Masiel.
Massiel. Gran cantante y mejor conferenciante.
En 1968 un periodista le preguntó a Massiel si no le ofendía ser segundo plato, que el único motivo por el que le llamaran para participar en Eurovisión fuese que Serrat se había echado para atrás.
Entonces Massiel contestó algo muy sabio:
«Yo nunca me ofendo, yo espero.»
Después de eso Massiel fue a Eurovisión y se convirtió en la primera representante española en ganar.
Yo nunca me ofendo, yo espero.
Y luego gano.
El reconocimiento, el respeto, los millones.
Yo nunca me ofendo, yo espero.
Es cuestión de tiempo.
Te escribe alguien que te odia. Esperas. 48 horas suficiente para que se te pasen las ganas de contestar una estupidez.
Un compañero te la juega. No te ofendes, esperas. Y aprendes.
Un cliente se cabrea porque no le has dado algo por lo que nunca te pagó. No te ofendes, esperas.
Pierdes una venta, o la oportunidad de tu vida, que dabas por cerrada. No te ofendes, esperas.
Es lo que pasa cuando tienes talento.
Que te la puedes tomar con filosofía porque sabes que la vida siempre, simpre, pero siempre te depara una mejor oportunidad.
Una oportunidad para resarcirte. Y no con venganza, sino con una victoria que pulveriza todo lo anterior.
Si tienes talento es así. Sino, pues lo mismo no.
Yo no tengo talento, lo digo de verdad, no lo tengo. Me dicen que tengo creatividad pero te juro que para nada es así.
Lo que sí tengo es un método.
Un proceso probado que llevo utilizando 15 años para generar ideas memorables.
Para crear ideas que no pasan desaparcibas, que hacen reír, que hacen pensar.
Ideas, sobre todo, que venden mucho.
Te quiero contar ese método.
Por eso lo explico en el newsletter.
Se trata de un proceso altamente personal que está detrás de cada texto, de cada idea, de cada mensaje.
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