede ser un loable intento de no capitular ante lo obvio, pero una lamentable decisión estratégica porque nada es como fue y cada etapa de la vida contiene sus propias reglas.
El ejemplo de otro tenista, Bjon Borg, podría servir de escarmiento para cualquiera, aunque me temo que el desengaño en cabeza ajena no sirve a los obcecados.
Borg, el llamado 'hombre de hielo', se había retirado con apenas 26 años y la victoria en 11 grandes torneos. Su lugar en la historia del deporte estaba más que asegurado, pero ocho años después de retirarse, con 34, decidió inopinadamente volver a jugar. Y así, tras entrenarse durante un tiempo, el aclamado tenista se presentó con sus prehistóricas raquetas de madera en la primera ronda del torneo de Montecarlo. Su primer rival, un tenista muy modesto, acabó con él en un abrir y cerrar de ojos. Perdió 12 partidos consecutivos y llegó a la conclusión de que no valía la pena seguir enturbiando su trayectoria.
Reflexión final: Y no sólo pensemos en el deporte. Irse a tiempo es una decisión extrapolable a cualquier ámbito de la vida, porque siempre será recordado aquel que supo reconocer cuál era el momento exacto de marchar y lo hizo... aunque le doliese. "No pocas veces ya he dicho adiós; conozco las horas desgarradoras de la despedida." (Friedrich Nietzsche)
Revista Coaching
390.- "¿Dices que no se siente la despedida?, ¡Ay!, di al que te lo dijo que se despida."
Por IgnacionovoSus últimos artículos
-
Todas las tiendas donde se venden los libros de Frases para cambiar Ediciones a nivel mundial
-
Enlaces de las tiendas donde se vende «Frases para cambiar tu vida 2»
-
Un maravilloso cuento sobre cómo alcanzar la felicidad
-
672.- "Es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo"