Un año más llegó el 8 de marzo. Como todos los días señalados hay quienes siempre pensamos lo mismo. Siempre deberíamos tener presente lo que estos días nos recuerdan. Siempre deberíamos tener el espíritu de la Navidad, siempre deberíamos tener presente a nuestro padre, a nuestra madre o a nuestra pareja. Siempre deberíamos recordar que hay enfermedades raras, y otras no tan raras pero igualmente dolorosas, que hay niños que sufren, que el maltrato existe… Pero como no es así, el calendario nos lo recuerda de vez en cuando.
El día de la mujer trabajadora. Siempre me pregunto lo mismo. ¿Quién es la mujer trabajadora? ¿Acaso no trabaja el ama de casa? ¿Quizá las directivas que más ganan y que acumulan éxitos profesionales, no son trabajadoras? ¿Y por qué no existe un día del hombre trabajador? Entonces habría verdadera igualdad.
Sé que es un tema polémico si no se afronta desde lo impuesto por la sociedad. Pero El Día de la Mujer Trabajadora es un día por el que todos, hombres y mujeres, deberíamos luchar para que deje de existir. Será entonces cuando realmente todos seamos iguales. Cuando se valore, social y económicamente, la importancia de las mujeres que se quedan en casa cuidando a sus hijos. Cuando no haya diferencia en los salarios por un mismo empleo. Cuando las mujeres directivas y no directivas, tengan las mismas oportunidades que los hombres para llegar a altos cargos. Cuando tantas cosas… dejen de existir.
Hace dos semanas tuve el privilegio de asistir a una reunión con Eva Levy. Pionera y rebelde. Me congratulaba escuchar sus palabras, tan acordes con mis pensamientos. Responsable de la división de mujeres en los consejos de administración y alta dirección de ExcellentSearch, lucha desde hace décadas por la inserción de la mujer en todos los ámbitos y sin embargo es crítica con la mujer. Nada como afrontar un problema conociendo muy bien su origen pero también la psicología y los miedos que siempre acechan. Miedos a veces causados por otros, a veces por nosotras mismas. La peor enemiga de la mujer muchas veces es la propia mujer, decía Levy. Pero también tiene muy claro que si las empresas e instituciones hubieran escuchado a las mujeres, la crisis no hubiera sido tan fuerte.
Os invito a que leáis las opiniones de Eva Levy y que con ellas reflexionemos. Por mi parte insistir en que lo que debe de haber es igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Que impere siempre la valía profesional por encima del sexo y que cualquier hombre o mujer pueda elegir libremente si desea trabajar para llegar a un alto cargo, si desea quedarse en casa, si desea un trabajo que le permita tiempo de ocio, sea lo que sea, las opciones son infinitas si hay libertad de elección e igualdad de oportunidades. Y por supuesto que se ponga fin a la diferencia salarial que siempre condiciona la elección.
Nuestra empresa apuesta por las mujeres reales, las de carne y hueso, y las que a veces también somos carne de cañón. Las que cuidamos nuestra piel porque nos dejamos la piel en todo lo que hacemos. Ojalá algún día podamos hacer lo que realmente queremos y necesitamos. En un mundo en el que hay más mujeres que hombres, ¿Dónde estamos? Según la propia Eva Levi estamos retrocediendo. Ella trabaja con datos, y la creo, pero me niego a creer que sigamos caminando hacia atrás. Pensemos en cuáles han sido nuestros errores, y no los errores de los demás. Autocrítica y a seguir luchando, en el nombre de la mujer y en honor a tantas que hubo, cabeza de lanza y de las que pocas veces nos acordamos. En honor también a los hombres que lucharon por la verdadera igualdad, y en honor a una futura sociedad justa y libre en la que no necesitemos el recordatorio de un Día de la mujer trabajadora.