Hace un año más o menos, un bombazo teatral saltó a los medios de información.El musical "A chorus line" se representaría en Málaga con Antonio Banderas a la cabeza, en el Teatro Soho de dicha ciudad, Banderas produciría y protagonizaría el espectáculo en las navidades de 2019.Automaticamente en el mundillo teatral se empezó a hablar de la curiosidad que suscitaría ver a una de nuestras estrellas más internacionales en directo, especialmente en una obra musical, género que Banderas ya había tocado en Broadway, y por supuesto en la celebrada versión cinematográfica de "Evita" dirigida por Alan Parker, así como en la primera ocasión que pudimos disfrutar de las dotes canoras del malagueño, en la versión de José Luis García Sánchez de la opereta de Lleó "La corte de faraón".
Con esto, creo que nos queda más o menos claro, que el género no le es ajeno al astro malagueño, pero... si es cierto que disfrutar de una interpretación suya en un teatro en nuestro país era algo que creo que no se nos pasó por la cabeza a nadie, hasta que el proyecto empezó a sonar cada vez con más fuerza.
No podía dejar pasar la oportunidad de ver a Banderas, especialmente sabiendo que la gira del espectáculo no la va a hacer él, así que con dos meses de antelación, en un arrebato musicalero saqué entradas y billetes de AVE para escaparme un fin de semana a mi querida Málaga. Reconozco que me podía la curiosidad, y además reconozco también cierta debilidad por "A chorus line" dado mi pasado como corista, durante tanto tiempo.
Las entradas se han vendido como pan caliente, de hecho en noviembre ya no quedaba absolutamente nada por vender, añadiendo funciones, siendo la tónica el lleno absoluto, y la máxima expectación ante el inminente estreno del espectáculo.
El pasado sábado por fin llegó el gran día, y con un cosquilleo en el estómago me acerqué al teatro, para disfrutar de una velada, que saliera como saliera, sin duda pasaría a mi historia como espectador... por suerte todo estuvo a la altura como iré desgranando en esta crónica, siendo el resultado una experiencia teatral y musical de alto voltaje e indudable calidad.

"A chorus line" fue Estrenada en el Off Broadway en 1975, pasando al circuito principal casi de forma instantánea, estando en cartel doce años, siendo todo un récord para su época. El musical escrito por James Kirkwood Jr. y Nicholas Dante, la letra por Edward Kleban y la música compuesta por Marvin Hamlisch tiene una gestación interesante. Durante una especie de terapia de grupo realizada a coristas de Broadway, salieron varios testimonios sobre la vida privada de los artistas, siendo ese el germen del musical, la experiencia personal de varios de los artistas anónimos de las grandes musicales, y en los que no se ve al conjunto como nada más que una disciplinada línea del coro que se sabe todo al dedillo, y resulta muy espectacular cuando le dan el necesario empaque al espectáculo.
Basándose en esas vivencias personales, algunas muy duras, se escribió la obra, en la que el proceso de selección de una comedia musical y los posteriores ensayos, sirven para contarnos todo lo que hay detrás de una gran producción, en la que el factor humano, como todo en esta vida, tiene vital importancia.El musical es considerado un pionero, y muy revolucionario, siendo practicamente un clásico instantáneo, y que todavía sigue siendo referencia e inspiración, para futuros artistas que se ven reflejados de forma casi caligráfica en lo que se desarrolla en escena.La obra es de una complicación altísima, ya que todas las disciplinas deben ser dominadas a gran nivel, canto, danza e interpretación. Sinceramente, no me imagino un musical más multidisciplinar que "A chorus line".La obra agridulce, en su final plantea una paradoja inteligente, y muy comentada, después de dos horas buceando en los entresijos de nuestro elenco, se nos presentan como lo que son, comparsa de la obra que están montando, en un número imitado hasta la saciedad, icónico, y reconocible por todo el mundo, incluso al que no le gustan los musicales. En dicho número, nuestros protagonistas se difuminan en la línea del coro para volver al anonimato que les ha tocado en suerte, siendo uno más de una inmensa " A chorus line" sin cara reconocible y de movimiento uniforme.
