Revista Coaching

521.- "Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas"

Por Ignacionovo
Autor: Hodding Carter. Oímos muchas veces, tal vez nosotros los primeros, la afirmación orgullosa de los padres respecto de sus hijos, presumiendo antes los demás de sus conocimientos, capacidades y habilidades varias. Tengo un hijo médico o tengo un hijo abogado, arquitecto, futbolista, actor de cine... o cualquiera que sea la ocupación que los padres consideran suficientemente digna como para presumir de sus vástagos. Sin embargo, y esto siempre me ha llamado la atención, pocas veces, por no decir ninguna, he escuchado a ningún padre alardear de que su hijo fuera muy buena persona o, simplemente, que se jactara de tener un hijo feliz, como si esto no significara gran cosa y lo único que en realidad fuera digno de alabanza es alcanzar determinado estatus.
Obviamente, todos los padres desean lo mejor para sus hijos. El problema estriba en que en ese afán, me temo, se acaba por no respetar las verdaderas y legítimas aspiraciones de los jóvenes, endosándoles por decreto los anhelos propios de los padres y abonando, con ello, el camino para una vida insatisfecha. Las metas de los hijos deben tener un significado personal, que es independiente y distinto del deseo de complacer a sus padres.
Lo importante, creo, es otorgar a los hijos la estabilidad y el apoyo emocional suficientes para que elijan su propio futuro; que será el que habremos soñado para ellos o algo radicalmente distinto. Es decir, dotarles de una ética y unos valores básicos de conducta, que les ayuden a comprender que hay cosas mucho más importantes que ganar o perder según qué cosas en la vida. Quitarles el miedo a equivocarse, porque si bien es un hecho que cuantas más cosas intenten, más fallarán, también ello contribuirá a que aprendan más. Ayudarles a comprender que en la vida más que ser los más ricos o los más exitosos o los más grandes, guapos y poderosos del mundo, el objetivo principal es legar a ser los más felices haciendo lo que nos guste y sin que importe si es grande o pequeño. Y presumir, cuando llegue el momento y si alguien nos pregunta por nuestros hijos, de sus valores y no de sus posesiones: ¿Mis hijos?, los más dichosos y buena gente que te vayas a encontrar por ahí.
25 maneras de amar a un niñoPréstele atención.Búsquelo.Escúchelo.Juegue con él.Sea espontáneo.Tómelo de las manos.Haláguelo más, critíquelo menos.Maravíllese de sus logros.
Agradézcale.
Sea flexible.Confíe en él.Mírelo a los ojos.Comparta su entusiasmo.Anímelo.Espere lo mejor de él, mas no la perfección.Sea consistente.Esté a su disposición.Disciplínelo en su momento.Aprecie sus diferencias.Conteste sus preguntas.Crea en él.Pida su opinión.Escuche su música.Pídale disculpas cuando usted se equivoca.¡¡Ámelo a pesar de todo!!! 
Reflexión final:... y que cuando el mar los lleve, los regrese con la serenidad de sus profundidades.

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