Aquel ataque fascista a la inteligencia
El 24 de febrero de 1965 era miércoles y más de cinco mil estudiantes universitarios madrileños decidieron salir a las calles a manifestarse contra un régimen asfixiante. Cinco catedráticos que acompañaron a los alumnos fueron sancionados. A tres de ellos se les separó definitivamente del servicio: José Luis López Aranguren, Agustín García Calvo y Enrique Tierno Galván, que ni siquiera se manifestó. Otros dos fueron sancionados por dos años: Santiago Moreno Díaz y Mariano Aguilar Navarro. Eloy Terrón, profesor adjunto de la cátedra de Etica y Sociología, dimitió en solidaridad con los catedráticos. El problema estudiantil fue tratado como una cuestión de orden público, con el claro apoyo de las autoridades académicas. La misma dureza se mantuvo para controlar la disidencia de profesores, como muestra la expulsión de los catedráticos.
La policía armada cargó aquel 24 de febrero contra la juventud estudiantil. Aranguren, Montero Díaz y otros dos catedráticos fueron detenidos durante unas horas. El día siguiente, la prensa legal se hace eco, patéticamente, de los hechos. Aranguren fue suspendido de empleo. La sanción grande vendría en el mes de agosto. El Gobierno cierra, aquella misma jornada, las facultades de Letras y Económicas. Por su parte, las de Medicina y Derecho inician una huelga.
Lo cierto es que no todos los catedráticos que participaron en aquella manifestación fueron expulsados. Lo más curioso es que se expulsara a Enrique Tierno, catedrático en Salamanca, que no participó en ella. Con todo, Tierno no cumplió la orden de su rector y volvió el 1 de marzo a Salamanca con el fin de despedirse de los estudiantes. Más de mil acudieron al aula magna de la Facultad de Derecho para oírle por última vez.El propio Tierno Galván en una conferencia dictada dentro de un ciclo sobre problemas españoles actuales en el Anfiteatro de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico en 1967 señalaba: “Los intelectuales que criticábamos al sistema vivíamos de un modo directo de la propia hacienda del sistema”; esto es, para él, “una definición de la corrupción” y “una especie de cinismo vulgar”. Concluyó diciendo: “sólo quedé tranquilo y respiré con sosiego, y me sentí en cierto modo contento, cuando me expulsaron de la Universidad, porque hasta entonces mis críticas me producían mala conciencia”.
Aranguren el día de su vuelta a las aulas.
Solidaridad
Las muestras de solidaridad con los expulsados fueron muy grandes. Cuatrocientas misivas están recopiladas en el archivo que el profesor donó tras su muerte al Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Concha Roldán, directora de este Instituto y comisaria de la Exposición que se realizó con el archivo de Aranguren, Filosofía en la vida y vida en la filosofía, asegura que se expulsó a personas de mucha valía, en algo equiparable a la actual fuga de cerebros propiciada por el desinterés del Gobierno en la investigación. Considera Roldán que estos catedráticos, “al ser expulsados se encontraron en otro medio con mucho más nivel intelectual, científico y cultural que el que se vivía en la España del franquismo”. Asegura que con la persecución a la inteligencia universitaria “el oscurantismo de aquel régimen aumentó y sólo se comenzó a ver la luz con el retorno de los exiliados que volvieron a España con otra forma de concebir el mundo”.Readmisión de Eloy Terrón
Eloy Terrón
En febrero de 1977, según contaba El País, se solicitó la vuelta de Terrón a la docencia: "Alrededor de un centenar de catedráticos y profesores universitarios, entre ellos los señores Aranguren, Abellán, Bonet Correa, González Casanova, Hierro, Jover Zamora, Montero Díaz, Ollero y Pinillos, han dirigido un escrito al rector de la Universidad Complutense para que medie por la reintegración a la Universidad de Eloy Terrón. Los firmantes del. escrito, tras manifestar su satisfacción por la reincorporación a sus cátedras de los profesores Aranguren, Tierno y García Calvo, una vez anuladas las sanciones que se les impusieron en 1965, recuerdan que el profesor Terrón, tras una década de docencia universitaria, dimitió de su puesto de profesor adjunto de la cátedra de Etica y Sociología en 1965, en solidaridad con su jefe de cátedra, el profesor Aranguren, y demás profesores expedientados", explicaba el entonces progresista rotativo madrileño.Yexplicaba que "a juicio de los profesores firmantes, con la reincorporación de Eloy Terrón a la docencia se pondría término a una situación de injusticia y la institución universitaria sería la primera beneficiada". Años más tarde, Eloy Terrón sería el primer presidente la Fundación 1º de Mayo de CCOO, desde sus orígenes en 1986 hasta 1996.