“Voy a tratar de terminar 4 Lonkos este año. Con suerte la presentaré en 2019 y ahí me pondría a hacer la película sobre La Plata”. En diálogo telefónico con Espectadores, Sebastián Díaz adelantó sus próximos pasos por el sendero que empezó a transitar en 2013, cuando arrancó con la pre-producción de La muralla criolla. Aquel documental sobre la histórica Zanja de Alsina se estrenó la primavera pasada en Buenos Aires y desde entonces se proyecta en salas y en algún canal de TV del interior del país.
“En La muralla se busca restos; en 4 Lonkos se trata de restituirlos” sostuvo el realizador platense ante la pregunta por la relación entre ambos films. También explicó que, con el trabajo de investigación para el primer documental, armó una “linda biblioteca” que le sirvió para llevar adelante el segundo.
La producción de 4 Lonkos arrancó hace casi un año, con algunas interrupciones debidas a las tareas de difusión de La muralla. “Tenemos unos treinta minutos editados; nos falta filmar un 25 por ciento más y avanzar con la animación y con el montaje”. La “realización artesanal” tiene sus “dificultades”, reconoció sin amedrentarse.
A partir de entrevistas a investigadores, recreaciones animadas, citas de documentos oficiales y libros de autor, 4 Lonkos reconstruye la historia de los caciques Juan Calfucurá, Mariano Rosas, Cipriano Catriel y Pincén. A cada uno le corresponde un capítulo del documental.
La suerte que corrieron los restos mortales de estos jefes es el tema central del film. “En mapuche, Lonko significa Cabeza en el sentido de Cacique, pero yo retomo esa palabra en el sentido de Cráneo. Esos cráneos fueron apropiados y terminaron exhibidos en un museo que el Perito (Francisco Pascasio) Moreno comandaba en La Plata y en otro que se abrió más de medio siglo después en Bariloche. Incluso después de retirados, se los retuvo como piezas de colección”.
Díaz explicitó su intención de criticar a la ciencia, sobre todo a las figuras del Perito Moreno y de Estanislao Zeballos, “los cazadores de cabezas y coleccionistas más grandes del país”. Luego agregó: “La idea es hacer una película informativa y también ajustada al contexto actual, es decir, que también muestre la restitución de los restos a la comunidad de origen”.
Este egresado del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda coqueteó con la idea de que La muralla criolla y 4 Lonkos conformen una trilogía con una última película sobre la Conquista del Desierto. “Antes, vamos a hacer una impasse para contar la historia de la Ciudad de La Plata”.
E: ¿Cómo surgió esta inquietud histórica tan precisa?
SD: Me gusta mucho la Historia, sobre todo la del siglo XIX donde se empieza a formar la Argentina más parecida a la que conocemos actualmente. Yo empecé a investigar algunas cuestiones que al principio seguía de oído; a medida que me fui metiendo me sentí en un camino de ida. Llegar a ciertas conclusiones me generó un debate interno, y terminé definiendo mi postura a través de los documentos que encontré.
E: ¿Por ejemplo?
SD: Por supuesto, a todos los argentinos nos gusta que Santa Cruz, Tierra del Fuego formen parte del territorio nacional pero, cuando nos remontamos a la historia de esta configuración territorial, nos topamos con (Julio Argentino) Roca. Entonces podemos ponerlo en un pedestal o pensar que su Conquista del Desierto aniquiló prácticamente todas las tribus de la Patagonia. No cabe ninguna duda de que eso fue un genocidio.
Díaz dirimió este conflicto interno asumiendo una postura contraria a la versión oficial de la Historia argentina, en este caso, al encumbramiento de Roca. Para sostenerla, el realizador se propuso fundamentarla de la manera más sólida posible. “Por eso La muralla criolla es, más que nada, una película pedagógica… Hice bien en pensarla así porque ahora puedo remitirme a los documentos que cito cuando alguien cuestiona mi trabajo”.
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E: ¿Te costó conseguir a los investigadores que entrevistaste?
SD: Al principio me costó encontrar a Osvaldo Bayer, uno de mis candidatos de toda la vida. Pero un día de 2015 un amigo que lo había entrevistado me pasó un número de teléfono. Lo llamé; el escritor me atendió y me dijo que fuera a su casa para grabar directamente. A los dos o tres días estuve ahí.
Ese encuentro se convirtió en la piedra fundamental de La muralla. Yo ya había ido a Carhué, a Guaminí, a Trenque Lauquen a entrevistar a los historiadores del lugar.
E: Bayer también interviene en 4 Lonkos… ¿Volviste a entrevistarlo?
SD: No… Usé fragmentos del encuentro de 2015.
Díaz contó que también retomará para 4 Lonkos parte de la entrevista que le hizo a Marcelo Valko para La muralla criolla. “No conocía a este investigador hasta que por casualidad encontré su libro Pedagogía de la desmemoria, que tiene un capítulo sobre la Zanja de Alsina. Valko es psicólogo; me llamó la atención su descripción de la zanja como mandala, como trazado mágico”.
E: Específicamente para 4 Lonkos entrevistaste al antropólogo Carlos Martínez Sarasola, que murió en mayo pasado.
SD: Así es… La muerte de Carlos nos tomó por sorpresa. Seguramente la entrevista para 4 Lonkos fue la última que concedió. Intervino muchísimo en el capítulo dedicado a Cipriano Catriel, así que podemos atribuírselo. También intervino bastante en el capítulo sobre Calfucurá.
Sarasola era un tipo muy groso dentro de su especialidad, la ritualidad indígena. Fue muy respetado en las comunidades; lo querían todos. Y a mí me abrió muchas puertas.
Para 4 Lonkos, Díaz convocó a los integrantes del equipo técnico que hizo La muralla criolla, incluido el ilustrador Carlos Escudero que se encargó del capítulo dedicado a Cipriano Catriel. Para el segundo film, el realizador incorporó al “excelente dibujante y animador 3D” Juan Carlos Camardella. “Lo conocí cuando presentamos juntos su corto El casamiento en una fábrica recuperada de Almagro; ahora le propuse recrear la profanación de Mariano Rosas; la está haciendo y le está saliendo bárbaro”.
El también guionista de la ficción Mataperros dijo preferir la animación a la recreación actoral. “Es una cuestión de costo/beneficio. Por otra parte la animación queda bien estéticamente; se trata de un recurso muy válido”.
E: ¿Cómo calificás la repercusión de La muralla criolla en el público?
SD: Rescato en particular la experiencia en la localidad bonaerense de Puan. Primero armamos una función para pibes del secundario (fue mi primera experiencia con chicos, y me resultó muy interesante); después la televisión local emitió la película.
En términos generales, noto un interés mediano… La muralla tiene un valor que algunos reconocen y otros no. A algunos no les interesa la temática; a otros la película les resulta larga. Lo bueno es que da que hablar. Quizás el público termina hablando más del tema que del documental.
E: ¿Cuál es el reproche más frecuente que te hicieron?
SD: Me trataron de tendencioso. Escuché el reproche en boca de gente de San Martín de los Andes, de lectores del diario La Nación.
Al término de la charla con Espectadores, Díaz se refirió al apoyo institucional que recibieron sus películas. “El INCAA ayudó a financiarlas y auspició el estreno de La muralla criolla en el cine Gaumont y en la plataforma Cine.Ar, pero no cuento con respaldo para ampliar el circuito de exhibición. La difusión es un trabajo a pulmón que hago yo. Estoy yendo a lugares lejanos porque, cuando fui a filmar allí, la gente se prendió y colaboró. Ahora estoy devolviendo el favor”.