Revista Arte

A aquel remanso le debo una isla

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

A aquel remanso le debo una isla

<<El corazón se cierra ,
el mar se bate en retirada,
los espejos están amortajados>>.

Con esta cita de mi adorada Sylvia Plath, tan sugerente y a la vez tan inquietante, comienza el nuevo poemario de Cleofé Campuzano: A aquel remanso le debo una isla, que, como la cita, se podría definir con estos dos adjetivos.

El libro, publicado exquisitamente por la editorial Sapere Aude, contiene imágenes que acompañan a algunos de los poemas y dan empaque a la producción de Cleofé; se divide en dos secciones: DISTRITO HABITABLE SOBRE UNA FLOR y MISMO LUGAR VIEJO.

A aquel remanso le debo una isla

En la primera, debemos destacar algunas temáticas recurrentes en la poesía de Campuzano: el paso del tiempo, lo efímero, el olvido, el tema existencial, el dolor de vivir, etc., todo ello sazonado con cierto hermetismo expresivo: La raíz bárbara nos presenta fugitivos/ de este presente. Pero no hay otro/ para evitar vivir. Es este único universo,/ esta algaba, la tierra prescrita. ("Gladiuolus illirycus").

En esta primera parte estamos ante piezas breves en las que importa tanto lo que se dice como los silencios que acompañan a la poesía de Cleofé.

Existen, a mi modo de ver, dos tipos de poetas, los que no dan cabida al silencio y su poesía es un torrente expresivo, arrollador, donde nada queda sin nombrar, y los segundos, como Cleofé, que indagan en las aristas del verso para dar cabida en su producción al silencio, para mi forma de ver el mundo y el arte, estos poetas son los más interesantes. Importa tanto lo que se dice como aquello que sobrevuela al poema y no es necesario nombrar: Los que murieron ayer/ nos dejaron sus antorchas./ Sin embargo, ahora vemos un camino/ y no nos estrangulamos con el miedo./ Somos más extraños. ("Gladiuolus illirycus").

En la segunda parte del poemario, que tiene un título bastante revelador "Mismo lugar viejo", Campuzano indaga en la idea de lo viejo como un lugar más seguro y menos hostil que lo nuevo, dicha idea, asociada al paso del tiempo y a lo efímero de la vida, es el caldo de cultivo para el primer poema de esta parte, dividido en tres: La comprensión no es suficiente./ Otra palabra para un significado nuevo./ Pero no la hay, no la hay y retorno/ a mi lugar viejo, a aquel lugar seguro,/ al remanente inalterado, al dolor/ que nos interpreta y me interpreta;/ al pasillo intermedio como interlocutor/ de la verdad creada./ ("Retroactividad de lo inminente")

La mirada hacia el pasado se convierte en reveladora, pues nos damos cuenta que vivimos de él y nos cuesta construir el futuro, esperamos que llegue lo nuevo, pero somos incapaces de alcanzar los objetivos, nos quedamos en la orilla conocida, "feliz", tranquila, de un inmenso océano, creyendo que cruzarlo es imposible. Solo nos queda quedarnos en lo conocido, en lo viejo y resistir el dolor provocado por los avatares de la vida, y que nos irá desgarrando poco a poco hasta llevarnos de la mano hasta la muerte: "Mirando estos fuegos, acostumbrados/ a no consumirse si no hay razón de peso/ y al igual que el daño feliz, / clausuramos en instantes de favila". // ("Daño feliz")

También nos encontramos con reminiscencias quevedescas, asociadas al tópico del "tempus fugit" o el "memento mori", en el poema "Co-pertenencias", en el que se habla de los objetos de la habitación y cómo se han ido deteriorando con el paso del tiempo, despertando la consciencia de la muerte en la autora: "Este cuarto es lo manido. / Sigo aquí,/ como una mano entre tantas/ o un cerebro haciendo pliegues.//

Las reflexiones sobre la vida y el discurrir de los días es el tema que vertebra esta obra, haciendo que estemos ante un poemario con cierto cariz filosófico-existencial. El poema "Óbito" es un claro ejemplo, en estos versos se parte de una fuente de comida que es el elemento que, en este caso, nos permite alimentarnos, nos permite mantener nuestra existencia, pero el hecho de comer no es más que un acto que nos permite el sostenimiento efímero, pues vamos macerando, de este modo, la muerte irremediable: "En esta fuente de comida,/ en este objeto que alimenta/su propia furia/ en el entusiasmo,/ en la mortalidad que los macera,/ en esta fuente/ prefiero quedarme; acabar mi ración,/ como sincera inmanencia a la vida/ que se enfría.//

Finalmente, me gustaría destacar un poema que, a mi parecer, se refiere al confinamiento provocado por la pandemia del COVID-19 y que permite al lector reflexionar sobre la importancia de tener cerca a los seres queridos, pero también para mostrar que esta situación nos ha servido para conocernos mejor a nosotros mismos: "Mal cuánto mal,/ tanta pandemia de males./ Aún abierta la claridad patógena/ me disuelvo en bellísima esperanza/ hacia sus tinieblas penetradas de cierto haz/ hacia sus cobijos que seguramente existieron/ hacia ellos me vuelvo,/ les explico que me han sentado bien/ vivir sin su aire./ Les explico que he entendido cómo vivir/ y que los he necesitado, extrañamente,/ para saberlo.//

En definitiva, estamos ante un libro que nos lleva por los entresijos del pensamiento de la autora, nos hace reflexionar sobre la existencia, sobre lo perecedero, nos presenta una visión de la vida como tránsito hacia la muerte, y a mí, al leerlo, me ha venido a la mente la idea machadiana de que los poetas quizás solo seamos palabras en el tiempo.

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Cleofé Campuzano Marco (Archena, 1986), poeta, educadora social y gestora cultural.

Inició sus estudios universitarios en Filología Hispánica, posteriormente se graduó en Educación Social y se especializó en la vertiente sociocultural, a través de estudios de posgrado en Antropología Social y Cultural y en Educación y Museos, por la Universidad de Murcia y por la Universidad de Zaragoza.

Habitualmente ha colaborado en diversos medios con trabajos científicos y reseñas. Ha participado en revistas de poesía y espacios literarios como La Galla Ciencia, Empireuma, El coloquio de los perros, Círculo de Poesía, Oculta Lit, El cuaderno, La Ninfa Eco, entre otros.

Actualmente reside en Lleida y compagina la producción literaria con trabajos de investigación, la intervención socioeducativa y el comisariado pedagógico de arte contemporáneo. Incluida en la antología Encuentros con la poesía en la Casa Natal de Miguel Hernández. 27 poetas (Fundación Cultural Miguel Hernández, Orihuela, 2019). Ha publicado El ocho de las abejas, con prólogo de Jose Luis Zerón Huguet (Devenir, 2018) y Paz primaria (2021) también en el mismo sello editorial. A aquel remanso le debo una isla es su tercer libro.

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