Las expectativas de los demás se convierten, para algunos, en expectativas propias y así van eligiendo, por ejemplo, no lo que le gustaría estudiar, sino aquello que sus padres deciden que ha de aprender. Se escoge pareja en función del impacto positivo o negativo que causa en nuestro entorno o, incluso, se va moldeando el carácter para encajarlo en determinados ambientes; despreciando y anulando el carácter propio y con el afán de no ‘decepcionar’ lo que otros esperan de nosotros.
¿Hacer lo que uno verdaderamente pretende o hacer lo que los demás consideran que debemos hacer? Lo primero y aunque requiera el esfuerzo de transitar por caminos no demasiado concurridos y hasta a veces solitarios, nos regalará satisfacciones sin fin. Lo segundo, nos hará esclavos de por vida de una existencia impostada ajena a nuestros propios intereses e ilusiones.
Las etiquetas matan, y una persona tildada de inteligente o de bondadosa o de formal o del concepto, cualquiera que sea, que se le haya endilgado, cargará de por vida con ese estereotipo ("porque eso es lo que piensan los demás de mi") a no ser que haga algo al respecto.
El mayor peligro es que el papel asignado resulte cómodo y no se pretenda nunca romper esa cadena invisible, que nos ata a una persona que no somos en realidad: "¿Esto es lo que quieren los demás que sea? Pues bien, eso seré."
Hay que hacer una llamada a la rebelión interna y dejar que asome esa persona que nos habla desde dentro y que nos cuenta cuáles son en realidad sus sueños, sus deseos, sus opiniones e inclusive, que nos transmite que le gustaría peinarse o vestir de otra forma o viajar o cambiar de trabajo o de pareja o… La primera vez que ese yo interno hable en voz alta, sorprenderá, pero eso será solo la primera vez y luego todo el mundo se habituará.
¿Es tarde ya para construirse un nuevo camino? La respuesta es no. Se tenga la edad que se tenga nunca es tarde para casi nada y menos para reconstruirse y hacer de nosotros lo que siempre soñamos ser... y no hemos podido hasta ahora. Habrá quien tenga pereza y a quien le parezca que el esfuerzo no merece la pena con tanto tiempo ya dejado atrás, pero creo que siempre será mejor haber vivido, aunque sólo sea un minuto, como realmente somos, que toda una vida representando el papel asignado por los demás.
Reflexión final: “Su tiempo es limitado, así que no lo gasten viviendo la vida de otro.” (Steve Jobs)