La persecución del éxito, entendiendo este como la aceptación mayoritaria de lo que hacemos o de lo que representamos, es el motor que explica, en buena parte, la motivación indestructible de muchos de los que amanecen cada día con la obsesión, a veces manifiesta, a veces oculta, de conseguir triunfar en aquello en lo que hayan elegido obtener reconocimiento.
¿Lo material, lo profesional, lo familiar, lo espiritual…? La variedad de posibles respuestas a la pregunta directa: ¿En qué cifras el éxito en tu vida?, nos daría pistas sobre lo difícil de encontrar un cierto consenso al respecto. Ni siquiera ser feliz puede ser admitido como respuesta universal, porque algunos vinculan el hecho de serlo con la obtención directa de bienes o sentimientos, que no siendo alcanzados generan frustración.
Pensando, en todo caso, cómo se puede ayudar a conseguir el éxito a quien lo pretende y se encuentra enredado en un camino sin progreso, me planteé que sería bueno recurrir a alguien cuya experiencia probada (hechos son amores), avalara que sus propuestas pueden servir como guía para alcanzarlo. O sea, alguien que hubiera obtenido lo que él entendía como éxito a través de la aplicación práctica. De repente me vino a la memoria el nombre de Og Mandino.
La historia de Agustine Og Mandino (12 de diciembre de 1923 - 3 de septiembre de 1996) escritor, ensayista y psicólogo estadounidense, tiene trazas de inverosímil. Entre sus logros se halla la autoría de uno de los libros de autoayuda más divulgados: “El vendedor más grande del mundo” y de sus obras, globalmente, se han llegado a vender alrededor de cincuenta millones de ejemplares traducidos a más de veinte idiomas.
Durante su juventud Mandino fue editor de un periódico mientras estudiaba educación secundaria. Tras graduarse soñaba con estudiar Periodismo en la Universidad de Missouri, sin embargo, todo se torció cuando en el verano de 1940 su madre murió súbitamente de un ataque al corazón, por lo que Mandino tuvo que empezar a trabajar para sacar adelante a sus dos hermanos menores.
Participó en misiones como piloto de combate durante la Segunda Guerra Mundial y quizá el impacto de su paso por la contienda, fuera el origen de su posterior adicción al alcohol que, en poco tiempo, le convirtió en un hombre sin trabajo y abandonado por su esposa e hijo. Poco después, en Cleveland, Mandino, ya por entonces sumido en un profundo estado depresivo y con pensamientos suicidas, entró en una biblioteca de la que ciertos libros de motivación llamaron su atención. Seleccionó algunos de los más populares y se comprometió a leerlos. A partir de ahí tomó aquella práctica como costumbre y, poco a poco, fue remontando su vida hasta un nivel de subsistencia digno primero, y hasta cotas eminentes después.
En la siguiente entrada conoceremos los "10 mandamientos del éxito de Og Mandino". Desconfió, ya lo he dicho alguna vez, de este tipo de listas que encajonan en preceptos fórmulas para todo, pero si hay una guía de recursos o recomendaciones indicada para alcanzar nuestras metas en la vida, creo que podría ser esta y, bien aplicada, no haría falta aprender nada más
Reflexión final: “Haz algo ahora, porque ahora es todo lo que tienes.” (Og Mandino)
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