Revista Tendencias
Antes de empezar oficialmente con los posts navideños, tengo 4 posts que empecé a escribir hace meses pero que por algún motivo fui dejando de lado. Me refiero a los países que visité durante mis vacaciones de verano.
El mes pasado logré publicar 3 posts al respecto, Explorando PortAventura, A bordo del Sovereign, Pullmantur y Primera parada: Túnez, pero cuando llegué al cuarto post en el que hablaría sobre Roma y el Vaticano me quedé sin palabras. Es un reto personal para mi, terminar estos posts antes de fin de año, por eso decidí cambiar el enfoque de estas entradas y contar mis experiencias a modo de diario de viaje con cosas a tomar en cuenta por los futuros viajeros.
Resumiendo, el 21 de septiembre nos embarcamos a bordo del Sovereign de Pullmantur, haríamos un recorrido por el Mediterráneo y pararíamos en Túnez, Italia y Mónaco. Como ya le dediqué un post entero al día que embarcamos y otro a la parada en Túnez, voy a hablar en este post acerca del día que prácticamente corrimos por Roma y el Vaticano.
El desembarque salió como lo previsto, todos afuera temprano, seguimos las instrucciones que nos envió la agencia de excursiones aunque nos costó un poquito encontrar a la guía, al final no hubo mayor problema.
Salimos del puerto en autocar hasta llegar al Coliseo, donde nos encontraríamos a la guía con la que haríamos todo el recorrido en Roma y el Vaticano. Allí nos ofrecieron unos audífonos en alquiler que tenían coste adicional, yo aconsejo que lo alquilen si se quieren enterar, porque una vez empieza la caminata es muy fácil quedarse atrás y no escuchar una palabra.
No estuvimos más de 5 minutos frente al Coliseo, tiempo que nos dieron para que tomáramos un par de fotos y nada más. El resto del tour siguió el mismo ritmo, caminas rápidamente mientras miras a derecha e izquierda quedándote al final con un vago recuerdo de todas las historias que te contaron.
Por supuesto, esto es lo que pasa cuando intentas conocer una ciudad tan llena de historia en solo 7 horas, pero a mi no me importó, de hecho creo que lograron que nos enamoráramos de Roma y nos quedáramos con muchas ganas de hacerle otra visita más larga.
Nos dieron un ratito libre para que probáramos un trozo de pizza y compráramos algunos recuerdos antes de dirigirnos al Vaticano. Nunca me había interesado mucho por esta ciudad, pero tengo que admitir que cuando entré en la Basílica de San Pedro me quedé impresionada. Es un lugar imponente. Te puedes quedar mirando cada detalle por horas y nunca dejar de maravillarte.
Definitivamente es un lugar que hay que visitar. Me gustó que no tuviéramos guía en esta parte del tour, sin duda habría sido interesante lo que nos tuvieran que contar, pero valió la pena simplemente poder observar.
Después de un día tan largo, nos subimos de nuevo al autocar, nos esperaba un largo camino hasta llegar de nuevo al puerto. Nos dejaron justo al lado del barco y embarcamos muy rápido. Nos quedó tiempo suficiente para una siestita antes de ir a cenar y seguir disfrutando del crucero.
Me encantaría estar a bordo del Sovereign otra vez ^^
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