(657)
HA NACIDO LA ‘TUITERATURA’
www.elpais.com
- Toni García, Barcelona
www.Prodavinci.com
En
enero de este mismo año, un profesor de Historia afirmaba en la
facultad de Cambridge, en Reino Unido, que el uso de las redes
sociales estaba aniquilando el lenguaje escrito.
Para
este enseñante, David Abulafia, el uso de la escritura que se da en
Twitter o Facebook es la causa de que “la gramática y la
puntuación sean atroces”.
Sus
comentarios levantaron una controversia notable, especialmente porque
muchos de sus estudiantes negaron que el -obvio- bajón del nivel
intelectual relativo al adecuado uso de las palabras tenga que ver
con la aparición de las redes sociales, siendo más un fenómeno
sistémico que coyuntural.
Sea
como fuere, la reflexión de Abulafia llega en un momento en que
Twitter se ha convertido en la gran red social, desbancando a
Facebook, y dejando por el camino la sensación de que el potencial
de esta herramienta de comunicación está aún por descubrir.
Por
el mismo atajo se ha colado el estudio de la Universidad Carnegie
Mellon, la Universidad de Stanford y el Instituto Tecnológico de
Georgia, en el que los autores analizaron a más de 14 mil usuarios
de Twitter y centenares de miles de mensajes en busca de patrones de
uso, evolución del lenguaje (teniendo en cuenta que en esta red
social, y si se prescinde de aplicaciones para extender los tuits, el
usuario sólo dispone de 140 caracteres) y diferencias entre sexos, a
la hora de tuitear.
Sus
conclusiones, muy comentadas en Estados Unidos, hacían hincapié en
la influencia femenina a la hora de escribir tuits y especialmente
en la creación de nuevos códigos de comunicación, con la
utilización de los emoticonos, los acrónimos y los signos de
puntuación, que se extiende ahora a la totalidad de la red social
sin distinción de sexo.
El
hecho de que Twitter se haya convertido en objeto de estudio (a veces
sesudo, en otras ocasiones anecdótico) es una prueba más del
calibre de la red social, utilizada ahora por más de 100 millones
de usuarios en todo el mundo, de los que un 40 % (según los
mandamases de la compañía) se limitan a ejercer el rol de mirón,
mientras unos 400 millones de personas -no necesariamente usuarios-
se conectan a la red mensualmente para saber lo que se cuece.
Este
potencial sin techo aparente (Twitter
anunció en abril que a partir de ahora permitirá que los
anunciantes puedan ponerse en contacto con sus usuarios para
ofrecerles sus productos dependiendo de las palabras que éstos
-los tuiteros- usen en sus mensajes, lo que abre una nueva vía de
ingresos para la controvertida red social) no ha
pasado desapercibido en ningún ámbito, y el arte -uno de los
sectores que mejor ha sabido aprovechar la tecnología y
especialmente los monstruos como Facebook, Tumblr o la propia
Twitter- no es una excepción.
Hace
unos días fue noticia la aventura que Steven Soderbergh,
director de cine y polemista profesional (ha anunciado su retirada
del séptimo arte en diversas ocasiones para a continuación rodar
una nueva película), ha iniciado utilizando la red de los 140
caracteres. “Voy a intentar escribir una novela en Twitter”,
anunció a los participantes de una conferencia privada (palabra
algo arrojada en una época en que un rumor puede hundir la bolsa en
cuestión de segundos).
Dicho
y hecho, a través de su usuario @bitchuation (que hasta hace
pocos días era sólo un tuitero más hasta que Soderbergh decidió
desvelar que era su cuenta) ha publicado 14 capítulos de “Glue”,
una extraña novela que se acompaña de imágenes tomadas por el
propio realizador y que algunos medios han calificado de twitterature
(o lo que es lo mismo, tuiteratura, en español, un híbrido entre
Twitter y literatura).
La
tuiteratura no es nueva, si puede decirse así.
Jennifer
Egan, a través de The New York Times, allá por 2012, ya publicó un
relato corto sobre una espía del futuro, que después pudo leerse en
la revista The New Yorker.
Varias
editoriales underground estadounidenses publican avances de sus
libros a 140 caracteres la entrega.
En
EE UU, varias editoriales publican los avances de libros en tuits.
Twitter
no es ajena a estos intentos de implementar su red y hace un mes
lanzó Twitter Music, un servicio para pequeños artistas que servirá
de plataforma a músicos independientes, que llega apadrinada por
Jason Mraz y Moby, y que servirá para potenciar un aspecto sonoro
(y melómano) que parecía olvidado, además de servir de banco de
pruebas para la atormentada industria discográfica.
La
última locura en la red social ha sido convertir el lenguaje
pictográfico japonés emoji en una tendencia, después de que el
artista Man Barlett hiciera un tuit al que se han sumado
instituciones como los museos Paul Getty y el de Arte del condado de
Los Ángeles o la Tate Gallery de Londres.
Barlett
parece seguir la estela de Takashi Fujita o Karen Eliot, que han sido
capaces de convertir los 140 caracteres en auténticos cuadros.
De
hecho, si uno se pone a seguir el hashtag #twitterart en la red
social se dará de narices con un montón de locos tratando de
convertir cada tuit en un galimatías gráfico.
Finalmente,
artistas contemporáneos como Ai Wei Wei han empezado a usar la red
que creó Jack Dorsey en 2006 para contar sus performances en tiempo
real, convirtiendo lo que debía ser una herramienta de contacto en
una auténtica plataforma mediática.
Wei
Wei, como Soderbergh o Barlett, ha encontrado en Twitter el martillo
necesario para golpear la mesa sin ni siquiera tener que moverse de
casa, dejando claro que las aparentes limitaciones de la red —los
140 caracteres— disparan la creatividad con más fuerza que la de
cualquier espacio ilimitado que Internet pueda ofrecer. Si el arte
buscaba un amigo, Twitter acaba de tenderle la mano.