No me mueve, ¡ay, Dios!, para ofenderte
el rostro que te tienes merecido,
ni el presumir de lo que nunca has sido,
falto de títulos que puedan defenderte.
Muéveme, sí, el hecho de saberte
digno de que te llamen malnacido,
pues, a fuerza de ser un resentido,
tu pluma lo que toca lo pervierte.
Calla, ……… , que puede serte caro,
si insistes tú en ir de hijo de puta,
pues en tu albarda pesa el equipaje.
Ya que eres en Historia tan ignaro,
deja el pasado en paz, cambia de ruta,
dédicate a los toros… o al encaje.