5 minutos con Dios

Este es un simple ejercicio intelectual en el que parto del hecho que Dios es alguien y existe, sin tener intención alguna de debatir la comprobabilidad de su existencia, algo que podemos hacer en otro contenido dedicado a ello.

La situación

Supongamos que Dios me ha dado 5 minutos y la posibilidad de una pregunta, de formularle una pregunta que Él “en persona” me va a responder.

El sólo hecho de ponerme frente a esta situación me emociona porque realmente tengo una tonelada de preguntas que he venido recogiendo a través de la vida, lo que me podría ir en contra porque tengo solamente 5 minutos para encontrar entre esa maraña de ideas la más gorda, la más relevante, la que más me talla y que hasta la fecha no tiene solución.

El momento específico de la historia

El minuto cero de la historia de los seres pensantes, no el minuto cero de la historia del universo o el minuto cero de la creación del todo, sino el minuto cero de la historia de los seres pensantes, cuando no existía ningún ser humano, cuando nadie visible o invisible había sido diseñado y mucho menos creado, ese momento en que yo quiero pensar que Dios se encuetra sólo en la magnificencia de la nada, ese es el momento “histórico” de mi pregunta.

Mi pregunta

Dios, en ese minuto cero de la historia de los seres pensantes, ¿usted sabía que los ángeles (a quien usted llamaría sus hijos) y el ser humano (a quien entiendo como su creación más importante) se le iban a revelar y aún así decidió crearlos?.

El por qué de mi pregunta

Es claro que mi visión de la situación es totalmente terrenal y humana porque soy terrenal y humano. La respuesta sería la más grande revelación de mi historia humana personal de cara a Dios porque durante años he divagado más de lo que me gustaría por parajes con poca luz, transitando caminos cargados de supociones y verdades incompletas e impuestas por creencias ciegas de esclavos de verdades heredadas o directamente de mentiras que poco son cuestionadas, simplemente aceptadas.

Reacción a las respuestas

Opción 1. Enclenque | Si Dios me dice que en ese minuto cero de la historia de los seres pensantes no tuvo la capacidad de ver lo que iba a suceder adelante en una línea de tiempo, me quedaría un sinsabor porque sería un dios con D minúscula menos poderoso, menos potente y por ende, menos sexy, que el más pelotudo de los súper villanos de Marvel o DC Cómics, llámese Thanos, Darkseid o el que sea.

Opción 2. Malvado | Si Dios me dice que en ese minuto cero de la historia de los seres pensantes sabía que los ángeles (seres espirituales) posteriormente se le iban a revelar y que los seres humanos (los subnormales de Adán y Eva) posteriormente se le iban a revelar y que aún así propició su diseño, creación y puesta en funcionamiento, la frase que vendría a mi mente cinco segundos después de la revelación sería No es Amor. Porque el mierdero en el que se convirtió este pedazo de tierra en medio de la nada es una verguenza y Él (a quien disculpan todas las religiones o corrientes de pensamiento religioso) sería el culpable directo con alguna intención que desconocemos.

Opción 3. Es un marciano juguetón | Si Dios me dice que en ese minuto cero de la historia de los seres pensantes no sabía que tanto su creación invisible como su creación visible más relevante (según la información que tengo porque ¿qué es el universo sin “álguienes” que lo disfruten?) lo iban a traicionar, muy seguramente pensaría “es un triste e irresponsable marciano sentado en su nave con mucho tiempo libre”. Este último pensamiento me llevaría a un terreno que me importa muy poco como es el de los ovnis o de la vida extraterrestre.

De la respuesta que me diera y la conversación que tuviera en esos cinco minutos entendería realmente la naturaleza de Dios más allá de libros sagrados, iglesias, pastores, sacerdotes y estafadores (que en muchos casos son los mismos, “estafadores de fé”).

Es claro que hay muchos matices que no debo tocar porque esta pequeña reflexión personal se convertiría en una extensa disertación que no es lo que estoy buscando.

En la medida en que nos hagamos buenas preguntas estaremos ad portas de ponernos de cara a grandes respuestas.

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