Bien, setenta y dos horas puteados por vete a saber muy bien qué, tampoco parece tan grave, aunque la mayoría de la población mundial no pueda pasarse ni setenta y dos segundos sin asomarse a las redes. ¡Eso no, Dios mío! En cualquier caso, sería la crisis más breve de la Historia, ¿puede ser?
En conclusión, a no ser que vea al acerado Painkiller con sus ruedas dentadas descendiendo del cielo contaminado, dispuesto a destruirnos para salvarnos porque resulta que todo está más jodido de lo que creemos, continuaré sin equipo de supervivencia, sin remojar mis barbas, y bostezando como un buen occidental acomodado e incrédulo, que observa las guerras y sus consecuencias colaterales en las noticias, los libros y el celuloide.
