Autor: Anatole France La noticia decía así: “La fobia a la oscuridad es una de las más frecuentes en la población infantil, pero tiene fácil solución. Al menos eso creen y defienden investigadores de varias universidades españolas, diseñadores de una terapia que ha constatado su eficacia en un estudio.”
Según Mireia Orgilés, de la Facultad de psicología de la Universidad de Murcia y autora principal de la investigación, "cualquier tipo de miedo o fobia se supera enfrentándose a aquello que da miedo y comprobando que no ocurre nada malo. Por ejemplo, el miedo a conducir se supera conduciendo o el miedo a hablar en público practicando. Para superar el miedo a la oscuridad, el niño tiene que enfrentarse poco a poco a situaciones de oscuridad hasta que logra dormir solo y sin ayudas."
El programa se aplicó durante un mes, tres veces por semana, en el hogar de los niños elegidos. Al finalizar, estos dejaron de manifestar temor a permanecer a oscuras y lograron dormir, sin requerir la presencia de sus padres durante la noche, en un 95% de los casos".
Genial, pensé, pero ello me llevo a preguntarme: ¿Y qué ocurre cuando tenemos miedo a la ‘oscuridad’ ya siendo adultos?
Sí, probablemente no se trate de la misma fobia, ni tenga el mismo origen, pero una vez crecemos y dejamos atrás el miedo a los monstruos que ‘viven’ bajo nuestra cama, aparecen otras fobias que tienen que ver más con los pensamientos negativos o depresivos. Y es esta una oscuridad insana, me parece que de más difícil tratamiento. Alguien decía en una frase, muy hermosa por cierto, que la oscuridad no existe, y que lo que llamamos oscuridad es simplemente la luz que no vemos.
Volviendo a las tinieblas 'adultas', hay etapas de nuestra vida en las que todo parece más sombrío y nos desaparece de un plumazo el aliento y las convicciones, tambaleándose nuestra firmeza y seguridad y dando paso a las dudas, a las inquietudes y a una tristeza infinita por no hallar la salida a una situación que nos angustia.
En primer lugar, es importante reconocer, y es éste siempre un paso positivo, el miedo que sentimos. Si tendemos a ignorarlo, no existe y tampoco su solución. Importa asumir también que eso que nos ocurre es una etapa o un ciclo de la vida y que pasará como todas pasan. Y es determinante desear salir de ahí.
Por último, debemos de asumir que no es necesario salir del mal trance en soledad. Que hay ayuda disponible. No importa cuán graves sean los problemas, que siempre será posible encontrar soporte y esperanza. Hay gente que se preocupa a las acudir y buscar consuelo. Hay gente amable en el mundo dispuesta a ayudar a los demás y que obtiene placer y satisfacción con ello. No importa lo mucho que haya avanzado la oscuridad, ahí fuera hay gente que escucha y que quiere y puede asistirnos. Simplemente, uno se ha de colocar en disposición de recibir esa ayuda, porque si no es imposible.
Reflexión final: "Para quienes no ansían sino ver, hay luz bastante; más para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay bastante oscuridad." (Blaise Pascal)
Revista Coaching
549.- "La oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza en alguna pared, el ignorante permanece tranquilo en el centro de la estancia"
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