Es difícil encontrar una sonrisa en el metro por las mañanas. Todos vamos serios, medio dormidos y como en nuestro mundo. La escena es gris, casi triste. Se podría decir que es un casting para una película de muertos vivientes.
“Niño riendo” – Frans Hals.
Pasamos una gran parte de nuestro tiempo serios y concentrados. Nos cuesta mucho sacar una sonrisa, mostrarla ante los demás. Es como si nos la cobraran.
Sonreír es sano tanto para la salud psicológica como para la física. Relaja, facilita la comunicación con los otros y te hace sentirte feliz y agradecido.
Me gustaría destacar 7 momentos cotidianos en los que podemos sonreír de manera muy sencilla.
- Al despertarnos y al acostarnos
Porque nos despertamos con sueño y nos acostamos cansados se nos olvida sonreír. Estos dos momentos son muy buenas ocasiones para hacerlo, puesto que al despertar volvemos a ser conscientes de nosotros y nuestra vida y al acostarnos reconocemos el tiempo que hemos tenido durante el día para emplearlo en nuestras metas y decisiones.
- Al saludar y al despedirnos.
Es en el ámbito laboral donde más se puede percibir esta falta de hábito. Saludar no solo informa de nuestra presencia, sino que si además lo acompañamos con nuestra sonrisa, estamos aceptando al otro y respetándole. Al hacerlo cuando nos despedimos, reconocemos el tiempo que henos invertido haciendo nuestra labor en compañía.
- Al dar y recibir los “Gracias”
La sonrisa es un gesto que hacemos automáticamente cuando nos sentimos agradecidos. Es el verdadero sentimiento que hay detrás. Cuando sonreímos al dar las gracias, estamos aceptando el “regalo” que hemos recibido. En el caso de que nos den las gracias a nosotros, el sonreír supone un gesto de autoafirmación y amor a uno mismo, puesto que sentimos que hemos hecho lo “correcto”.
- Al estar con otros.
Cuando sonreímos en una reunión de personas, estamos facilitando la comunicación y generando un ambiente de confianza y apertura. Al sonreír, estamos mostrando una actitud de cercanía y por tanto de aceptación y valoración. De esta manera, conseguiremos que la sonrisa sea contagiosa y la comunicación, por tanto, fluya de manera más óptima.
- Al estar solos.
Aunque a veces nos cueste, podemos sonreír cuando estamos solos. Nos puede parecer raro, pero es el mejor momento, puesto que así, nos estamos reconociendo, aceptando y siendo conscientes de nosotros mismos. Son momentos para sentirnos y ser fieles, de sonreírnos y ver más allá de esa sonrisa.
- Al ir todo mal
Es difícil hacerlo, pero aunque no lo mostremos es saludable sentirla por dentro, aunque sea muy en lo hondo. No podemos dejar de reconocer los aspectos positivos que hay en todas nuestras experiencias, aunque nos resulte doloroso aceptarlo. Ante una pérdida, no solo sentimos dolor, también podemos sentir alegría por el tiempo que pasamos con ella y lo agradecidos que podemos estar.
- Al ir todo bien
Más difícil todavía es sonreír cuando todo va bien. Podemos sentirnos alegres por un hecho feliz y al instante sentir que no nos lo merecemos o que desaparecerá lo que lo ha causado en cualquier momento. Si sonreímos en estas ocasiones, estamos reconociendo nuestro merecimiento y valor.
Por supuesto, te invito a que sonrías en este mismo instante.
Carlos Postigo