Que quede claro de primeras que no he leído el libro de la película que hoy nos ocupa, así que en ningún caso aquí se encontrarán comparaciones con el mismo ni mucho menos vamos a analizar si es una fiel adaptación ni mucho menos. Vamos a analizar la película desde el punto de vista más objetivo posible, y voy a intentarlo muy seriamente.
Quizás sea uno de los pocos hombres que este viernes se dispuso, voluntariamente, a ver 50 sombras de Grey. Opté, como de costumbre, por tirar de la versión original, puesto que si en una película de las consideradas buenas esto es importante, imaginad cuanto más lo es en una película diseñada para que sea deglutida por el gran público.
Iremos directamente al turrón, 50 sombras de Grey es mucho más light de lo que puedes imaginar a simple vista. Había oído de todo al respecto y no sé si es que yo soy un poco depravado o es que internet me ha jodido la vida (internet y el cine coreano, claro), pero lo que vi ahí en ningún caso me pareció digno si quiera de ruborizar a un niño. Es que tirando de recuerdos podría decir que en el programa Comando Actualidad, de RTVE, vi en una ocasión cosas más heavies que lo que aquí se muestra.
Aún así, esto no tiene porque ser un problema per se, puesto que no estamos analizando una película de porno hardcore. Y es que obviando el tema sexual se podría decir que 50 sombras de Grey es un drama romántico de manual. Uno malo, para ser más precisos. La película tiene todos los ingredientes de este tipo de cintas y ni si quiera intenta hacer algo diferente. Y es una pena.
Por otro lado, uno de los temas para mi cruciales de la historia es el machismo que desprende la misma. Sin querer yo sembrar debate alguno, puesto que no me pertenece a mi esa labor, tengo que decir que el personaje de Mr. Grey es asquerosamente machista. Un tipo se enamora de una chica y desde el instante en que cae a sus pies le hace la vida imposible para que sea de su propiedad. Además si a eso le sumamos que al tipo le gusta hinchar de palo a las mujeres pues que queréis que os diga, canta un poco el tema. Supongo que esto no es problema solo de la película y es algo que viene heredado de la historia original.
Con respecto a los protagonistas tenemos que hablar de un 50/50 en lo que a calidad se refiere. Mientras Dakota Johnson aporta al personaje una frescura y sinceridad bastante loable y digna de aplaudir (de algo tiene que servir ser hija de dos actores más que consagrados) Jamie Dornan no deja de ser un muñeco que ni siente ni padece, una simulación de hombre movido cual robot.
El resto de personajes de la trama son casi inexistentes. Ese chófer con una frase, esa amiga que más tópica y típica no puede ser y esa familia de Christian que parece sacada de They came together. En fin, un desastre estrepitoso que no aportan nada y que dudo que lo hagan en futuras entregas.
Finalmente, y analizando la trama quizás demasiado para lo que la ocasión se merece, hay un tema que no me terminó de gustar. Justo casi al final, cuando Anastasia se rompe y le pregunta a Christian el porqué de sus gustos, él insinúa que hay algo oscuro detrás, que si le gusta el sado no es simplemente porque sí. Y esto supongo que vendrá porque seguimos viviendo en un mundo hipócrita y altamente encorsetado en el cual si una persona tiene gustos sexuales distintos a los habituales es porque le ha pasado algo o porque algún acontecimiento de su vida le marcó para siempre. No sé, quiero pensar que si hay gente que le gusta el sado, que le hagan pis encima o vete a saber qué no hay que buscar motivo detrás. Y es que cuando parecía que una película por fin se había atrevido a romper los esquemas de una industria demasiado esquemática y marcada resulta que en realidad se trataba de otro blockbuster.