Revista Cultura y Ocio

447. ivanna acosta

Publicado el 19 marzo 2014 por Dulce
Hola a tod@s!, en el día de hoy, les traigo la presentación de: [532974_3893066655468_1543100162_33226783_45637589_n.jpg] IVANNA ACOSTA Tiene un grupo en Facebook donde publica su historia "Flor de Fuego": https://www.facebook.com/groups/615402451824699/ Y este es su blog, donde también la está publicando: http://2.bp.blogspot.com/-udYvFODNB4Q/UZL2Fc9Eh7I/AAAAAAAAAOk/UqCPyO4k1Q4/s1600/sdtgryherty.jpg http://flordefuego-saga.blogspot.com.es/ En este enlace encontraréis el primer capítulo de dicha historia: http://flordefuego-saga.blogspot.com.es/2014/03/capitulo-uno.html Aquí os dejo el prólogo, para ir abriendo boca: Erase una vez… un minuto ¿Erase una vez? Ese sería un perfecto comienzo para un cuento de hadas donde la princesa vive feliz para siempre, el caso es: Que no es un cuento de hadas, las princesas no existen y el feliz para siempre significa “mientras dure”. Sin embargo todos somos cómplices en que queremos vivir un cuento de hadas con los pies en la realidad, pese a esto, prosigamos con este comienzo…
Erase una vez una chica llamada Leyla, sí, soy yo… y esta es la historia de cómo empecé  a vivir realidad para posar los pies en un “cuento de hadas”: Caminaba sola por las calles de regreso a casa, la hora pasaba las once de la noche, solo, sin transporte y aun así decidí caminar en lugar de gastar dinero innecesariamente en un taxi puesto que mi casa quedaba a unas pocas cuadras, aunque en el momento se me hiso eterno caminar solo una. No había gente, excepto por la escasa vida nocturna que por allí había. Las calles estaban muy iluminadas por postes de chillones bombillos amarillos, que luego de un rato resultan muy incómodos y rara vez circulaban autos. Llevaba una blusa de tirantes blanca, pantalón de mezclilla azul y nos tenis del mismo color, el frio cortante envolvió mis brazos y mi rostro erizando mi piel haciéndome estremecer, solo entonces me había dado cuenta de que había olvidado mi suéter. Lacalle que solía tomar estaba totalmente cerrada y llena de carteles […Camino en construcción. Disculpe las molestias…] Decidí acortar camino e ir por la autopista; a su lado derecho habían espacios verdes que la separaban de la calle donde había un sendero donde se permite paso peatonal, podría llegar en menos minutos que por la calle, solo que del otro lado es un bosque que general no es muy iluminado y podría ser un poco más peligroso. Al finalizar la calle que llevaba a la autopista había una especie de cabaret del cual salió un grupo de chicos riéndose a carcajadas, al parecer con unas cuantas copas de más y que para mi alivio se dirigían al sentido contrario.
La autopista estaba sola, pocos autos pasaban por allí pero aun así no me sentía sola. Sentía una mirada pesada en mí, como si cargara un bolso pesado en mis hombros, que a pesar de moverme con facilidad de igual manera su peso me perturbaba. Acelere el paso pero aun sin correr, se hacía más oscuro conforme los arboles tapaban cada vez más la luz de la calle a pesar de estar solo a unos metros, no me atemorizaba pero aun así estaba un poco incomoda, sentía pasos detrás mi, ruidos vagos que fácilmente pude haber confundido o alucinado. Al pasar una curva me arme de valor me detuve y mire a mis espaldas, para mi sorpresa no vi a nadie en ese momento, espere unos segundos a recuperar el aliento “Cobarde, eres una cobarde”. Volví a sentir pasos y esta vez no los estaba alucinando corrí asustada y al finalizar la curva, un chico de suéter negro ajustado, unos jeans y zapatos blancos, altura mediana, delgado salió entre los arboles no me había dado cuenta de que uno de los chicos se había venido detrás de mí, me había estado pastoreando como a un corderito.
-¿Por qué tan sola preciosa? ¿Necesitas compañía?- Dijo mientras daba cuidadosamente unos cuantos pasos hacia mí, me pareció ver que tocaba sus labios con el dedo pulgar en un gesto de morbo, pero estaba un poco oscuro como para distinguirlo.
-¡Note me acerques¡- Resoné adoptando una posición defensiva aun sin amenazar. Cautelosamente tome una navaja que llevaba siempre en el bolsillo trasero de la cartera y tape mi mano con ella para ocultar la navaja.
-Tranquila…yo solo quiero hacerte tocar el cielo con los labios. Eres muy dura como para aceptar, pero así es que me gusta- Pensaba el volver corriendo y gritar o lanzarme delante de un carro en caso de que pasara uno, pero estaba claro de que ninguna de las dos era una buena idea.
-¡Ven aquí¡- Saltó sobre mi tomando mis brazos haciendo caer el bolso en el suelo.
