Sin lugar a dudas, los callos, son uno de los platos más destacados de la gastronomía asturiana, y somos muchos los amantes de este sencillo manjar. Por ello no son solo callos, son callos a la asturiana. La búsqueda de los mejores de Asturias se presenta como una tarea compleja. Son muchas las cartas que los ofrecen, muchos ya elaboradoras y aderezados "in situ", y pocos los que ofrecen callos caseros 100%. Además, los callos, son un plato de esos que podríamos llamar "recomendables". Todo el mundo conoce un sitio donde los ponen de muerte, y cualquier tertulia gastronómica debate sobre donde destacan más, resultando la lista de lugares y recomendaciones amplísima.
Por todo ello, la tarea de encontrar los mejores callos de Asturias, se presenta a priori dura, pero alguien tiene que asumir el reto, y no seré yo quien reúse esta misión. Alguien lo tiene que hacer, y servidor se presta a ello en cada ocasión que tiene, poco a poco, y como siempre dejando constancia de las visitas en este blog. Quizá nunca lleguemos a descubrir al mejor, pero sin duda, habremos descubierto en la búsqueda, los mejores sitios para comer callos de Asturias.
Nuestros protagonistas de hoy, no faltarían en la quiniela. Son, los aclamados por muchos, como mejores callos de Asturias, y los sirven en Casa Luis, en Ferroñes, concejo de Llanera. Situado en zona rural entre Lugo de Llanera y Avilés en un acogedor local, con zona de barra para tomar un vermú, y dos comedores. Local bien decorado y limpio. Los callos, plato estrella y especialidad, solo los tienen en temporada, es decir de octubre a primeros de abril, y resulta complicado encontrar mesa, si no es con algún mes de antelación. Para que os hagáis una idea, nosotros para cenar teníamos reserva desde hace dos meses...
Sin duda el principal reclamo de Casa Luis, son los callos, pero es no quita que tengan alguna otra delicia como picadillo, adobo, carrilleras y alguna cosina mas.
En nuestra visita, tengo que decir, que los callos me gustaron, servidos en una tartera grande de barro para que aguanten el calor, y acompañados de patatas fritas. No me apasionaron, quizá las espectativas eran muy altas, pero sin lugar a dudas estaban buenos.El tamaño, aunque pueda parecer secundario, de lo mejor, como manda la norma, pequeñinos. No vienen picantes, pero se soluciona con un buen chorro de aceite picante que los alegra al gusto. La patata la prefiero cortada en cubos, pero es algo secundario. Por no desaprovechar la visita, también nos dejamos llevar por la gula, y probamos las carrilleras, muy buenas, acompañadas de patatas fritas, una salsa deliciosa y super tiernas, como tiene que ser.
En cuanto a los postres, bastante buenos todos. Entre todos pudimos probar casi toda la oferta. La tarta de queso, tipo flan, la de avellana y la de turrón, todas ellas de sabor muy suave pero ricas. Si no eres muy llambión, creo que son perfectas. También el arroz con leche, muy rico.
Nota menos positiva; el pan. Son bollos individuales, a simple vista buenos, pero la corteza resultaba estar demasiado blanda. Recordaba a ese pan que guardas en su bolsa, pero que se seca y reblandece al poco tiempo. En un plato como este, en el que el mojar es una fase en si mismo, creo que el pan es algo a cuidar o vigilar, y sobre todo si los callos son el plato de referencia.
Para beber, personalmente tome sidra natural del llagar de M. Busto, Villaviciosa. El precio por persona fue de 26 €, incluida propina. Trato fenomenal, muy amables y atentos, preguntándonos en diferentes ocasiones si todo estaba a nuestro gusto.