En Microcosmos dice Claudio Magris que «los cafés son una especie de asilo para los indigentes del corazón» y, algunos de sus propietarios, «son también benefactores que les ofrecen un amparo provisional frente a la intemperie». Más adelante señala que, en nuestro mundo, el bar y la iglesia son «dos lugares liberales, en los que no se pregunta, al que entra, de dónde viene y bajo qué bandera o distintivo milita; en la iglesia no hace falta además ni siquiera pagar la consumición, encender una vela está aconsejado pero no es obligatorio». Más aún, señala: «Tal vez hoy las iglesias sean uno de los sitios en los que se respira más libremente».
De Bienvenidos a la fiesta.