Intenté soltarme pero no me dejo, y cada vez me aprisionaba más hacia él. Como pude golpeé con mi rodilla en la ingle y al soltarme corrí hacia el otro lado cruzando la autopista y entrando en el bosque para intentar perderlo, pero a pesar del golpe mantuvo mi paso y pudo seguirme adentrándonos en aquel lúgubre lugar. Corría por aquel lúgubre lugar, no había luz pero era suficientemente claro como para ver el camino y a alguien en el.
-Ya verás… esta no se queda así- Gritaba mientras corría.
Sentía que mis piernas se adormecían, agarre con fuerza la navaja y trate de contener el oxigeno en mis pulmones, en un descuido trastabille y caí al suelo intente levantarme lo más rápido que pude pero el pateo con fuerza suficiente mi pierna como para hacerme caer, luego me volteo y se sentó encima de mi vientre, la navaja había quedado a un lado pero su furia no le había permitido percatarse de ella.
-¡Suéltame! ¡AUXILIO!- Grite casi sin aire jadeando en la tierra húmeda.
-Tranquila te va a gustar. Soy muy bueno en esto- Decía en tono sádico al tiempo que rompía mi blusa y besaba mi cuello desesperadamente. Le escupí en la cara… una muy mala idea. Sostuvo mis manos con su mano izquierda abofeteándome fuertemente con su mano libre.
-¡Suéltame rata inmunda!- Pataleaba y forcejeaba desesperada era más fuerte que yo y no podía contra él, luchaba por no llorar. Tanteé el suelo buscando la navaja y en cuanto la conseguí la accione dispuesta a clavársela, pero el antes de que tocara su pecho me atajo el movimiento.
-¿Intentas matarme? Pero si solo quiero ser tu hombre hoy. Creo que no vas a poder porque ¡Tú serás mía!- Cambiaba el tono de voz cada que articulaba una frase.
Seguimos forcejeando, hicimos un movimiento brusco y de pronto todo pasó tan rápido: escuche un sonido extraño, como un rugido e inmediatamente supe que algo malo pasaría y luego sentí algo punzante, un dolor intenso y agudo en un costado de mi abdomen, seguido de eso un líquido caliente comenzó a recorrer alarmantemente en mí estomago. Respiraba con dificultad. Dejamos de forcejear y él se quedo inmóvil, miraba la sangre de sus manos atónito luego corrió hacia la autopista dejándome muy mal herida. Todo fue muy rápido como si fuera una terrible pesadilla de la que no podía despertar, pero para ser realista no se acercaba ni un poco a un sueño, absolutamente todo era realidad incluso las alucinaciones. Saqué la navaja de mi abdomen, quejándome por lo bajo y la tire a un lado, intente levantarme apoyando una mano en la herida y la otra en el suelo.
La luna nueva bañaba el bosque con su plateada luz que se dejaba de ver a intervalos cuando las ramas de los arboles tapaban su luz. Jadeaba, ya no tenía fuerzas para caminar y el intento por aguantar la sangre con mis manos era totalmente inútil, di unos cuantos pasos y todo empezó a darme vueltas hasta caer de rodillas al pie de un árbol, sentí un hilo de viento en mi mejilla izquierda y débilmente mire por el rabillo del ojo observando la silueta de un animal cuadrúpedo no sabría decir que era, a mi parecer ya estaba empezando a alucinar.
-No sigas la luz blanca- Repetía constantemente sintiéndome absurda por ese pensamiento en un momento como ese.
-No lo harás, no puedes morir, no hoy. No es ese tu destino- Una voz fría y apera respondió, pude distinguir que era de una mujer. Mire a todos lados, hasta que ahí estaba, al lado del animal se hallaba una figura acuclillada, observándome.
La vista se me empezó a nublar, entre en pánico,  me levante de golpe, mi cuerpo ya no coordinaba por lo que tropecé y caí al suelo en un pozo de lodo, me quede quieta mirando hacia el cielo, mirando la luna, las lagrimas llenaron mis ojos recorriendo mi rostro para caer al suelo, estaba muriendo, no tenía fuerzas. Vial animal cerca de mí, y luego la escuche a ella repetir unas palabras en lo que parecía ser latín, se levanto y la luz de la luna ilumino una parte de ella: un brazo lleno de tatuajes y… plumas negras, una enorme ala negra.
-A-yuden-me- Repetía continuamente casi en susurro, mi voz ya no tenía fuerzas, ni aire para provocarla- Por….favor  a-yuda.
Sentí algo moverse debajo de mi en cuanto ella dejo de hablar, los helechos cubrían mi cuerpo, sentía como la tierra se adhería a mí como haciéndome parte de ella, como si me necesitara poco apoco apegándome a ella, ya no sentía frio, solo la sangre saliendo a borbotones, las lagrimas recorrían mis mejillas para luego caer al lodo sin fin alguno, pues ellas no me curarían. Poco a poco el aire que respiraba se escapaba de mi ya no me era suficiente, los latidos de mi corazón eran aun más débiles albergaba la esperanza de que pudiera volverse fuertes y aguantar pero mi cuerpo no resistía mas, y así de esa manera, sin cerrar los ojos todo se volvió oscuridad para mí.

Volver a la Portada de Logo Paperblog