Redacción, BBC
Mundo
¿Emocionado
por los aplausos que recibió tras una intervención, a su juicio,
ejemplar? Sin ánimo de quitarle el entusiasmo, la cantidad o fuerza
de los aplausos no tiene por qué ser prueba de la calidad de una
actuación.
Así
lo dicen al menos expertos suecos que han estudiado el tema de cerca.
Según
ellos, el aplauso es contagioso y la duración de una ovación
depende de cómo se comportan los miembros de una multitud.
Sólo
hace falta que un pequeño número de personas comience a aplaudir
para que esta forma de expresión se extienda por todo un grupo, y
con que uno o dos individuos decidan dejar de batir las palmas, el
aplauso se apagará.
El
estudio sueco fue publicado en el Journal of the Royal Society
Interface.
El
principal autor de la investigación, Richard Mann, de la Universidad
de Uppsala, señaló: "Se pueden obtener duraciones de aplausos
bastante diferentes incluso con la misma calidad de una actuación.
Esto sólo se debe a la dinámica
de la gente que forma parte del público".
Reacción
en cadena
Para
realizar su trabajo, los expertos estudiaron imágenes de video de
grupos de estudiantes que asistían a una presentación pública.
Según
descubrieron, sólo hizo falta que una o dos personas pusieran sus
manos juntas para que la ola de aplausos se extendiera por todo el
público.
Estas
palmadas generaron una reacción en cadena en la que, espoleados por
el sonido, otros miembros de la audiencia se unieron al aplauso.
"La
presión proviene del volumen de los aplausos en la sala, más que
por lo que haga la persona que está sentada a su lado",
explicó Mann.
La
intervención que se había visto, independientemente de lo brillante
que fuera, tuvo poco efecto en la duración de la ruidosa aclamación.
De
hecho, los investigadores constataron que la duración del aplauso
varió enormemente en los distintos grupos analizados.
Mann
le dijo a la BBC: "En un caso, un público puede aplaudir una
media de 10 veces por persona. En otra ocasión, pueden aplaudir tres
veces más”.
"Y
todo se debe a que Ud. siente la presión social de empezar a
aplaudir, y una vez ha comenzado a hacerlo, hay una presión
igualmente fuerte para no detenerse, hasta que alguien comienza a
parar".
Los
científicos creen que aplaudir es una forma de "contagio
social" que refleja cómo las ideas y las acciones ganan y
pierden su momentum.
El
estudio de este fenómeno, aseguran, puede aportar luz a otras áreas,
como por ejemplo el análisis de las idas y venidas de las tendencias
de moda, o la expansión de las ideas a través de internet.
Mann
precisó: "Aquí pusimos a prueba si es mayor la influencia del
total de personas en una sala, o de las personas sentadas a nuestro
alrededor.
"El
equivalente en redes sociales como Facebook o Twitter sería estudiar
si Ud. es más propenso a seguir una tendencia si ve que muchas
personas del mundo en general la mencionan, o sólo si sus amigos más
cercanos lo hacen".