A veces hay cosas que nos ponen muy nerviosas y por mucho que intentemos controlarnos terminamos estallando en un episodio de ira incontrolable que nadie –o casi nadie –merece ver y presenciar.
La ira no es un sentimiento bueno, encima suele ir acompañada por el rencor, la ansiedad, dos sentimientos muy negativos para el cuerpo. Por este motivo es muy bueno aprender algunas técnicas que te permitan controlar esta ira que a veces te domina. Si puedes controlar la ira lograrás dar argumentos más lógicos en la discusión y si logras no perder los papeles la gente te verá como una persona de más confianza. Además, la vida son cuatro días, ¡no vale la pena pasarlos enfadados!
Trucos para controlar la ira
1. La respiración
Lo primero de todo, cuando notemos que la sensación de ira empieza a embriagarnos, debemos centrarnos un momento y respirar. La técnica que mejor funciona para calmar los nervios, que en este caso están producidos por la ira, es la del 4-7-8. Es una técnica usada para relajarse antes de dormir, pero también es muy útil para calmar los enfados.
Esta técnica consiste en coger aire durante 4 segundos, retener el aire durante 7 segundos y liberarlo durante 8 segundos más. Tienes que repetir este proceso unas 3 o 4 veces, hasta que te sientas más calmada y puedas pensar con más claridad.
2. Reestructura los hechos
Una vez estés más calmada reestructura todo lo que ha pasado. Ve paso a paso e intenta cambiar tu punto de vista. Analiza aquello que te ha enfadado y dale un giro. A lo mejor no es tan grave como pensabas en un principio, o puede que como ya estabas empezando a estar nerviosa te lo hayas tomado peor de lo normal, y ahora estás exagerando.
Lo importante de este paso es, pues, buscar la forma de ver los hechos sin que te afecten tanto. Verlos de todas las formas distintas para intentar rebajar la ira del momento.
3. Busca formas de resolver los problemas
Una vez hayas analizado dichos hechos y hayas visto todos los puntos de vista posibles es momento de empezar a buscar soluciones a los problemas. Plantéate por qué te has enfadado y por qué algo te ha afectado tanto.
Cuando llegues a este punto, es posible que veas que realmente no era para tanto, y que lo que te ha afectado tiene solución, y, si no la tiene, que eres capaz de mostrar claramente y pausadamente por qué te has enfadado y qué te ha afectado tanto.
4. Comunícate
Este paso es el más importante y es que si te has enfadado por culpa de alguien, lo mejor de todo es comunicarte con esta persona por tal de entender el problema y resolverlo. Este paso es imprescindible hacerlo una vez se hayan completado los anteriores, ya que si se hace en caliente, sin estar calmada ni haber pensado bien qué vas a decir, es muy probable que tus propias palabras y tus nervios te traicionen.
Cuéntale a la persona indicada por qué te sientes así, intenta no culparla y que no se sienta atacada, ya que si se ve acorralada se cerrará y no querrá hablar más contigo. El tacto es imprescindible.
5. Usa el humor
Finalmente, otro punto clave para suavizar los enfados es el humor. Añade un poco de humor absurdo en tus argumentos y situaciones para suavizar la situación y que todo deje de parecer tan grave.
Un poco de humor puede hacer que tanto la otra persona como tú misma os relajéis y habléis las cosas mejor, con más calma y respetándoos más entre vosotros.
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