La verdad es que tiene miga que tengas que coger un tren bala en China dos semanas después de que haya habido un accidente saldado con varios muertos. Me lo callé por aquello de si en el grupo habría gente supersticiosa, pero a decir verdad yo estaba más que tranquilo puesto que los días siguientes a un accidente de estas características son siempre los más seguros debido a la sobrevigilancia que se produce y a la precaución máxima que se adopta. Tal y como esperaba el tren no se movía a pesar de alcanzar hasta 294 km/h que indicaban unos paneles en cada vagón, era chulísimo por dentro, con azafatas y tal, y tuve oportunidad de dormir un rato con el ipod puesto para recuperarme.
Interior del vagón
Xian, antigua capital del imperio, fue la gran sorpresa positiva del viaje, para muchos de nosotros fue la ciudad más bonita y con más ambiente de las que vimos, y eso que todo el mundo viaja para ver el Museo de Terracota. Sin embargo nuestra primera visita fue la Gran Pagoda de la Oca Silvestre, de una especial belleza y con la habitual calma budista.La Gran Pagoda tiene una altura de 7 pisos
Debido al cansancio acumulado, todos optamos por no subir hasta arriba y, algunos de nosotros, preferimos hacernos la típica foto gilipollas del día. Reconozco que hacer de badajo es una sensación "extraña" :-).Lo que nos enamoró de Xian fue la noche deliciosamente divertida que vivimos allí. Estuvimos paseando por una zona de gran ambiente en la que pudimos ver un espectáculo musical precioso de agua y luces en un gran parque, comimos un helado paseando entre tiendas, restaurantes, cafeterías, etc, jugamos con niños, hicimos fotos a estatuas y monumentos que no imaginábamos que estuviesen allí, y bailamos con la gente en una plaza pública como lo demuestra este vídeo.
Nos fuimos a dormir encantados y sonrientes porque al día siguiente tocaba una de las joyas del viaje: el Museo de Terracota. Este museo es ni más ni menos que el Mausoleo del emperador Qin, el primer emperador chino. El impresionante ejército de Terracota está distribuido en tres naves y la Sala de los Carruajes:
- La primera, la más grande de todas, alberga una fosa con más de 6.000 guerreros y 45 carros de combate. En la vanguardia van 3 filas con 204 arqueros. A cada uno de los dos lados hay una fila mirando para fuera: son los que protegen los flancos. Hasra el final del ejército se sabe que hay también retaguardia que es una fila de arqueros mirando para atrás. Y en medio de ellos va todo el grueso del ejército con sus 38 columnas de soldados.
- La segunda fosa contiene más de 1.300 guerreros o caballos con 89 carros de madera y está compuesta de cuatro ejércitos más pequeños: 160 ballesteros de pie y 172 agachados, 64 cuádrigas que eran de madera y ya no existen, la caballería compuesta por 108 caballos con sillas y 108 jinetes que van delante con su caballo, y el último que es una mezcla de 19 carros, 8 caballos con sus jinetes y cerca de 300 guerreros de infantería.
- La tercera fosa tiene 68 guerreros, 4 caballos y un carro de combate. En ella es donde se encuentran las esculturas que representan al Estado Mayor del ejército.
Sinceramente no hay palabras para describir lo que hay allí, la escena es estremedora. Yo había estado viendo la muestra que trajeron al Museo Guggenheim hace años pero no te haces a la idea de su procedencia. Cada figura es diferente, lo que significa, en mi opinión, que representan a personas y soldados de verdad, lo que supone un trabajo... de chinos. Valió la pena aguantar colas, empujones y codazos con tal de ver in situ el trabajo que ha valido a los arqueólogos la consecución del Premio Príncipe de Asturias. Como buen amante de la Historia no pude resistir la tentación de comprarme un libro autografiado por el campesino que descubrió las fosas que ahora se gana la vida de esta forma.
Vista parcial de la 1ª nave
Uno de los carruajes
Arquéologos trabajando en la catalogación y restauración
Estos techos tapan todas las figuras que aún quedan por restaurar
El descubridor de las tumbas firmando mi libro
Tras salir cargado de compras en las tiendas (la ocasión lo merecía), fuimos a comer a un restaurante-teatro, la verdad es que yo no había estado nunca en un sitio así. La comida no era de muy buena calidad para mi gusto pero estar comiendo en mesas que están delante de un escenario que yo me imaginaba abarrotado por las noches tiene su encanto. Luego fuimos a ver el Barrio Musulmán que nos sorprendió muchísimo, lo primero porque sus calles están petadas de tiendas con vendedores que te agobian, y lo segundo porque su Gran Mezquita no se parece en nada a una tradicional. Su estética es completamente china y no recuerda en nada al mundo árabe si no es por las inscripciones.Minarete de la Gran Mezquta
Regateamos un poco para pillar algún recuerdo barato, de esos que luego regalas a los amigos, jeje, y a continuación vivimos una experiencia pseudomística, porque ya me diréis a mí cómo llamar esto a meterte en un autobús de línea en Xian lleno de gente, sin aire acondicionado, con una humedad que rondaría el 80%, cruzando calles a toda leche para que no te pillen, y todo para intentar comprar, sin éxito, una Canon EOS 600D que pensábamos que estaría a mejor precio que en España. El fracaso no es más que un problema pendiente de solución, así que nos pusimos de acuerdo para volver a intentar la compra en Shanghai, ya veréis al final cómo acabó la cosa.Pero antes de atacar la cuarta etapa de nuestro viaje, que os anticipo que fue maravillosamente intensa y divertida, os dejo para cerrar esta entrada unas fotos curiosas de la bella Xian que seguro que os gustan. Ya sabéis, si tenéis alguna duda o queréis más info lo podéis escribir en los comentarios.
Panorámica de la Muralla de Xian
Detalle de una zona de su interior
El restaurante-teatro