Autor: Thomas Alva Edison. Nunca me ha gustado, en absoluto, esa vieja frase que se aferra a lo malo conocido y que desiste de perseguir lo bueno por conocer. La imagen que visualizo de inmediato cuando la escucho, es la de un preso que renuncia a la libertad, por miedo a lo desconocido que hay más allá de los muros de su cárcel.
La frase -“Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”- ha hecho, sin embargo, fortuna, como un ejemplo de prudencia y saludable sensatez, cuando en realidad, entiendo, representa el abandono total de la posibilidad de ir tras una vida mejor. La actitud es: mejor quedarse quietos; que moverse es arriesgarse a fracasar.
Lo 'malo conocido', si lo llamamos así, es algo con lo que no estamos a gusto y de lo que en nuestro fuero interno nos gustaría escapar, pero no encontramos ni el momento ni las fuerzas para hacerlo. Ansiamos algo nuevo, pero no comprendemos (a pesar de que es la mayor obviedad) que si no dejamos que lo viejo se marche, difícilmente podremos encontrar acomodo a lo que soñamos ha de llegar.
Decir adiós a lo malo conocido, es responder al flujo vital de cómo suceden las cosas y aunque pueda resultar aterrador; necesario y útil, porque puede que resulte que algo que en algún momento fue bueno, ya no lo sea hoy, y mantenerlo no repara un presente insatisfecho.
Todo lo que vive, se transforma. Viene y se va. Así es la vida: un continuo fluir de situaciones nuevas y de gente que llega y de oportunidades y de proyectos que se presentan de repente y en todo ello está la semilla del futuro que nos resta por vivir.
Lo bueno por conocer y una vez conocido, quizá no sea lo que esperamos -no siempre lo que viene después es un avance-, pero merece la pena intentarlo. Cualquier cosa, antes que permanecer en la atonía mortecina de una vida que no se quiere, por el simple hecho de que resulta cómoda, segura y conocida.
Reconstruirse y perder los miedos a experimentar algo nuevo, puede ser una tarea difícil y angustiosa, lo admito. Redescubrirse a determinada edad, puede dar tanto pánico como la película de terror más lograda, pero es algo que debemos y no a la persona que fuimos y ni siquiera a la persona que somos hoy, sino a aquella que un día llegaremos a ser y que no puede nacer sin que digamos abiertamente adiós a algo (todos sabemos a qué o a quién) que hay ahora en nuestra vida.
Reflexión final: "Sólo la renovación puede mantener. El que se queda parado, se retrasa." (Everhardus Johannes Potgieter)
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