Autor: Albert Einstein En la India, para llevar una vida tranquila la gente suele ir a la selva o a lugares solitarios y remotos, como montañas o valles, con el fin de sentarse y meditar. Dejan tras de sí la obligación de la familia y de los parientes. Ellos se sienten felices y en paz. Están huyendo temporalmente de la vida. Bien, pues aparte de los hindúes el único otro grupo de gente que no tiene problemas o los soluciona alejándose de ellos, son las personas que están en la paz del cementerio.
Sí, la vida está llena de problemas. Podrían haberla diseñado de otra manera, pero alguien debió pensar que con las dificultades, los obstáculos, los dilemas, las trabas y las contrariedades que nos vamos encontrando, íbamos a ser capaces de pulirnos y perfeccionarnos en la tarea de convertirnos en dignos merecedores del título de 'seres humanos'.
Todos los días y en todas partes escuchamos una letanía incesante: "Tengo problemas." Problemas de dinero , laborales, de pareja, familiares, de salud… y la lista sería inacabable. Y nos tienta pensar que las personas que creemos son felices, soportan menos problemas que nosotros. Pensamos que ellos tienen todo el dinero que necesitan; que tienen el trabajo que aman; que poseen buenos amigos; que sus hijos son obedientes y que todo les va bien. Pero la realidad es que cuanto más éxito tengas, a más problemas deberás enfrentarte.
Los problemas son conocidos, en un mundo más optimista que este, como oportunidades. Resolverlos nos garantiza la adquisición de una habilidad que no teníamos y su superación nos dotará de fuerzas renovadas. No consiste en tener una vida sin problemas, sino en quitarle vida a los problemas. Los problemas están ahí para hacernos crecer y aprender, nos guste o no. Cuando te enfrentas a un problema, es una clara indicación de que tenemos que cambiar nuestra forma de vida o mejorar nosotros mismos y variar nuestra conducta. Es una alerta, no una condena.
La verdad es que los problemas solo desaparecen cuando los afrontamos, y el mejor momento para acabar con ellos es al principio y de raíz. La solución está en nuestro pensamiento y en nuestra perspectiva del problema.
El ProblemaCuentan que cierto día en un monasterio Zen-Budista, los monjes se encontraron con la muerte de uno de sus guardianes y fue preciso encontrar un sustituto. El Gran Maestro convocó a todos los discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela. El Maestro, serenamente, dijo:- Asumirá el puesto el primer monje que resuelva el problema que voy a presentar.Entonces, colocó una preciosa mesa de finas maderas en el centro de la enorme sala en la que estaban todos reunidos, y encima de ella colocó un jarrón de porcelana con un diseño de exquisito gusto y refinamiento, con varias rosas amarillas de extraordinaria belleza en él. Y dijo así:-¡Aquí está el problema!, señalando directamente el precioso jarrón.Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de extremo valor y belleza, con maravillosas flores en su interior. ¿Qué representaría? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma encerrado detrás de todo esto? ¿Dónde estaba el problema? En ese instante, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y... ¡zas! Blandiendo la espada, destruyó todo de un solo golpe certero.La escena fue impresionante. Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo con voz contundente:- Usted será el nuevo guardián del monasterio.Reflexión final: no importa su naturaleza. Si estás ante un problema, debe ser eliminado.
Revista Coaching
535.- "No podemos resolver los problemas usando el mismo tipo de pensamiento que cuando se crearon"
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