Revista Bebidas y Cócteles

44ª maac-chorrada: 'No n'hi ha estiu sense orxata'

Por Maac @Elblogdemaac

No hay verano sin horchata.


La verdad es que llevaba años buscando un sabor de horchata que recordaba de la niñez, cuando mis padres aparcaban el coche junto a la estación de madera de Valencia y nos metían en el tren camino de Alboraya, llegábamos al pueblo, buscábamos una horchatería, nos tomábamos una horchata con unos cuantos fartons, pedíamos un litro para llevar a casa y volvíamos a la estación para regresar a la ciudad. Este recorrido lo hacían mis padres más por la ilusión que teníamos los hijos de montar en tren que por otra cosa, la excusa para subir al tren era tomar una horchata en Alboraya, porque era allí donde se tenía que tomar uno una horchata.
Alboraya es el pueblo de la horchata por excelencia, allí se encuentra la horchatería más famosa y prestigiosa de Valencia. Daniel, demasiado macro-horchatería para mi gusto, allí la horchata siempre está buena pero quedaba un poco lejos de la perfección o la percepción que yo buscaba y que no era más que una entelequia.

Cruz cubierta en Almássera y Fbca. de arroz Dacsa.


Tengo un familiar que vive en medio de l'Horta Nord, en el término municipal de una población situada junto a Alboraya, entre alcachofales, campos de cebollas y de chufas, Almàssera. Un día que nos habíamos reunido para pasar el domingo con los niños en su casa, a los niños les encanta sentirse libres en plena naturaleza y a los padres tenerlos controlados dentro de un recinto para que no puedan escapar y podamos liberar parte de nuestra responsabilidad durante unas horas, Eva me encarga que me acerque a una horchatería y compre unos litros de horchata y unos cuantos fartons y me indica el lugar al que debo ir. - Una horchatería que hay  nada más pasar la cruz cubierta del camino de Barcelona, junto a la fábrica de arroz Dacsa.

Las horchateras de Subies hace ya unos cuantos años.


Lo primero que me llamó la atención al entrar en la horchatería fue el trato tan agradable recibido de la señora que me atendía, era como si estuviera en casa de una tía del pueblo, me acompañaba mi hija mayor que estaba muy indecisa con qué helado tomar, ella quería uno de esos que son azules (pitufos los llamamos nosotros), ya se sabe cómo son los niños, al cabo de unos días le hace mucha gracia ver el color de sus deposiciones tras haber tomado un pitufo de esos, salen verdes. Es curioso y es también bastante alarmante pensar en la cantidad de colorante que echaran en estos helados. No había helados azules y entonces la dependienta se dirigió a la niña y le preguntó cuál quería probar, pero mi hija no hablaba de sabores sino de colores.
- El blanco.
- Ese es de nata. Espera que te lo doy a probar.
Y la señora cogía una cucharita de plástico y con ella tomaba un pedazo de helado que se salía por todas partes, no cabía en la boca. Las imágenes de helado desparramado por el suelo o haciendo acto de presencia en una camiseta, acompañadas del girar del tambor de una lavadora, pasaron por mi cabeza de padre.
- ¿Qué te ha parecido? ¿Quieres probar otro? No hay prisa, hoy no hay mucha gente.
Y así la niña probó como unos tres, todos los elaboraban ellos mismos, yo pensé que con las cantidades tomadas como prueba ya iba más que servida, pero claro... teníamos que comprar uno. Al final la niña se decidió y como estaba empeñada, no habiendo azul, en que el helado fuera blanco o muy parecido al blanco se decidió por el de crema de leche merengada, yo cogí mi bolsa con mis litros de horchata, mis fartons, la niña su cucurucho de leche merengada  y volvimos a la casa de la huerta.

Por el empeño que había mostrado Eva en que fuéramos a esa horchatería, por la impresión que me había dado el buen trato recibido y porque allí todo el mundo que trabajaba parecía ser de la misma familia, gente de todas las edades con un trato extrañamente cordial entre ellos, nada que ver con el que suele haber entre el jefe y el empleado, ya suponía que la horchata iba a estar buena.  ¡Pero qué digo! ¿buena? Aquello no estaba sólo bueno, aquello era extraordinario, era la horchata que tantas veces había recordado, horchata con sabor a horchata, horchata de verdad, con el paso del tiempo y habiéndola probado en más ocasiones creo que en ese momento estaba autosugestionado, en todo caso es una horchata excelente.

Después me enteré que ellos no sólo elaboran la horchata sino que lo hacen de su propia cosecha de chufas. Si alguna vez venís  a Valencia y queréis daros el gusto de probar una buena horchata, Alboraya (Daniel, Panacha, o dos que están tocando Alboraya pero pertenecen al término de Valencia: Els Sariers y Rin) es un buen lugar para ello, también Toni en Tavernes Blanques o  Santa Catalina El Siglo en el centro de Valencia, pero yo os sugiero que paseis por Almàssera, Ctra. Barcelona 10, sólo está a 6 km del centro de Valencia. Allí también podréis probar sus helados artesanos, la coca de xufa y las rosquilletes de xufa o su variedad de fartons, llamados amparitos, hojaldrados y con azúcar glaseada. La decoración es la típica de azulejos con motivos valencianos pero  no llega al exceso de otras horchaterías.

Mural cerámico en la horchatería Subies.


De paso, antes o después podéis echar un vistazo a la cruz de término del camino de Barcelona, también conocida como "Creu del Camí de Morvedre", "de Carraixet" o "de prop D'Almassera", es del siglo XIV, la cruz cubierta más antigua que se conserva de las que delimitaban la demarcación del término de Valencia.

Almàssera. Campo de chufa y al fondo el "Museu de L'Horta".


Y también podéis hacer una visita al Museu de l'Horta de Almàssera, la verdad es que yo quiero hacerla desde hace tiempo pero no encuentro el momento, a ver cuando encuentro un hueco y luego os lo cuento.


Volver a la Portada de Logo Paperblog