Vaya por delante que yo soy de aquellos que creen que siempre quedan cosas por aprender. Es más: cualquier persona y situación te pueden enseñar algo en un momento dado. Ahora bien, es arrancar el ordenador y adentrarme en el profundo lodazal de internet, y no parar de leer que el 2020 y el 2021 han sido unos años que han enseñado muchas cosas. A mí no me han enseñado nada. O para ser más exactos: nada que no supiera. Y no es que vaya de listo. Pero me sorprende que todavía haya quienes no tienen aprendido que somos capaces de las mayores bondades y de las peores maldades. Que somos capaces de grandes gestos altruistas y del más bajo egoísmo. Parece que algunos dudaban de nuestra intrínseca capacidad para convertirlo todo en mierda.
¿Existe esa gilipollez de quien dice que no se conoce a sí mismo?