Vayamos con el elenco, amplio, y acertadísimo en líneas generales, y de un gran nivel en todas las disciplinas tal y como el musical requiere.Todos los componentes de la función tienen su momento de lucimiento, aunque no todos los personajes tienen la misma extensión, por tanto intentaré abreviar dado lo extenso del reparto.
Fran del Pino como Don, destaca más en las facetas de bailarín y actor que en la de cantante, aunque cumple sin problemas en un papel no muy desarrollado en la trama. Así como Angie Alcázar como Bebe, de buena presencia escénica y muy bien empastada en su número musical, de voz bonita y bien timbrada. Entre las pequeñas partes también nos encontramos a un estupendo Daniel Délyon como Richie, estupendo de voz, y muy energético en las coreografías, resultando un torbellino en sus intervenciones. Muy a destacar el magnífico Mark de Roberto Facchin, que desprende ternura a raudales, y que posee una maravillosa técnica de bailarín de hechuras clásicas que he de reconocer que me cautivó. Ivo Pareja Obregón como Greg, quizás un poco extremado, pero también correcto en un papel que nos chirría un poco, y que como más tarde comentaré, quizás se ha quedado algo desfasado dentro de la historia, ya que creo que "A chorus line" merece una revisión más acorde con los tiempos actuales. Mención especial para la Connie de Cassandra Hlong, divertidísima en los bocadillos, y de impagable presencia escénica.Pablo Puyol y Diana Girbau, muy compenetrados, en el único matrimonio que nos encontramos en nuestro peculiar casting, llevan a cabo un difícil número con un interesante juego escénico que no desvelaré, y que resulta delicioso. Encontré a Puyol en un momento vocal dulce, donde su voz, mas atenorada que nunca suena potente, y con una notable mejoría en cuanto a la colocación con respecto a otras ocasiones. Puyol las da todas en lo musical, en un papel difícil y de aguda tesitura, sonando como un cañón, y de forma muy efectiva. Girbau no canta, ya que su papel tiene el hándicap de no "saber cantar", algo que no resta ni un ápice de calidad a su trabajo, cargado de gracejo y naturalidad.Kristina Alonso como Sheyla, me pareció muy templada y cargada de empaque, tal y como el personaje requiere, sacando el máximo jugo a toda las frases lapidarias que aporta el papel, y cargada de matices cuando se deja ver en su intimidad. Dotada de un buen desplante escénico, y muy en consonancia con el aire de "rompe y rasga" que se le presupone a Sheyla.Graciela Monterde como Val, impagable en todas sus intervenciones, cargada de frescachonería, en una interpretación que se me antojó arriesgada, y muy de verdad. Su papel no es nada fácil, y lo pelea hasta las últimas consecuencias, con gran sentido de la comicidad, y con un control de los tiempos escénicos muy a tener en cuenta, me pareció solidísima en sus intervenciones, y muy adecuada para el papel. Anna Coll, como Diana, quizás la más floja del elenco, un tanto impostada en lo actoral, y con una interpretación musical que no acabó de convencerme con algunos problemas de afinación. Es cierto que Diana Morales es uno de esos papeles en los que es inevitable la comparación dado lo icónico de "Nothing", tema en el que me faltó fuerza e intención, y sobre todo, el saber plegar velas en la última estrofa, después de todo lo que dice a mitad del tema, no redondeando la canción de forma satisfactoria. "Nothing" muerde, varios estados de ánimo deben pasar por la artista cuando lo interpreta y Coll se queda ciertamente plana. El tema de la impostación, en un elenco como el de la función, en el que la verdad está tan patente en la mayoría de las interpretaciones, se ve más acusado en el caso de Coll, que parece encontrarse en un código diferente al de sus compañeros.



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